madam charlie(joe y tu) mayores
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madam charlie(joe y tu) mayores
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Advertencia:
El siguiente material incluye contenido sexual gráfico para lectores adultos. Esta historia ha sido
calificada como una obra de contenido E (erótica) por un mínimo de tres críticos independientes.
Las escenas de amor sensuales son explícitas y no dejan nada librado a la imaginación.
Las escenas de amor de contenido erótico son explícitas, no dejan nada librado a la imaginación.
Prólogo
Del periódico "The Evening Gazette", Fleet Street, Londres, 1814:
Las autoridades informaron hoy al Ministerio del Interior que la investigación sobre el
incendio que se cobró la vida de Philip, Conde de Calverton, y de su joven esposa fue por causa
accidental. El largo retraso que separó el triste fallecimiento de Su Señoría y el fallo final sobre el
caso se debió a los atroces daños causados por la espantosa conflagración.
El gobernante del condado, el Honorable Lord Lieutenant Matthew Ffortescue, informó al
secretario que en su opinión, un tronco cayó sobre un tapete en la habitación de Su Señoría y eso
ocasionó la humareda que asfixió al Conde y a su esposa. La intensa llamarada devoró gran parte
del ala este del Coto de Caza Calverton y les dejó muy poco a los investigadores de esta tragedia.
El heredero de la hacienda Calverton -anteriormente el Coronel Joseph Jonas, ahora el
Séptimo Conde- fue traído del Continente europeo, donde estaba prestando servicio bajo las
órdenes del Duque de Wellington y donde recibió distinciones por su conducta. Éstas son sus
propias palabras:
"Estoy sorprendido y entristecido por el fallecimiento de Su Señoría. A pesar de que no tenía
conocimiento acerca de su matrimonio, por supuesto hago extensivas mis condolencias a la
familia de su esposa. Aprecio profundamente el honor de haber recibido el pésame de Su Alteza
Real".
La fecha prevista para el regreso del Séptimo Conde a sus tierras natales es el mes
siguiente, justo a tiempo para la temporada. Hijo de un familiar muy lejano de la línea
Calverton, este distinguido soldado seguramente apreciará el agradable cambio de
situación. El pueblo espera ansioso su llegada. El Coronel Jonas no está casado y se
lo sabe apuesto. Nos preguntamos si las estrategias militares que él ha desarrollado
para nuestro valiente y noble Wellington pueden compararse con las estrategias
románticas que sin duda desarrollará el sexo opuesto.
Un par de manos delgadas dobló el periódico y lo volvió a dejar sobre la mesa. El
bullicio de otro día londinense era constante bajo la ventana, pero la persona que estaba
en la habitación no se movió.
El adornado espejo de la pared de enfrente reflejaba a un muchacho delgado, con
una vestimenta sin ninguna particularidad. Una camisa desgreñada colgaba por fuera
de un par de pantalones de montar desgastados, y había una chaqueta oscura tirada
sobre una silla cercana. Su cabello largo y dorado estaba atado en un práctico nudo, y
las mejillas del muchacho eran suaves y no mostraban ningún indicio de barba.
Una risa ronca retumbó afuera de la habitación. Era temprano aún, pero aquí, en las
habitaciones elegantemente eróticas de Beaulieu Crescent Nº 14, las mujeres estaban
agitadas. Pronto sus clientes se agolparían en las calles de Londres y, pocas horas
después del atardecer, toda la mansión estaría viva y llena de buscadores de placer.
La figura se levantó y cruzó la habitación para mirar, por entre las columnas de
piedra de la ventana, hacia la calle principal debajo. Algún que otro carruaje pasaba
haciendo ruido, así como lo hacían algunos vendedores ambulantes que habían hecho
ya sus entregas diarias.
Por el momento, todo estaba como era debido.
La figura se encogió de hombros. Para un esbozo de muchacho llamado Charlie,
que había pasado los últimos años trabajando silenciosamente en la "Crescent", como
era conocido el lugar, esta era una mañana común y corriente.
Para ______, la Condesa de Calverton y viuda del Sexto Conde, este podía ser el
día en que comenzarían sus problemas.
Era muy poco probable que al Coronel Joseph Jonas le agradara enterarse de
que la Señora ______ y Charlie de la Crescent fueran la misma persona. Y se sentiría
aún más molesto al saber que, desde ayer, la Condesa, viuda de título, era ahora la
dueña de una casa de mala fama.
Pero lo que le haría hervir la sangre realmente sería saber que esta misma viuda
muy probablemente había asesinado al Sexto Conde.
sigo?????
yolanda- Admin
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Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 1
Londres, 1815
"No te preocupes por nada, Susie. Madame ______ no va' dejar que nadie te haga
mal".
El Séptimo Conde de Calverton, Joseph Jonas, curvó el labio al escuchar el
pequeño fragmento de conversación en la puerta. Obviamente, "Susie" era nueva en el
puesto.
"Les damos a los clientes lo que quieren, pero nada de cosas rudas. Es regla de la
casa, y Antonio va' llegar en un segundo si le pegas el grito".
Las voces se apagaban, dejando a Joseph un poco confundido.
Esto era un burdel. Ni más, ni menos. Claro que estaba enmascarado con los atavíos
de una "discreta casa de placer" y ofrecía a sus clientes una buena selección de comidas,
vinos excelentes y varias mesas de juego bien organizadas.
Pero debajo de la fachada de discreción y elegancia, había mujeres dispuestas a
vender su cuerpo por dinero. Efectivo. Frío y duro efectivo.
Joseph resopló. Siempre habría mujeres dispuestas a vender su cuerpo a cambio de
efectivo. Algunas impulsadas por la necesidad, otras por la codicia. Su labio se curvó
aún más mientras estaba recostado en el cómodo diván y observaba el brillo
intermitente del fuego en la parrilla.
Esperaba con devoción que Susie no tuviera que llamar a Antonio a los gritos, sin
importar quién diablos fuera él. Probablemente era ese portero montañés que había
hecho un intento de inclinarse respetuosamente mientras lo escoltaban dentro de las
instalaciones más temprano. Verlo inclinarse fue como ver a una ballena rompiendo
olas en el océano. Sorprendente, enorme y un poco desordenado al descender.
Le parecía que ya podía evaluar el lugar bastante bien, al verlo con la mirada de
alguien que no era un cliente. Bueno, no en el sentido estricto de la palabra. Él recibiría
un servicio esta noche, pero no uno sexual.
Este era el único lugar donde podía encontrar a alguien que lo ayudara a aliviar su
dolor de espalda. Durante algunos meses, había estado utilizando los servicios del
sirviente japonés del Mayor Ryan Penderly. El truco de Kasuki de caminar sobre la
espalda de Joseph le había hecho crujir fuertemente algunos huesos, había aplastado sus
intestinos, dejándolos como panqueques, y le había aliviado enormemente el dolor que
sufría de manera intermitente desde que se cayó de su caballo en Bélgica.
Ahora Kasuki ya no estaba, se había ido a su casa en un barco a vapor, y él sabía de
una muchacha japonesa, aquí en la Crescent, que hacía la misma clase de tratamientos.
Se movió nerviosamente un poco, consciente del creciente dolor en su espina
dorsal. Maldición. Había llegado aquí en el momento preciso.
Desde luego, pensó, podía echarse un polvo rápido mientras estaba allí.
Había pasado casi un año desde el último, aunque pareciera increíble.
Un año desde que se había enterrado entre los muslos suavemente redondeados de
quien pronto sería su prometida, Daisy Wrothings. Un año desde que sorbió los dulces
jugos de entre sus piernas y la sintió acabarse en su cara, sólo para que luego ella le
dijera que se casaría con otra persona. Un Duque. Uno con su hacienda intacta y más
dinero que Dios. Maldición. Y otra vez maldición. Fue entonces cuando dejó de
putañear. Por suerte, coincidió con el comienzo del trabajo más duro que recordaba
haber hecho jamás.
El dolor en su espina se estaba transformando en una dolorosa erección. Quizás
debería convencer a la Señorita Pies Ágiles del Japón de que se la chupe mientras estaba
aquí; que se ocupara de todos sus dolores a la vez, por decirlo así.
Probablemente no tendría problemas y él podía pagar el costo adicional. Ahora que
el Coto de Caza Calverton estaba prácticamente entero y la hacienda recobraba algo de
su ingreso, ya era tiempo de volver a tener una vida. Una que no incluyera largas horas
en los campos con sus arrendatarios, días absortos en la lectura de documentos
financieros con su procurador y su abogado, y noches solo con la única compañía del
brandy y el cansancio.
Sí, quizás un polvo rápido era justo la distracción que necesitaba. Alguna persona
joven, flexible, que pudiera chuparle la polla hasta la semana siguiente.
Alguna persona bien dispuesta, alguien alta, alguien rubia quizás, alguien
agradable a la vista...
Alguien como ella.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que ella entró en la habitación sin que él la
escuchara. Sus instintos de soldado se horrorizaron ante tal desliz de su concentración.
Se frunció el ceño a sí mismo.
"Buenas noches, mi Señor".
Su voz era baja y refinada; su cuerpo, delgado y alto; y era una mujer tan hermosa
que se le hacía agua la boca. La quiso tener inmediatamente y su polla apoyaba la
moción.
"Debo disculparme por hacerlo esperar. Me acaban de informar que usted había
pedido por Kiko-San".
Joseph se levantó sin pensarlo siquiera. Fuera lo que fuese, ésta era una mujer y
merecía, al menos, su cortesía.
"No importa. He estado muy cómodo y el personal aquí es ciertamente atento".
Hizo un gesto descuidado con la mano, señalando el vaso de brandy, que estaba casi
vacío. "Un muy buen brandy también, si me permite".
Ella inclinó la cabeza en agradecimiento. "Me siento complacida. Mi personal hace
lo mejor de sí".
"¿Su personal?".
"Exactamente".
Los ojos grises que lo miraban carecían de expresión y no le dejaban entrever nada
de sus sentimientos, su carácter o su personalidad. Malévolamente, él quería ponerle un
poco de brillo a esos ojos. Provocar una reacción en ella. Ver cómo se vería si la
embestía profundo dentro de ella y apretaba su clítoris en el punto exacto que la haría
caer de la cima más alta.
"Entonces usted debe ser...".
"Madame ______. Sí". Otra amable inclinación de cabeza sucedió a sus palabras.
"¿Es usted la dueña de la Crescent?".
"Así es".
"Parece muy joven para tener una responsabilidad tan grande. ¿Hace mucho que es
prostituta?".
Podría haber jurado que sus ojos dispararon un tenue destello de enojo, pero antes
de que pudiera estar seguro, ya no estaba allí.
Ella se dio vuelta, haciendo como que controlaba el fuego. "Lamentablemente, mi
Señor, Kiko ha abandonado nuestro establecimiento".
¿Sería verdad? ¿O una mentira para deshacerse de él, después de ese insulto
imperdonable? No lo sabía. Maldición. Ella era muy, muy buena.
"Sin embargo, todos supimos reconocer los extraordinarios beneficios que las
técnicas de Kiko le traían a sus clientes. Ella se tomó el trabajo de enseñarnos sus
métodos a algunas de nosotras. ¿Quizás usted querría considerar que alguna otra
persona le administre el masaje?".
Joe simuló pensar en su ofrecimiento, mientras observaba cada costura en la
ropa que lucía tan hermosamente, cada mechón de pelo, cada hoyuelo que podía ver de
su piel. Hizo un catálogo de ella, detallada, efectiva y rápidamente.
Sus habilidades de soldado podían estar fallando en algunos aspectos, pero otras
habilidades todavía le resultaban invaluables, alguna que otra vez. Ésta era,
ciertamente, una de esas veces.
"Bueno, considerando que mi espalda sólo parece empeorar si no hago nada al
respecto, parece que no tengo muchas alternativas en este asunto. Estaría dispuesto a
aceptar los servicios de una sustituta, si usted me asegura que es lo suficientemente
habilidosa como para al menos no hacerme daño".
"Eso se lo puedo asegurar".
"Dígame, entonces, Madame ______. ¿Quién es la habilidosa profesional de las
técnicas curativas orientales?".
"Yo ".
* * * * *
______ supo que al fin -absoluta y magníficamente- había perdido la cabeza. Sin
embargo, su cara no dejó ver nada de su agitación interior. Se había disciplinado
demasiado bien para eso.
Pero acababa de aceptar ofrecerle un servicio a un cliente, algo que había jurado no
hacer jamás. Y todo por sus ojos.
Esos estanques marrones, que destellaban con manchones dorados, la miraban más
allá de su fachada exterior y parecían cavar profundamente hasta lugares que ella
consideraba muertos desde hacía mucho tiempo.
Él la había mirado como si quisiera saber cómo se vería desnuda, pero a la vez
como si necesitara saber en qué pensaría mientras estaba desnuda.
Fue esa particular mirada la que había quebrado su firme decisión.
"¿Podría quitarse la ropa, mi Señor?", preguntó haciendo un gesto hacia el biombo
decorado que estaba en un rincón de la gran habitación. "Luego vuelva a tomar asiento,
por favor. Yo regresaré en un momento".
Ella no le dio oportunidad de contestar; salió rápidamente de la habitación y subió
rápidamente los pocos escalones que llevaban a sus habitaciones privadas.
Sus manos estaban temblando cuando llegó al lugar y al entrar bruscamente y sin
aliento, conmocionó a la mujer que estaba allí.
"Santo cielo, señorita ______. ¿Qué es lo que sucede?".
"Debo cambiarme. Rápido. Mi bata y mi camisola de seda. Las azules".
"Señorita ______. ¿Para qué?".
"Date prisa, Matty. Le voy a hacer el tratamiento de Kiko a un cliente".
"Ay, señorita. No. Usted no irá a...".
"No, Matty. Solamente voy a caminar por su columna vertebral y le voy a dar un
masaje rápido en la espalda. Tal como me enseñó Kiko. Eso será total y absolutamente
todo".
Matty miró a su señora. "¿Está segura? Está terriblemente sonrojada".
______ intentó desacelerar su respiración deliberadamente. "Lo sé. Él me tomó por
sorpresa. Es el Conde de Calverton".
Matty dejó caer su quijada y se desplomó en la gran cama, sin prestar atención al
vestido que estaba aplastando bajo sus amplias caderas. "¡Uuuh! No diga".
"Ah sí, Matty. Él está aquí". ______ luchó para desatar sus lazos y se quitó el
vestido. "Tiene un problema de espalda y vino buscando a Kiko. Eso es todo. Y antes de
que lo preguntes, no tiene la menor idea de quién soy yo".
"Bueno, mantengámoslo así, ¿le parece?", dijo la mujer, con la relajada familiaridad
de una amiga de muchos años.
______ se quitó la ropa interior y dejó que Matty la ayude a ponerse la seda por la
cabeza. Sabía que necesitaría de su equilibrio para mantener este tratamiento, y Kiko
había hecho hincapié una y otra vez en la necesidad de estar ligera. Ligera en el
corazón, en la mente y en el cuerpo. No debían haber ropas pesadas, ni pensamientos
intensos: sólo concentración y conciencia.
______ suspiró.
Conciencia. Eso no sería un problema.
Era muy consciente de Joseph Jonas. Sólo que no estaba muy segura de por
qué. Su expresión ceñuda había captado su atención a los pocos segundos de entrar en
esa habitación, y él se le fijó fuertemente en su conciencia.
"¿Y quiere a alguna otra muchacha allí con usted?". Las palabras de Matty la
sacaron bruscamente de sus pensamientos.
"No, no lo creo. Pero, por las dudas, ¿quién está libre?".
Matty dejó de doblar y ordenar por un momento y arrugó el ceño. "Bueno, déjeme
ver, Susie y Grace están atendiendo al Sr. Johns esta noche".
"Lo recuerdo. Nos había dicho que estaría aquí esta noche para su sesión de
costumbre. Y creo que sería perfecto que Susie empiece con Grace. Una buena
presentación. "
"Casi todas tienen un cliente que ya ha llegado o está por llegar".
______ no dejaba de sorprenderse de la asombrosa habilidad de Matty para estar al
tanto de todo lo que sucedía en la Crescent cada noche. Parecía saber instintivamente
quién sería la mejor para quién, y era el mejor recurso que ______ podría haber
imaginado tener. ______ habría dejado ir cualquiera de todas las cosas que poseía
felizmente, antes de dejar que algo le pasara a Matty.
"Las tres muchachas nuevas están en la sala de billares y Antonio le está echando
un ojo a la multitud allí. Está lleno otra vez, por supuesto, y hay algunos haciendo fila
para entrar".
La nueva atracción de ______, la "Sala de Billares", ofrecía una gran mesa de paño
verde, varios tacos y tres jugadoras de sexo femenino, todas completamente desnudas.
A los clientes, se les permitía sentarse alrededor de la mesa; allí podían fumar,
beber y disfrutar de la vista todo lo que quisieran. Sin embargo, tocar estaba prohibido.
Hasta ahora, la sala era un éxito rotundo. La imagen de tres bellezas desnudas
jugando al billar era provocativa y seductora. Eran pocos los clientes que se iban del
establecimiento al término de su tiempo asignado en la sala de billar. La mayoría de
ellos se apresuraban a buscarse una compañera para el resto de la noche. Había
resultado una interesante manera de hacer dinero, a las muchachas les gustaba el
respiro de otras tareas más atléticas, y ______ estaba satisfecha con los resultados en
general.
"Ah, sabes, la que no está trabajando hoy es Jane. Está en algún lugar por allí, pero
no puede atender a ningún cliente esta noche, es su horario de cursos.
______ asintió con la cabeza, sabiendo que era seguro que una que otra de sus
muchachas faltara algunos días al mes. Estaba calculado en su sistema, y se estaba
sorprendida de cuánto se lo agradecían las muchachas.
"Y el Dr. Ponsonby estuvo otra vez". Los labios de Matty se curvaron en una media
sonrisa desdeñosa. "Estaba presionando a Dora para que lo lleve arriba. Tal como lo
hizo la última vez. Antonio lo acompañó a la salida, pero creo que ese va a causar
problemas".
______ asintió con la cabeza. "Es hora de hacerse cargo de él, yo creo". Giró en
dirección a la puerta. "Recuérdame arreglar una entrevista con Ponsonby pronto.
Vamos a poner esta cuestión en claro de una vez por todas. Debo irme. El Conde me
está esperando".
Matty miró de lado a ______. "Ten cuidado con ese, linda. Joseph Jonas puede
ser muy peligroso".
"No para una madame de Londres, Matty", dijo ella con una ligera sonrisa. "Eso es
todo lo que el piensa que soy. Una proxeneta. Lo más bajo de lo bajo. Me preguntó
cuánto hacía que era prostituta".
Matty la miró boquiabierta. "Qué sucio, de mente podrida, y pedazo de".
"¿Qué otra cosa podría pensar? Me alegro de que piense de esa manera. Lo
mantendrá alejado de nuestros asuntos. No me prestará más atención de la que me
prestaría si yo fuera lo que el supone que soy".
"Tenga cuidado. ¿Me escuchó?". Los ojos de la otra mujer delataban su
preocupación.
______ cruzó la habitación y rodeó a Matty con sus brazos, abrazándola con fuerza.
"Te preocupas demasiado".
"¿Y si yo no lo hago, quién lo hará, me gustaría saber?".
______ se apartó y miró a la mujer que amaba más que a cualquier otra sobre la faz
de la tierra. Levantó la mano y acarició suavemente la piel salvajemente arrugada que
desfiguraba un lado del cuello de Matty y subía hasta terminar en forma de punta
detrás de una de sus orejas. Allí ya no le crecía el cabello.
"Matty, ya has hecho suficiente por mí. Déjame preocuparme y planear a mí, de
ahora en adelante. ¿Por favor?".
Los ojos de Matty se llenaron de lágrimas. "Eres más preciada para mí de lo que
sería cualquier hija, ______. No puedo evitar preocuparme al pensar que esta vida no es
la que deberías tener. Deberías estar en una buena casa con un buen marido y varios
buenos...".
______ detuvo el discurso de Matty con un dedo. "... Niños. Sí, lo sé. Ya me lo has
dicho. Pero no sucederá así. Ahora estamos aquí, empezando una nueva vida y de paso,
con suerte, haciendo un poco mejores las vidas de algunas pobres y desafortunadas
muchachas. Veámoslo de esa manera, Matty. ¿Sí?".
"Ay, sigue con lo tuyo. Ve y camina por la espalda de ese hombre. Tienta al
demonio si es lo que debes hacer, pero no me culpes si tus pies se chamuscan".
______ le sonrió a Matty y salió como un remolino de la habitación; una belleza
descalza vestida de arremolinada seda azul.
Su sonrisa se desdibujó al llegar a la puerta cerrada, detrás de la cual estaba
recostado un muy desnudo Joseph Jonas. La mano de ella se deslizó por su propia
espalda mientras se tocaba las cicatrices de sus heridas a través de la suavidad de su
bata. Esta familia ya le había ocasionado quemaduras una vez.
No dejaría que esto vuelva a suceder.
yolanda- Admin
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Re: madam charlie(joe y tu) mayores
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
rox- Admin
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Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 2
Su suave golpeteo sobre la puerta revolvió las entrañas de él, y le hizo saber que podía entrar con un gruñido. Él había seguido sus instrucciones al pie de la letra.
Desnudo como Dios lo trajo al mundo, estaba desparramado boca abajo sobre el
bajo diván, al que había acercado un poco al fuego.
Giró la cabeza y se acurrucó más cómodamente sobre la almohada cuando ella cerró
la puerta silenciosamente detrás de sí. Sus ojos destellaban al mirarla acercarse con los
párpados entrecerrados.
"No te pedí que me cogieras, sabes".
"No es mi intención".
"¿Entonces, a qué se debe el cambio de vestuario?".
______ salió de su campo visual por unos instantes y luego reapareció, vestida con
su simple camisola azul. No se había dado cuenta de que al pararse entre él y el fuego,
hacía que todo fuera invisible.
Él sintió cómo se le endurecía su p*@e y se movió incómodo contra la tela de los
almohadones debajo de él.
"Entiendo que usted se ha sometido a este tratamiento con anterioridad, mi Señor.
¿Puedo preguntarle qué llevaba puesto su masajista anterior en esas ocasiones?".
"Bueno, la seda azul no se vería muy apropiada en un jardinero".
Ella ignoró su intento de ser gracioso, entreteniéndose con unos pequeños frascos
que colocó sobre una vela para entibiarlos.
Él encogió los hombros. "En general, sólo una especie de bata de algodón, ahora
que lo pienso".
"Ya veo. Esta técnica necesita atención, concentración y la habilidad de percibir la
esencia, lo que se conoce como el chi, del paciente. Las capas adicionales de ropa
inhiben la habilidad de ser uno con el paciente, de sentir las partes del cuerpo que le
causan molestias".
"Puedo decirle exactamente dónde tengo la molestia. Justo aquí". Sus músculos se
flexionaron cuando levantó la mano por detrás de él y señaló un punto apenas por
encima de su trasero. Él observó sus ojos mientras seguían la dirección en la que
apuntaba su dedo, hasta el lugar de su herida, y luego siguieron un poco más,
echándole un buen vistazo a su parte trasera. "¿Ve algo? ¿Algo que necesite de su
atención?".
Ella buscó su mirada, ofreciéndole a cambio una totalmente inexpresiva; luego se
estiró para alcanzar el primer pote de óleo para masajes.
"¿Qué es eso?".
"¿Esto? Es óleo perfumado, que usaré para relajar su piel y su mente. Aliviar la
tensión alrededor de su herida es el primer paso para curarla".
Él estiró bruscamente su mano y le agarró la muñeca antes de que pudiera volcar el
óleo en su cuerpo. Se levantó sobre un brazo mientras la atraía hacia él.
"Discúlpame. Soy un hombre cauto por naturaleza". Jaló su mano para acercarla a
él y olió la botella. Era liviano, relajante y vagamente oriental; arrugó la nariz mientras
trataba de identificarlo.
"Es una mezcla de aceites de madera de sándalo y loto, mi Señor. No le hará daño".
Él soltó su muñeca, sabiendo que quizás la había agarrado demasiado fuerte, pero
no pudo detenerse. Por alguna razón, sus nervios estaban en un alto estado de alerta
con esta mujer.
"Muy bien". Se recostó boca abajo y esperó.
Sintió cómo lo salpicaban las primeras gotas de aceite, suaves como la llovizna. Ella
frotó sus manos suavemente sobre su piel, de manera reconfortante, sin llegar a tocar su
trasero, pero pasando las manos por todo el largo de su columna hacia arriba y hacia
abajo en suaves círculos. Era una sensación increíblemente erótica, pero aun así sentía
su cuerpo relajarse mientras lo tocaba.
Después de varios minutos, ella le agregó más óleo, luego buscó una toalla húmeda
que había dejado cerca del fuego.
"¡Ay! Está caliente".
"Así debe estar. Esto ayudará al óleo en su tarea y además agregará otro nivel de
relajación a cualquier músculo que pueda estar tenso".
Él estuvo tentado de pedir eso para su polla también, si ella iba a hablar de cosas
que estaban tensas.
Ella se corrió de su lado, y se estiró.
Él la observó, fascinado, mientras ella proseguía con lo que parecía ser una serie de
actitudes felinas. Estiró sus propios músculos, contrayéndolos y luego flexionándolos;
doblándose, descansando y parándose en una extraña serie de movimientos.
Él casi pudo ver cómo la atención de ella se intensificaba y sus ojos reflejaban su
concentración, cuando regresó a su lado y le quitó la toalla.
Estaba tan caliente con ella que podría haberla puesto de espaldas, haberle
arrancado la camisola desde el ruedo hasta el cuello y haberla embestido en ese preciso
instante. Se sorprendió a sí mismo al no hacerlo. Ella era una pu*a, una madame. Debía
estar acostumbrada a ese tipo de tratos. Entonces, ¿qué lo detenía?
¿Por qué, aún ahora, sus pelotas no estaban golpeando contra su v@$*%a y no le
estaba chupando esos tiernos senos? ¿Por qué no estaban ambos gritando juntos sus
orgasmos?
¿Por qué?
Bueno, la respuesta pudo haber sido que ella no parecía registrarlo como hombre en
lo más mínimo. Y sólo ese hecho le molestaba realmente. Todavía tenía que conseguir
algún tipo de gesto sexual de su parte. Era casi de madera en su forma de tratarlo,
imparcial hasta el límite de lo absurdo.
Mientras sentía que las manos de ella comenzaban a ejercer presión sobre su
columna dolorida, se hizo una promesa a sí mismo.
Iba a poseer a esa mujer. Iba a hacer que esos ojos se encendieran con el fuego de la
lujuria, con la necesidad de un orgasmo que sólo la dejaría tener después de que
hubiera gritado su nombre y le hubiera rogado que la haga acabar.
La haría acabar como nunca se había acabado antes.
Y él probablemente hiciera lo mismo, sólo para acompañarla, por supuesto.
Desnudo como Dios lo trajo al mundo, estaba desparramado boca abajo sobre el
bajo diván, al que había acercado un poco al fuego.
Giró la cabeza y se acurrucó más cómodamente sobre la almohada cuando ella cerró
la puerta silenciosamente detrás de sí. Sus ojos destellaban al mirarla acercarse con los
párpados entrecerrados.
"No te pedí que me cogieras, sabes".
"No es mi intención".
"¿Entonces, a qué se debe el cambio de vestuario?".
______ salió de su campo visual por unos instantes y luego reapareció, vestida con
su simple camisola azul. No se había dado cuenta de que al pararse entre él y el fuego,
hacía que todo fuera invisible.
Él sintió cómo se le endurecía su p*@e y se movió incómodo contra la tela de los
almohadones debajo de él.
"Entiendo que usted se ha sometido a este tratamiento con anterioridad, mi Señor.
¿Puedo preguntarle qué llevaba puesto su masajista anterior en esas ocasiones?".
"Bueno, la seda azul no se vería muy apropiada en un jardinero".
Ella ignoró su intento de ser gracioso, entreteniéndose con unos pequeños frascos
que colocó sobre una vela para entibiarlos.
Él encogió los hombros. "En general, sólo una especie de bata de algodón, ahora
que lo pienso".
"Ya veo. Esta técnica necesita atención, concentración y la habilidad de percibir la
esencia, lo que se conoce como el chi, del paciente. Las capas adicionales de ropa
inhiben la habilidad de ser uno con el paciente, de sentir las partes del cuerpo que le
causan molestias".
"Puedo decirle exactamente dónde tengo la molestia. Justo aquí". Sus músculos se
flexionaron cuando levantó la mano por detrás de él y señaló un punto apenas por
encima de su trasero. Él observó sus ojos mientras seguían la dirección en la que
apuntaba su dedo, hasta el lugar de su herida, y luego siguieron un poco más,
echándole un buen vistazo a su parte trasera. "¿Ve algo? ¿Algo que necesite de su
atención?".
Ella buscó su mirada, ofreciéndole a cambio una totalmente inexpresiva; luego se
estiró para alcanzar el primer pote de óleo para masajes.
"¿Qué es eso?".
"¿Esto? Es óleo perfumado, que usaré para relajar su piel y su mente. Aliviar la
tensión alrededor de su herida es el primer paso para curarla".
Él estiró bruscamente su mano y le agarró la muñeca antes de que pudiera volcar el
óleo en su cuerpo. Se levantó sobre un brazo mientras la atraía hacia él.
"Discúlpame. Soy un hombre cauto por naturaleza". Jaló su mano para acercarla a
él y olió la botella. Era liviano, relajante y vagamente oriental; arrugó la nariz mientras
trataba de identificarlo.
"Es una mezcla de aceites de madera de sándalo y loto, mi Señor. No le hará daño".
Él soltó su muñeca, sabiendo que quizás la había agarrado demasiado fuerte, pero
no pudo detenerse. Por alguna razón, sus nervios estaban en un alto estado de alerta
con esta mujer.
"Muy bien". Se recostó boca abajo y esperó.
Sintió cómo lo salpicaban las primeras gotas de aceite, suaves como la llovizna. Ella
frotó sus manos suavemente sobre su piel, de manera reconfortante, sin llegar a tocar su
trasero, pero pasando las manos por todo el largo de su columna hacia arriba y hacia
abajo en suaves círculos. Era una sensación increíblemente erótica, pero aun así sentía
su cuerpo relajarse mientras lo tocaba.
Después de varios minutos, ella le agregó más óleo, luego buscó una toalla húmeda
que había dejado cerca del fuego.
"¡Ay! Está caliente".
"Así debe estar. Esto ayudará al óleo en su tarea y además agregará otro nivel de
relajación a cualquier músculo que pueda estar tenso".
Él estuvo tentado de pedir eso para su polla también, si ella iba a hablar de cosas
que estaban tensas.
Ella se corrió de su lado, y se estiró.
Él la observó, fascinado, mientras ella proseguía con lo que parecía ser una serie de
actitudes felinas. Estiró sus propios músculos, contrayéndolos y luego flexionándolos;
doblándose, descansando y parándose en una extraña serie de movimientos.
Él casi pudo ver cómo la atención de ella se intensificaba y sus ojos reflejaban su
concentración, cuando regresó a su lado y le quitó la toalla.
Estaba tan caliente con ella que podría haberla puesto de espaldas, haberle
arrancado la camisola desde el ruedo hasta el cuello y haberla embestido en ese preciso
instante. Se sorprendió a sí mismo al no hacerlo. Ella era una pu*a, una madame. Debía
estar acostumbrada a ese tipo de tratos. Entonces, ¿qué lo detenía?
¿Por qué, aún ahora, sus pelotas no estaban golpeando contra su v@$*%a y no le
estaba chupando esos tiernos senos? ¿Por qué no estaban ambos gritando juntos sus
orgasmos?
¿Por qué?
Bueno, la respuesta pudo haber sido que ella no parecía registrarlo como hombre en
lo más mínimo. Y sólo ese hecho le molestaba realmente. Todavía tenía que conseguir
algún tipo de gesto sexual de su parte. Era casi de madera en su forma de tratarlo,
imparcial hasta el límite de lo absurdo.
Mientras sentía que las manos de ella comenzaban a ejercer presión sobre su
columna dolorida, se hizo una promesa a sí mismo.
Iba a poseer a esa mujer. Iba a hacer que esos ojos se encendieran con el fuego de la
lujuria, con la necesidad de un orgasmo que sólo la dejaría tener después de que
hubiera gritado su nombre y le hubiera rogado que la haga acabar.
La haría acabar como nunca se había acabado antes.
Y él probablemente hiciera lo mismo, sólo para acompañarla, por supuesto.
* * * * *
______ necesitaba toda la atención y concentración que pudiera reunir mientras
sentía su suave piel bajo las palmas de sus manos.
Si supiera de lo agitada que estaba en su interior, probablemente se habría quedado
pasmado. Se sentía casi débil al pensar en el cuerpo de él tan cerca del suyo. La
habitación le había parecido más pequeña mientras hacía sus ejercicios de
precalentamiento y la temperatura había subido tanto en la chimenea como en su
vientre.
Algo primitivo en su sexo latía y palpitaba en reconocimiento de su necesidad de
aparearse. De unirse a este espécimen de primera clase que empezaba a gemir un poco
ante la presión.
Aumentó el peso sobre sus manos, empujando fuertemente los músculos a cada
lado de su espina dorsal, y clavando sus dedos profundamente en la masa sólida que
encontró allí.
El óleo se deslizó entre ellos, un velo sedoso que le permitió suavizar y amasar su
carne sin hacerle daño.
Su cuerpo era perfecto. A pesar de algunas cicatrices aquí y allá, y una zona mucho
más evidentemente hundida en la base de la columna, donde debía originarse su
problema de espalda, no le encontraba defecto alguno al hombre recostado y quieto
debajo de sus manos.
"¿Puedo preguntarle cómo se hizo esa herida?".
"En Salamanca".
"¿Le dispararon?".
"Me tiró el caballo. Una granada explotó al lado nuestro. Lo levantó por el aire y
cayó arriba mío. Murió en el acto, pobre criatura".
"Junto con un terrible número de otros soldados, ¿no?", ______ comentó en voz
baja.
Joe encogió los hombros, evidentemente sin ninguna gana de revivir batallas
pasadas, en especial esa en la que ______ sabía que tantos habían muerto, en tan
terrible masacre.
"¿Y ha sentido dolor desde entonces?".
"Un poco. Empeoró cuando volví a casa y comencé a trabajar en el Coto de Caza
Calverton".
______ no reveló lo familiar que le era ese nombre, ni por una fracción de segundo.
"¿Trabajando? ¿Quiere decir manejando los negocios de la hacienda?".
"No, quiero decir trabajando". Se movió nerviosamente un poco cuando sus
músculos comenzaron a aflojarse bajo la presión continua de ______. "El maldito lugar
se quemó, casi por completo, cuando yo no estaba. Cuando lo heredé, no había nada en
pie más que un edificio central y los establos".
______ logró no reaccionar. Recordó el terrible incendio, el ala este colapsando,
pero no se había dado cuenta de las dimensiones del daño.
Necesitaba detenerlo. Los recuerdos no eran algo en lo que ella quería regocijarse,
no con Joseph Jonas desnudo recostado a su lado.
"Disculpe que sea tan directa, mi Señor. Debo sentarme sobre sus extremidades por
un rato".
"Adelante", murmuró, acomodándose en una posición un poco más confortable. Su
voz sonaba relajada y su respiración, pareja. Sus lecciones con Kiko no le habían fallado.
Por supuesto, Kiko nunca le había dicho qué se sentiría al abrir los muslos y
montarse sobre un hombre desnudo.
Kiko nunca le dijo qué caliente sentiría su cuerpo o qué agradablemente rústica se
sentiría la piel velluda de sus muslos contra los muslos de ella, suaves y cubiertos en
seda. Acomodó su prenda cuidadosamente para evitar que sus carnes se toquen.
______ temía arder en llamas en ese mismo instante si sus pieles desnudas se rozaban.
Como si él pudiera sentir su incomodidad, Joe rió por lo bajo y ella sintió cómo
se sacudía mientras la risa se extendía por su cuerpo.
"¿Estás segura de que no me cogerás cuando terminemos? Estoy sintiendo una
creciente necesidad, realmente. Debe ser la esencia, o algo".
A ______ se le congeló la mente por un instante, mientras por su conciencia
pasaban algunas visiones. Imágenes de cuerpos transpirados y enredados,
extremidades desnudas, respiraciones calientes y labios más calientes, y la dulzura de la
carne encontrando a la carne.
"¿Está incómodo, mi Señor?", preguntó ella, recomenzando con su presión rítmica
hacia arriba y hacia abajo sobre su espalda, esta vez con todo el peso de su cuerpo sobre
las manos. Cualquier cosa para distraer sus pensamientos eróticos.
"Cariño, tengo una polla muy dura aquí, a la que le encantaría conocerte. Me había
prometido a mí mismo que esta sería una visita por motivos estrictamente curativos,
pero tu casa y tu encantadora persona me han recordado que soy un hombre, con las necesidades de un hombre. Quizás después del tratamiento podrías...", e hizo un gesto
vago en el aire con su mano.
______ trabajaba sobre él en silencio, considerando cuáles eran sus opciones. Se
mordió el labio, sabiendo que su deseo más profundo quedaba totalmente fuera de la
cuestión. Ese deseo que la impulsaba a arrancarse su delgada camisola de seda y frotar
sus doloridos pechos contra su resbalosa espalda. El mismo que le decía que su polla se
sentiría mejor aún si ella le frotaba su suave Monte de Venus, o la colocaba en su boca.
El mismo que le decía que tenía un vacío muy adentro de su v@$*%a que se sentiría
mucho mejor si Joseph Jonas le administrara grandes raciones de esa polla de la
que hablaba. Grandes y palpitantes raciones. Profundas, largas y penetrantes raciones.
Dios, se estaba mojando. Esto no sería bueno. Había tomado una decisión.
"Muy bien, mi Señor. Creo que usted está listo para el tratamiento de caminar por
su espalda, y después de eso me aseguraré de que sus necesidades sean satisfechas".
sentía su suave piel bajo las palmas de sus manos.
Si supiera de lo agitada que estaba en su interior, probablemente se habría quedado
pasmado. Se sentía casi débil al pensar en el cuerpo de él tan cerca del suyo. La
habitación le había parecido más pequeña mientras hacía sus ejercicios de
precalentamiento y la temperatura había subido tanto en la chimenea como en su
vientre.
Algo primitivo en su sexo latía y palpitaba en reconocimiento de su necesidad de
aparearse. De unirse a este espécimen de primera clase que empezaba a gemir un poco
ante la presión.
Aumentó el peso sobre sus manos, empujando fuertemente los músculos a cada
lado de su espina dorsal, y clavando sus dedos profundamente en la masa sólida que
encontró allí.
El óleo se deslizó entre ellos, un velo sedoso que le permitió suavizar y amasar su
carne sin hacerle daño.
Su cuerpo era perfecto. A pesar de algunas cicatrices aquí y allá, y una zona mucho
más evidentemente hundida en la base de la columna, donde debía originarse su
problema de espalda, no le encontraba defecto alguno al hombre recostado y quieto
debajo de sus manos.
"¿Puedo preguntarle cómo se hizo esa herida?".
"En Salamanca".
"¿Le dispararon?".
"Me tiró el caballo. Una granada explotó al lado nuestro. Lo levantó por el aire y
cayó arriba mío. Murió en el acto, pobre criatura".
"Junto con un terrible número de otros soldados, ¿no?", ______ comentó en voz
baja.
Joe encogió los hombros, evidentemente sin ninguna gana de revivir batallas
pasadas, en especial esa en la que ______ sabía que tantos habían muerto, en tan
terrible masacre.
"¿Y ha sentido dolor desde entonces?".
"Un poco. Empeoró cuando volví a casa y comencé a trabajar en el Coto de Caza
Calverton".
______ no reveló lo familiar que le era ese nombre, ni por una fracción de segundo.
"¿Trabajando? ¿Quiere decir manejando los negocios de la hacienda?".
"No, quiero decir trabajando". Se movió nerviosamente un poco cuando sus
músculos comenzaron a aflojarse bajo la presión continua de ______. "El maldito lugar
se quemó, casi por completo, cuando yo no estaba. Cuando lo heredé, no había nada en
pie más que un edificio central y los establos".
______ logró no reaccionar. Recordó el terrible incendio, el ala este colapsando,
pero no se había dado cuenta de las dimensiones del daño.
Necesitaba detenerlo. Los recuerdos no eran algo en lo que ella quería regocijarse,
no con Joseph Jonas desnudo recostado a su lado.
"Disculpe que sea tan directa, mi Señor. Debo sentarme sobre sus extremidades por
un rato".
"Adelante", murmuró, acomodándose en una posición un poco más confortable. Su
voz sonaba relajada y su respiración, pareja. Sus lecciones con Kiko no le habían fallado.
Por supuesto, Kiko nunca le había dicho qué se sentiría al abrir los muslos y
montarse sobre un hombre desnudo.
Kiko nunca le dijo qué caliente sentiría su cuerpo o qué agradablemente rústica se
sentiría la piel velluda de sus muslos contra los muslos de ella, suaves y cubiertos en
seda. Acomodó su prenda cuidadosamente para evitar que sus carnes se toquen.
______ temía arder en llamas en ese mismo instante si sus pieles desnudas se rozaban.
Como si él pudiera sentir su incomodidad, Joe rió por lo bajo y ella sintió cómo
se sacudía mientras la risa se extendía por su cuerpo.
"¿Estás segura de que no me cogerás cuando terminemos? Estoy sintiendo una
creciente necesidad, realmente. Debe ser la esencia, o algo".
A ______ se le congeló la mente por un instante, mientras por su conciencia
pasaban algunas visiones. Imágenes de cuerpos transpirados y enredados,
extremidades desnudas, respiraciones calientes y labios más calientes, y la dulzura de la
carne encontrando a la carne.
"¿Está incómodo, mi Señor?", preguntó ella, recomenzando con su presión rítmica
hacia arriba y hacia abajo sobre su espalda, esta vez con todo el peso de su cuerpo sobre
las manos. Cualquier cosa para distraer sus pensamientos eróticos.
"Cariño, tengo una polla muy dura aquí, a la que le encantaría conocerte. Me había
prometido a mí mismo que esta sería una visita por motivos estrictamente curativos,
pero tu casa y tu encantadora persona me han recordado que soy un hombre, con las necesidades de un hombre. Quizás después del tratamiento podrías...", e hizo un gesto
vago en el aire con su mano.
______ trabajaba sobre él en silencio, considerando cuáles eran sus opciones. Se
mordió el labio, sabiendo que su deseo más profundo quedaba totalmente fuera de la
cuestión. Ese deseo que la impulsaba a arrancarse su delgada camisola de seda y frotar
sus doloridos pechos contra su resbalosa espalda. El mismo que le decía que su polla se
sentiría mejor aún si ella le frotaba su suave Monte de Venus, o la colocaba en su boca.
El mismo que le decía que tenía un vacío muy adentro de su v@$*%a que se sentiría
mucho mejor si Joseph Jonas le administrara grandes raciones de esa polla de la
que hablaba. Grandes y palpitantes raciones. Profundas, largas y penetrantes raciones.
Dios, se estaba mojando. Esto no sería bueno. Había tomado una decisión.
"Muy bien, mi Señor. Creo que usted está listo para el tratamiento de caminar por
su espalda, y después de eso me aseguraré de que sus necesidades sean satisfechas".
* * * * *
El Séptimo Conde de Calverton hizo un gran esfuerzo por no saltar. Joe apenas
podía creer lo que acababa de escuchar. Su p*@e, que había saltado aun más ante sus
palabras, tampoco lo creía; ya estaba tratando de abrirse camino a los golpes a través de
la almohada debajo de su barriga.
Ella se bajó de los muslos de él, que inmediatamente se sintieron frescos y apenados
por la falta de su cálido peso sobre ellos. Él escuchó y siguió el rastro de sus
movimientos mientras ella hizo sonar una pequeña campana y se dirigió a la puerta
para responder al golpeteo que tuvo lugar casi inmediatamente.
Luego hubo una conversación silenciosa, pero no pudo escuchar nada de lo que se
decía, aunque se esforzara para hacerlo.
"Mi Señor, ahora me subiré sobre su espalda".
"Lo dudo mucho, mi querida". Su humor socarrón fue inútil. Con su modo fresco y
eficiente, Madame ______ se había subido cuidadosamente al diván y estaba apoyando
un pequeño pie con firmeza sobre la parte inferior de su espalda. Estabilizó su
equilibrio e inhaló.
El otro pie se unió al primero: él sintió todo su peso. Sus músculos estaban suaves y
flexibles gracias a sus masajes, y casi podía sentir cómo sus huesos se acomodaban en su
lugar nuevamente; en tanto, ella caminaba delicadamente hasta un punto justo debajo
de sus hombros y luego volvía sobre sus pasos.
Estaba completamente silenciosa, a tal punto que se podía escuchar el silbido de su
prenda de seda al moverse.
Supuso que estaba muy concentrada en sus pasos sobre su columna y tuvo que
admitir que su equilibrio y movimientos eran perfectos.
En pocos instantes, ya había terminado y se estaba bajando cuidadosamente de él,
de vuelta sobre la tierra.
"¿Está usted bien, mi Señor?".
Él se movió para experimentarlo. "Sí. La verdad que sí. Me ha aliviado gran parte
del dolor. Más que lo de costumbre, de hecho. Es increíble, Madame ______".
Comenzó a rodar hacia un lado, pero lo detuvo una mano firme sobre su hombro.
"Todavía no, mi Señor. Sus músculos están ahora muy suaves y relajados. Debemos
dejar que se despierten un poco, si le parece, antes de ponerlos a prueba".
"¿Y cómo 'haremos' eso?". Sus labios se curvaron sobre la almohada.
"Con esto".
Unos toques muy ligeros sobre su columna le dijeron que lo estaba volviendo a
masajear. Pero esta vez, en lugar del peso de sus manos, estaba usando algo muy suave,
como un trozo de piel de oveja.
Lentamente, frotaba su espalda, hacia arriba, hacia abajo y hacia arriba otra vez.
Sintió fuertes deseos de ronronear.
"¿Por qué manejas un burdel?". La pregunta se le deslizó antes de que tuviera
tiempo de pensarla.
Siguió un momento de silencio, mientras los movimientos de frotación continuaban,
constantes. Se preguntó si le contestaría siquiera.
"Es un trabajo como cualquier otro".
"Por la manera en que hablas, has tenido una buena educación. Eres atractiva,
inteligente y lo suficientemente astuta como para hacer que este lugar sea redituable, a
juzgar por lo que he visto. Seguramente tendrías mucho para ofrecerle a un marido".
Desde que la vio por primera vez, esta fue la única vez que sintió que sus palabras
generaron una reacción en ella. El ritmo de los masajes se alteró por un instante, casi
imperceptiblemente.
"¿Y usted cree que el matrimonio sería preferible a esto?".
Joe resopló. "¿Mejor que ser una prostituta, por más que sea una muy bien paga,
y dueña de su propia casa de putas? Desde luego que sí".
"Mi Señor, me temo que sus suposiciones están tristemente equivocadas".
"¿Qué quieres decir?".
Sólo un acallado golpeteo en el corredor rompió el silencio que siguió a su
pregunta.
Madame ______ quitó la piel de oveja de su piel con un golpecito final, y él suspiró
mientras ella cruzaba la habitación hacia la puerta.
Ahora, pensó. Ahora terminamos con el masaje, la frotación y el tratamiento. Ahora
me toca devolverle el favor y masajearla, frotarla y reconfortar su v@$*%a con una
buena dosis de Joseph Jonas.
Se le hizo agua la boca al imaginársela desnuda y resbalosa debajo de él, y su mente
comenzó a preguntarse si a ella le gustaría sentir esa cosa peluda sobre su piel. Quizás
unas cosquillas sobre sus pezones justo después de rozarlos suavemente con sus dientes. O tal vez se lo pasaría con delicadeza sobre su clítoris, apenas como para
prepararlo para su lengua. Por supuesto, también le gustaría probar con el aceite. A lo
mejor, echar un poco sobre su vientre y frotarlo con la cabeza de su polla sería
divertido.
O, mejor aún, frotárselo por la espalda, como se lo había hecho ella. Él sería un poco
más aventurado, por supuesto, y se aseguraría de que su trasero quede lindo, suave y
reluciente cuando haya terminado.
Quizás hasta deslizaría un poco entre sus cachetes. Para ver qué estrecho era su
culito. Nunca había poseído a una mujer de esa forma, pero escuchó muchas
conversaciones de fogón entre sus hombres, y muchos de ellos aseguraban que no había
nada igual.
Por primera vez, se preguntó si tendrían razón.
"¿Mi Señor?". Su voz calma y aplomada perforó el miasma de lujuria que se le
estaba formando sobre el cerebro.
"Ella es Jane. Ella se encargará de atender sus otras necesidades esta noche".
"¿Qué?".
podía creer lo que acababa de escuchar. Su p*@e, que había saltado aun más ante sus
palabras, tampoco lo creía; ya estaba tratando de abrirse camino a los golpes a través de
la almohada debajo de su barriga.
Ella se bajó de los muslos de él, que inmediatamente se sintieron frescos y apenados
por la falta de su cálido peso sobre ellos. Él escuchó y siguió el rastro de sus
movimientos mientras ella hizo sonar una pequeña campana y se dirigió a la puerta
para responder al golpeteo que tuvo lugar casi inmediatamente.
Luego hubo una conversación silenciosa, pero no pudo escuchar nada de lo que se
decía, aunque se esforzara para hacerlo.
"Mi Señor, ahora me subiré sobre su espalda".
"Lo dudo mucho, mi querida". Su humor socarrón fue inútil. Con su modo fresco y
eficiente, Madame ______ se había subido cuidadosamente al diván y estaba apoyando
un pequeño pie con firmeza sobre la parte inferior de su espalda. Estabilizó su
equilibrio e inhaló.
El otro pie se unió al primero: él sintió todo su peso. Sus músculos estaban suaves y
flexibles gracias a sus masajes, y casi podía sentir cómo sus huesos se acomodaban en su
lugar nuevamente; en tanto, ella caminaba delicadamente hasta un punto justo debajo
de sus hombros y luego volvía sobre sus pasos.
Estaba completamente silenciosa, a tal punto que se podía escuchar el silbido de su
prenda de seda al moverse.
Supuso que estaba muy concentrada en sus pasos sobre su columna y tuvo que
admitir que su equilibrio y movimientos eran perfectos.
En pocos instantes, ya había terminado y se estaba bajando cuidadosamente de él,
de vuelta sobre la tierra.
"¿Está usted bien, mi Señor?".
Él se movió para experimentarlo. "Sí. La verdad que sí. Me ha aliviado gran parte
del dolor. Más que lo de costumbre, de hecho. Es increíble, Madame ______".
Comenzó a rodar hacia un lado, pero lo detuvo una mano firme sobre su hombro.
"Todavía no, mi Señor. Sus músculos están ahora muy suaves y relajados. Debemos
dejar que se despierten un poco, si le parece, antes de ponerlos a prueba".
"¿Y cómo 'haremos' eso?". Sus labios se curvaron sobre la almohada.
"Con esto".
Unos toques muy ligeros sobre su columna le dijeron que lo estaba volviendo a
masajear. Pero esta vez, en lugar del peso de sus manos, estaba usando algo muy suave,
como un trozo de piel de oveja.
Lentamente, frotaba su espalda, hacia arriba, hacia abajo y hacia arriba otra vez.
Sintió fuertes deseos de ronronear.
"¿Por qué manejas un burdel?". La pregunta se le deslizó antes de que tuviera
tiempo de pensarla.
Siguió un momento de silencio, mientras los movimientos de frotación continuaban,
constantes. Se preguntó si le contestaría siquiera.
"Es un trabajo como cualquier otro".
"Por la manera en que hablas, has tenido una buena educación. Eres atractiva,
inteligente y lo suficientemente astuta como para hacer que este lugar sea redituable, a
juzgar por lo que he visto. Seguramente tendrías mucho para ofrecerle a un marido".
Desde que la vio por primera vez, esta fue la única vez que sintió que sus palabras
generaron una reacción en ella. El ritmo de los masajes se alteró por un instante, casi
imperceptiblemente.
"¿Y usted cree que el matrimonio sería preferible a esto?".
Joe resopló. "¿Mejor que ser una prostituta, por más que sea una muy bien paga,
y dueña de su propia casa de putas? Desde luego que sí".
"Mi Señor, me temo que sus suposiciones están tristemente equivocadas".
"¿Qué quieres decir?".
Sólo un acallado golpeteo en el corredor rompió el silencio que siguió a su
pregunta.
Madame ______ quitó la piel de oveja de su piel con un golpecito final, y él suspiró
mientras ella cruzaba la habitación hacia la puerta.
Ahora, pensó. Ahora terminamos con el masaje, la frotación y el tratamiento. Ahora
me toca devolverle el favor y masajearla, frotarla y reconfortar su v@$*%a con una
buena dosis de Joseph Jonas.
Se le hizo agua la boca al imaginársela desnuda y resbalosa debajo de él, y su mente
comenzó a preguntarse si a ella le gustaría sentir esa cosa peluda sobre su piel. Quizás
unas cosquillas sobre sus pezones justo después de rozarlos suavemente con sus dientes. O tal vez se lo pasaría con delicadeza sobre su clítoris, apenas como para
prepararlo para su lengua. Por supuesto, también le gustaría probar con el aceite. A lo
mejor, echar un poco sobre su vientre y frotarlo con la cabeza de su polla sería
divertido.
O, mejor aún, frotárselo por la espalda, como se lo había hecho ella. Él sería un poco
más aventurado, por supuesto, y se aseguraría de que su trasero quede lindo, suave y
reluciente cuando haya terminado.
Quizás hasta deslizaría un poco entre sus cachetes. Para ver qué estrecho era su
culito. Nunca había poseído a una mujer de esa forma, pero escuchó muchas
conversaciones de fogón entre sus hombres, y muchos de ellos aseguraban que no había
nada igual.
Por primera vez, se preguntó si tendrían razón.
"¿Mi Señor?". Su voz calma y aplomada perforó el miasma de lujuria que se le
estaba formando sobre el cerebro.
"Ella es Jane. Ella se encargará de atender sus otras necesidades esta noche".
"¿Qué?".
yolanda- Admin
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Fecha de inscripción : 05/12/2009
Edad : 26
Localización : ciudad real-españa
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 3
______ no tenía idea de cómo había hecho para no reírse. La cara de Joseph
Jonas cuando se puso de pie de un salto fue un estudio del impacto que no tenía
precio.
"Pero yo pensé...".
"Ah, Señor, yo soy muy buena. No lo defraudaré". Jane miró a Joe con un gesto
de ansiedad y bajó los ojos hasta su polla, que estaba erguida como un militar.
Él se dejó caer sobre el diván.
Jane cruzó la habitación y cayó de rodillas graciosamente frente a él, estirándose
para tomarlo suavemente con la mano. "Uuh, es una belleza lo que tiene aquí, Señor.
¿Le molesta si le doy un beso?".
El Conde parecía aturdido y ______ pudo ver cómo su piel temblaba cuando Jane
dobló su cabeza y apretó sus labios contra su erección.
______ se dio vuelta para dejarlos solos.
"Madame ______".
La voz de él la detuvo en su camino. Se dio vuelta y levantó una ceja al notar que
Jane no había dejado de proceder. Al contrario, ahora se estaba poniendo muy cómoda
entre los muslos abiertos de Joseph.
Ella se negaba a admitir que la imagen de la oscura cabeza de Jane moviéndose
lenta y sensualmente sobre la polla de Joe era excitante, pero sintió que su vientre
se contraía y sus propios fluidos humedecían sus muslos, convirtiéndola en una
mentirosa.
"¿Mi Señor?". Su voz carecía de expresión.
"Pagaré el doble si tú te quedas".
Eso hizo que Jane levantara la cabeza y le echara una rápida mirada a su patrona.
______ tomó un par de decisiones a la velocidad del rayo, y le hizo una seña con la
cabeza a Jane para que continúe con lo que estaba haciendo.
"Muy bien, mi Señor. Si eso es lo que desea. Comprenderá que yo no participaré,
por supuesto".
"Por supuesto". La luz de la vela centelleaba reflejada en sus ojos marrones. "Pero
estarás mirando".
______ cruzó la habitación y se sentó en una silla de espaldar alto, mientras se
acomodaba cuidadosamente su bata de seda.
"No quitarás los ojos de nosotros. ¿Está claro?".
______ buscó su mirada, ofreciéndole a cambio otra sin expresión alguna. "Desde
luego, mi Señor. Siempre hacemos honor a los deseos de nuestros clientes".
"No siempre". La contestación entre dientes de Joe casi ni se escuchó, ya que
Jane comenzó a chuparle la polla con entusiasmo, bajando ruidosamente hasta su
gruesa base y luego hacia arriba nuevamente, para agitar su lengua por debajo de la
cabeza.
______ observaba, tal como le habían indicado.
Tenía los puños tan apretados que sabía que sus uñas le dejarían pequeñas
cicatrices en las palmas de las manos; sin embargo, no dejaría que ni un músculo le
demostrara a este hombre que la afectaba.
No haría ni un leve movimiento que revele que el sólo ver su cuerpo reluciente de
sudor la excitaba. Tampoco dejaría ver que una gota de su propia transpiración se
deslizaba por su columna, a la que mantenía tan rígida contra la silla.
Sus pezones se habían endurecido hasta convertirse en pequeñas protuberancias
marrones cuando Jane comenzó a acariciar sus pelotas, además de su verga.
Su pecho estaba tan bien formado como el resto de él, fuerte y levemente
bronceado, como si realmente hubiera estado trabajando afuera al sol sin la protección
de una camisa. El hecho de saber cómo se sentía su carne debajo de sus dedos hizo que
el corazón de ______ latiera más rápidamente, y comenzó a sentir un desapacible
anhelo dentro de su cuerpo.
Él deslizó su mano sobre la cabeza de Jane, empujando su cabello hacia un lado.
"¿Jane?".
Ella dejó de moverse y lo miró por sobre su reluciente erección. "¿Señor?".
"Jane, deja tus senos sueltos para mí, me gustaría verlos".
"Muy bien, Señor".
Pero fue a ______ a quien Joe miró mientras Jane se bajaba el vestido desde los
hombros, arrugándolo. Eran los senos de ______ los que Joe miraba al estirarse para
acariciar la suave carne de Jane, y fue a ______ a quien Joe guiñó el ojo cuando
acercó a Jane hasta su boca y chupó su pezón, haciéndola gemir.
______ no pudo evitar que su cuerpo reaccionara. Se movió muy suavemente,
esperando poder esconder el hecho de que sus propios senos estaban a punto de
prenderse fuego por el calor que le provocaba su mirada.
Rogó que sus propios pezones, que se endurecían rápidamente, no delataran su
condición. Estaba caliente, mojada y penando; pero si él lo notaba, estaba condenada.
Jane ahora frotaba su pecho contra los muslos velludos de Joe, habiendo
retomado su anterior tarea de devorarle su p*@e. Él pasó suavemente sus manos por el
cabello de Jane mientras estudiaba los bucles dorados de ______.
Ella se contuvo para no estirar la mano y comprobar si su elegante peinado seguía
intacto. Su mirada bajó rápidamente hasta sus senos otra vez, calentándolos con la
pasión que ella notaba en sus ojos.
Él la deseaba, eso era un hecho. Por qué ella también lo deseaba, no tenía idea.
Jane estaba disfrutando abiertamente esta noche. En lugar de su sesión regular de
cinco minutos, ella estaba extendiendo ésta, llevándolo hasta el límite, para luego
relajarse y permitir que ambos tomen aire.
"Me gustaría ayudarlo a que se acabe pronto, Señor", dijo ella finalmente en voz
baja, frotando un pezón contra sus bolas.
"A mí también me gustaría eso, Jane. Pero no en tu boca, si te parece bien. En tu
mano. De esa manera, podremos hacer como que Madame ______ allí es realmente
parte de la diversión. ¿Qué te parece?".
"Ay, Señor". Jane rió nerviosamente, sonrojándose ante su propia calentura.
"Madame ______ no juega con los clientes, Señor".
Joe disparó la mirada hacia ______.
"Jane, creo que ya puedes terminar con el Conde". El tono entrecortado de ______
recordó sus obligaciones a Jane.
"Sí, Madame ______. Será un gusto para mí".
"¿Jane?. Prueba el tacto sobre ese punto de presión del que hablamos en la reunión
de ayer". ______ se permitió darle tanta expresión a su voz como la que le habría dado
si hubiera estado ordenando el vino para la cena.
"Uuuh. Muy bien, señora". Jane rió nerviosamente otra vez y volvió a inclinarse
sobre la polla de Joe con entusiasmo.
Apenas le llevó unos segundos esta vez hacer que Joe esté a punto de acabarse,
y ______ notó qué rápido subía y bajaba su pecho. Sus ojos estaban casi completamente
cerrados, pero ella no se engañó a sí misma pensando que no estaba atento. Este
hombre era peligroso, como le había advertido Matty, y sabía que no debía bajar la
guardia.
Jane alejó su boca con una última y amorosa chupada, y dejó que su mano se hiciera
cargo. Relajó la otra, que estaba debajo de sus pelotas, y la deslizó hasta los apretados
músculos de su culo. Sus ojos se agrandaron.
______ no movió un músculo, sabiendo que ahora Jane estaba introduciendo
delicadamente un dedo en su parte trasera y trataba de llegar a un cierto lugar. Ella se
dio cuenta con certeza de cuándo fue el preciso momento en que Jane lo encontró.
Él gruñó y levantó el trasero del diván.
Jane se aferró a su palpitante p*@e, sin dejar de mantener el ritmo. Él lanzó su
cabeza hacia atrás, estirando los tendones de su cuello.
"Sí, ahora. Ahora ______".
La mente de ______ se paralizó al escucharlo gritar su nombre. No el de Jane, no el
de la mujer cuya mano lo masturbaba como los dioses. Sino su nombre. ______. Se dio
cuenta de que estaba fantaseando con ella.
Sin aliento, vio cómo las venas de su polla latían violentamente. Él volvió a gruñir,
y de su p*@e salieron expulsados chorros de semen, que probablemente eyaculaba a
borbotones al ritmo de los latidos de su corazón. ______ quería averiguarlo.
Quería poner su mano sobre el pecho de él y sentir ese corazón golpeando debajo
de su mano. Apoyar su cabeza allí y escuchar como volvía a bajar el ritmo.
¿Qué habría sentido Jane?, se preguntó. ¿Qué se sentiría al tener a un hombre como
ese entre las manos mientras expresaba a gritos su placer?
Por primera vez en su vida, ______ sintió curiosidad por saber.
Y su interés no pudo haber sido despertado por un hombre más riesgoso. Éste era
realmente un caso en el que la curiosidad bien podía matar al hombre.
"Gracias, Jane. Fue una experiencia excelente".
Jane, que ya estaba estirando su vestido y volviendo a atar sus lazos, le regaló una
amplia sonrisa.
"Bueno, gracias a usted, Señor. Fue un placer ayudar a alguien de tan buena calidad
como usted, Señor". Lo limpió delicadamente con un trozo de tela húmedo, secando los
restos de fluidos. Notó que era el mismo trozo de tela que ______ había pasado por su
espalda hacía un rato.
"Espero que vuelva a visitarnos pronto, Señor. Me haré cargo con gusto de
cualquiera de sus necesidades. Y no solamente con mi boca". Jane le hizo una pequeña
y descarada sonrisa a Joe e inclinó su cabeza a ______ con respeto mientras salía
raudamente de la habitación.
______ se puso de pie, rígida, protegiéndose con su aire de dignidad. Era la
armadura que utilizaba usualmente; pudo cruzar miradas con Joe sin mostrar un
destello de expresión. Se sentía muy orgullosa de sí misma. No fue una actuación fácil,
ya que sus propios fluidos se le pegoteaban entre los muslos.
Joe se levantó del diván. Ella había olvidado qué alto era.
Él se le acercó a propósito, desnudo, reluciente, con su p*@e descansando flácido
entre sus piernas.
Él sonrió al descubrirla echándole el ojo. "Él estará más que dispuesto para otra
vuelta contigo, ______. Sólo tienes que decirlo".
______ hizo una gran actuación al mirar hacia abajo, hacia su masculinidad. No
había duda, él estaba despertándose nuevamente.
"No, gracias, Lord Calverton. De todas maneras, si deseara algún servicio adicional,
puedo llamar a alguna otra de nuestras señoritas".
Joe suspiró y dio un paso para acercarse a ella aún más.
______ mantuvo su lugar, obstinadamente; algo dentro de ella le decía que
retroceder ante este hombre sería como admitir debilidad. Nunca hay que dejar ver la
debilidad de uno. Ella lo había aprendido por el camino más difícil. De otro Calverton.
Con una gran sonrisa, Joe la rozó al pasar a su lado mientras iba hasta el
biombo, de donde tomó su ropa. Con un exhibicionismo desvergonzado, se vistió
lentamente en frente de ella.
"Mis felicitaciones, Madame ______".
"¿Se siente mejor su espalda?".
"Mi espalda, mi parte delantera, mi polla y mis bolas". Él le sonrió ampliamente. Si
lo que quería era espantarla con su lenguaje, fue bastante bueno y original. "Todo se
siente mejor. Todo, excepto por una cosa".
______ inclinó levemente la cabeza y dejó que su ceja levantada hiciera la pregunta.
"Mi mente, ______. Mi mente no está satisfecha".
______ parpadeó una vez mientras él se le acercaba. Desnudo, era el sueño de toda
mujer. Vestido, era avasalladoramente guapo, y su presencia colmaba todos sus
sentidos.
"Mi mente está llena de ti, ______. Eres un rompecabezas, un enigma. Un misterio.
Yo soy un hombre al que le gusta resolver misterios. Al que le gusta dejarlos al
desnudo. Indagar sus secretos más oscuros y sacarlos a la luz. Me gusta tomar los
rompecabezas con las manos, ______".
Estaba más cerca de ella de lo que su paz interior podía soportar. Sus ojos brillaban
al encontrar la mirada calma de ella. Ella casi podría jurar que él estaba divirtiéndose
más al provocarla con sus dobles mensajes que cuando Jane se la chupó.
"Me encanta desparramarlos, ver qué los mueve, cómo tocarlos y suavizarlos y
hacerlos mover más rápido. Como a tu pulso. Justo aquí". Él estiró su mano y posó la
puntita de su dedo índice sobre el cuello de ella, donde sus latidos golpeaban como un
caballo de carreras llegando a la meta.
"¿Te has dado cuenta de que un hombre puede saber mucho sobre una mujer con
sólo observar este pequeño punto?". Rozó su piel delicadamente con el dedo. ______ lo
sintió como si la estuviera marcando a fuego y luchó una gran batalla contra sus reflejos
para no estremecerse cuando la tocaba.
"Late como si fuera el corazón de un ave enjaulada. Dios, eso es poético.
Generalmente, no digo cosas así. Debe ser tu influencia, ______".
Seguía rozando su piel con el dedo, hacia atrás y hacia delante.
"Eso, y el hecho de que quiero cogerte hasta dejarte inconsciente".
A ella se le atoró el aire en la garganta, pero continuó sosteniéndole la mirada. Sabía
que ya la estaba haciendo sonrojar con el tacto y con las palabras, pero se negaba a
sucumbir ante sus modales seductores. Este hombre bien podía ser su enemigo
declarado. Debía aferrarse a esa noción y no caer a sus pies, derretida en un charco de
deseo.
"Quiero tenerte gritando debajo de mí, ______. Yo me pregunto, ¿has gritado
alguna vez? ¿Sentiste alguna vez desesperación por que un hombre te ensarte la polla
como para hacerte dar ese paso que te lleva a otra dimensión? ¿A una dimensión de claroscuros, de días y noches, una dimensión donde no existe nada más que el placer y
el dolor de finalizar, de acabarte, de liberar tu alma?".
Los labios de él estaban más cerca ahora, y aún así ______ se negó a mover un
músculo. Se preguntó si podría volver a moverse alguna vez. Su cuerpo estaba
encerrado en una lucha furiosa contra sí mismo, y ella estaba segura de que muy
probablemente terminaría siendo una víctima fatal.
"Nosotros también lo haremos, ______, tú y yo. Vamos a coger y será pronto. A
veces simplemente sé este tipo de cosas. Luego te miraré a los ojos mientras te chupe los
senos y te miraré a los ojos al hacerte acabar con mi lengua dentro de tu tibia v@$*%a.
Te miraré a los ojos mientras empuje mi p*@e bien adentro de tu cuerpo húmedo, y
ellos me dirán lo que quiero saber, ______. Tus ojos me dirán cuánto quieres poseer mi
polla. Ellos delatarán tus secretos, ______. Todos ellos. Lo sé. Cree esto que te digo".
Él se apartó un poco, como esperando una reacción.
Ella no le dio nada.
"Hasta entonces, dulzura mía". Sus labios rozaron los latidos de su cuello. "Sólo
tendrás que soñar conmigo. Te puedo asegurar que yo estaré pensando en ti". Se puso
el dedo que había apoyado sobre su cuello en la boca y lo chupó, con la mirada clavada
en ella todo el tiempo. Luego lo sacó lentamente, mientras sus labios se curvaban. "Muy
pronto, ______. Muy pronto".
Él se alejó mientras se ponía la chaqueta, lanzándole una sonrisa al salir de la
habitación.
Ella se quedó inmóvil por un minuto completo, luego se desplomó en la silla,
apoyando la cabeza contra el adornado tallado.
Levantó una mano temblorosa hasta sus mejillas.
Para su sorpresa, unas lágrimas rodaban libremente por su piel y salpicaban su
vestido de seda azul.
* * * * *
Joe no tenía idea si sus piernas soportarían su peso al bajar las escaleras para
salir de la Crescent. Estaba tan débil como el consabido gatito, pero no por el efectivo
servicio de Jane.
Estaba débil por el clímax que había tenido porque ella lo estaba observando. Pensó
que era bastante duro en casi todas las cuestiones sexuales. Maldición, era un soldado,
por el amor de Dios. Lo había visto todo y lo había hecho todo. Bueno, o casi todo.
Pero esta noche fue la experiencia más erótica que podía recordar. No por la boca
de una mujer, ni por su v@$*%a, ni siquiera por tocarla. Solamente por sus ojos.
Porque, durante unos instantes, esos ojos grises ardieron. Y él sintió su calor desde
el otro lado de la habitación.
¿Qué iría a sentir cuando ardieran debajo de él?
Su p*@e volvió a pararse, recordándole que era mejor tener esos pensamientos en
un lugar menos público.
Paseó por varias habitaciones donde probó un poco del excelente brandy y
conversó con conocidos. Se dijo a sí mismo que no estaba esperando que la dueña del
establecimiento hiciera su aparición.
También sabía que se estaba engañando a sí mismo.
"¿Joseph? ¿Eres tú?".
Una voz ligera cortó el murmullo de la conversación cuando Joseph se dirigía al
gran vestíbulo.
"Dios Santo, eres tú. ¿Qué diablos estás haciendo tú aquí, querido?".
Joseph Jonas habría pegado media vuelta y habría salido corriendo, si hubiera
podido. Desgraciadamente, la estrategia de retirada no era una opción.
"Elizabeth. Qué sorpresa". Joe vio cómo Lady Elizabeth Wentworth se
desplazaba a través de la multitud para esperarlo al pie de las escaleras
Hermosa, un poco escandalosa y aclamada por el pueblo, Elizabeth no ocultaba su
interés en Joe. Sin embargo, él estaba entre varios a los que favorecía y Joe sólo
esperaba que hubieran otros antes que él en la lista.
Él disfrutaba de su compañía y creía que había una persona agradable realmente
debajo de toda su superficialidad social, pero no estaba seguro de estar listo para jugar
su juego esta noche. Había quedado demasiado fuera de estado.
Vio cómo su cabello negro y sus ojos azules acaparaban la atención de los hombres
que pasaba por al lado. Realmente era adorable. No podía entender por qué no le
aceleraba el pulso.
Su vestido era una obra de arte del eufemismo, colgando precariamente de sus
senos, y dando la impresión de que si respiraba hondo, caería por completo. "Si hubiera
sabido que vendrías, te habría rogado que me hagas un lugar en tu carruaje, Joe",
dijo haciendo pucheros, y deslizó su brazo a través del de él.
"No esperaba encontrarte en un lugar como este, Elizabeth". Joe logró un tono
de voz levemente desaprobatorio.
"Ay, querido, qué gracioso eres. Todos vienen a la Crescent ahora. Bueno, no todos,
supongo. Pero mucha gente, de hecho. Y sirven muy buenas mesas y la sala de juego
está bien manejada. Además, le pedí a Tony que me traiga porque Mamá está tratando
de decidir si debe tratar de salvar a estas ´Pobres Desafortunadas´, y pensé que debía
echar un vistazo antes de que ella se involucre demasiado...". Bajó la voz y miró a su
alrededor, y Joe también lo hizo.
Estaba buscando en vano a una Pobre Desafortunada, pero no la podía ver.
"Tú sabes cómo es Mamá", continuó Elizabeth, arrastrando a Joe a su lado.
Joe sabía que "Mamá" era Lady Amanda Wentworth, apodada "Armada"
Wentworth por algún gracioso, que asoció su estilo con el de la Armada Española. Una
docena de galeones viento en popa.
A Lady Wentworth le gustaba entretenerse rescatando a Pobres Desafortunadas,
como les decían a las mujeres no castas de Londres. Viendo que su marido era un
contribuyente importante en la perdición de muchas Pobres Desafortunadas, Joe
supuso que ella hacía lo correcto. Había una especie de simetría en ello.
Una cierta agitación detrás de él capturó su atención.
Madame ______ estaba bajando las escaleras.
"Oh, apuesto que es una de ellas", parloteó Elizabeth ruidosamente.
Joe miró a ______, ahora vestida exquisitamente con encaje gris y perlas,
moverse entre sus invitados.
"Dudo mucho que sea pobre, Elizabeth. Y en cuanto a ser desafortunada, bueno,
sólo mírala". Joe no podía quitar los ojos de la graciosa imagen de ______ mientras
hacía gestos con la cabeza y sonreía a amigos y ofrecía su mano a nuevas relaciones.
"Esa es Madame ______. Tu anfitriona esta noche". Sintió su polla retorcerse ante la
mera mención de su nombre.
"Ah, esa es ella".
Algo en la voz de Elizabeth capturó la atención de Joe, quien despegó la mirada
de la mujer alta de gris.
"¿Sabes de ella?".
"Bueno, por supuesto, pero no personalmente. ¿Dónde has estado, Joseph? Ah, me
olvidaba...". Su risa leve tintineó entre las velas. "Has estado en el campo. Trabajando".
Reprimió un estremecimiento dramático.
"Madame ______. ¿Dijiste que la conocías?".
"Bueno, si... no, no la conozco a ella exactamente...".
"Hola, viejo amigo. ¿Buscando un poco de sexo? ay, perdón Elizabeth. No te
había visto". Una figura de gran tamaño apareció al lado de Joe y resultó ser Sir
Anthony Douglas.
En circunstancias normales, los dos hombres habrían intercambiado frases de
cortesía, se habrían palmeado mutuamente sobre la espalda, habrían compartido
comparaciones de las mujeres disponibles para satisfacerlos y habrían seguido sus
caminos por separado.
Esta noche, sin embargo, Joseph Jonas apretó los dientes, deseando tener su
espada de gala para deshacerse de Sir Anthony Douglas. Elizabeth estaba a punto de
revelarle los secretos de ______ y este este bodoque tenía que entrometerse.
"Tony, voy a dejar que Joseph me lleve a casa, ahora. ¿Te importa?". Le sonrió de
manera deslumbrante. A Joe, el corazón se le cayó al suelo, justo hasta sus bien
lustradas botas.
"Para nada, Elizabeth. Buena idea. Creo que iré a jugar un poco al billar". Codeó a
Joe tan fuerte que casi lo tira al suelo. "No sé si me entiendes, viejo". Recibir un sutil
guiño y un codazo de un hombre que medía fácilmente seis pies cinco pulgadas, debía
pesar cerca de doscientas ochenta libras, y tenía un cabello rojizo como el atardecer, fue toda una experiencia. Algo así como que un elefante te pase por arriba, se imaginó
Joseph.
Elizabeth rió tontamente. "Ay, Tony, niño malo. Ve entonces". Tony los saludó con
la mano y desapareció por una puerta cercana. "Él es tan gracioso. Se piensa que no lo
sé".
"¿Qué cosa?".
"¿Lo de la Sala de Billares?".
Joe meneó la cabeza, sin entender una palabra de la conversación.
Elizabeth lo miró sorprendida. "Realmente no lo sabes, ¿no?".
"¿Que cosa?", repitió con los dientes apretados.
Elizabeth se acomodó contra él aún más y se puso en puntas de pie, para susurrarle
al oído. "La sala de Billares es donde las Pobres Desafortunadas juegan al billar". Hizo
una pausa para generar un clima dramático.
Joe lo arruinó. "¿Y?".
Elizabeth suspiró. "Lo hacen sin la protección de la ropa". Su susurro apenas había
alcanzado su oído cuando ______ pasó la mirada por su cara y la detuvo allí.
Él se paralizó; mientras tanto, se le cruzaba por la mente la imagen de ______,
desnuda, con su pelo dorado volcándose sobre la mesa de paño verde mientras él la
penetraba desde atrás. Respiró profundo.
"Sí, ¿no es muy, muy horroroso? Eso es lo que le hizo pensar a Mamá si estas Pobres
Desafortunadas no deberían ser las próximas en su lista de gente para ayudar".
Elizabeth. Pídele a alguien que busque tu capa. Yo busco mi carruaje y nos
encontramos afuera". De repente quería salir de este lugar. El aire era sofocante, no
podía respirar y necesitaba ir a algún lugar donde pudiera pensar en ______, sin tener
que verla reírse y sonreír y hablar con otros hombres.
Fue hasta la puerta, donde Antonio, el mayordomo gigante, lo esperaba.
"Su cuenta de esta noche, mi Señor. ¿Querría pagar ahora o le mandamos un
mensajero a su hombre de negocios mañana?", le preguntó, entregándole a Joe una
pequeña tarjeta doblada.
"Me ocuparé de ello ahora mismo". Joe sacó algunas monedas y contó cincuenta
guineas sin pestañear. "Su patrona debe ser bastante costosa. Esa es una suma
importante para un masaje".
"Ah, no, mi Señor, está equivocado. La tarifa es por los servicios de Jane, y está
multiplicada por dos, como usted lo pidió. Madame ______ no acepta dinero por
tratamientos médicos que hace de bondadosa que es, nomás".
Antonio miró a Joe como si fuera una forma de vida inferior.
De repente, él sintió que lo era. Pero, a su vez, se estaba yendo de una casa de putas,
sin importar qué tan emperifollada estaba como para verse como una tertulia elegante.
¿Cómo podría saber que su dueña consideraba los masajes que daba como tratamientos
médicos de beneficencia?
Una vocecita le dijo que haría bien en confiar en los mensajes que su corazón le
estaba enviando a su cerebro. Él ignoró a la vocecita.
"Estoy lista, querido. ¿Vamos?". Elizabeth se apuró para llegar hasta Joe, lo
tomó de la mano y lo condujo hasta la puerta para dejar atrás la Baulieu Crescent Nº 14.
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
ESTE CAP ES MÁS CORTO
"Bueno, cuéntame sobre Madame ______".
Elizabeth miró a Joe cuando le disparó la orden, sin esperar siquiera que
termine de acomodar su vestido sobre el asiento frente a él. El carruaje se puso en
marcha y ella le entrecerró los ojos al hombre sentado en frente que le clavaba la
mirada.
"¿Por qué quieres saber?".
"Elizabeth. No seas fastidiosa".
"Voy a hacer un trato contigo. Te diré lo que sé si me tocas mientras lo hago".
"¿Qué?". Joe no se habría sorprendido tanto si el carruaje hubiera sacado alas y
levantado vuelo sobre Londres.
"Tócame, Joseph. He estado viendo toda la noche cómo la gente allí se rozaba entre
sí, cómo se frotaban y se besaban. Me está haciendo perder la cabeza".
"No sabes lo que dices", respondió Joe abruptamente. "Y si crees que vas a
hacer que me case contigo con algún tipo de comportamiento comprometedor, déjame
decirte lo equivocada que estás".
Elizabeth suspiró. "Maldito seas, Joseph Jonas. No se trata de ti. Aunque solo
Dios sabe que aparentemente no puedo convencer a ningún hombre sobre eso. No
quiero casarme contigo. ¿Me oyes?".
Ella estaba inclinada hacia delante ahora, golpeándole el pecho con un muy rígido
dedo índice.
"Te oigo. Como también lo hacen la mitad de Londres, una parte de Chiswick y
quizás unos dos tercios de las embarcaciones del Támesis".
Ella ignoró el sarcasmo. "Tengo necesidades, Joseph. Una mujer tiene necesidades.
Me estoy haciendo cargo de ellas sola. Quiero saber que puedo hacer que a un hombre
se le pare la pija, como hace esa Madame ______".
"¿De qué demonios estás hablando? Y cuida tu vocabulario". Joe luchaba para
encontrar las palabras. Elizabeth Wentworth, la Incomparable del pueblo, estaba
usando palabras que nunca pensó que escucharía salir de sus elegantes labios.
"Te vi cómo la mirabas, Joe. Ella bajó esas escaleras y tus pantalones casi
explotan. Ahora, mira esto...". Ella se inclinó más cerca y tiró de la parte delantera de
su vestido.
Sus senos se derramaron en las sombras del carruaje, y Joseph tuvo que reconocer
que eran unos hermosos ejemplares de atributos femeninos.
"¿Ves?".
"Ejem. Sí. Veo muy bien. Ahora guárdalos".
Elizabeth se inclinó aún más cerca, haciéndole sentir su suave fragancia. "No, estoy
hablando de esto, Joe". Ella puso su mano sobre la entrepierna de él, sintiendo el
bulto que había aparecido en el mismo momento en que soltó sus senos.
"Muy lindo, pero mira esto. Si yo te dijera que parece que a Madame ______ le
gusta que le chupen los senos...".
Sin dudas, debajo de la mano de Elizabeth, la polla de Joe se levantó atenta, y
maldijo a su propio cuerpo por delatarlo.
Elizabeth sonrió. "Querido, a mí no me importa. Si quieres cogerte a una pu*a, para
mí está bien. No se trata de sentimientos, o amor, o matrimonio, o felices por siempre
jamás. Se trata de que quiero aprender más sobre el placer. Quiero que me toquen con
algo de calidez y afecto. Soy una mujer grande, Joe. He visto sexo por todos lados a
mi alrededor esta noche y quiero tener algo de eso yo también. Con alguien de
confianza. No hagas que busque a alguien más".
Ella se estiró hasta alcanzar su mano y la trajo hasta la suavidad de su seno,
suspirando con placer al frotarla sobre su duro pezón. "¿Por favor?".
Joe luchó una valiente batalla contra sí mismo, pero él también estaba al límite.
Una belleza de ojos grises llenaba su mente, su polla se ponía más dura a cada segundo
y una mujer hermosa le estaba pidiendo que tocara su cuerpo.
Diablos, él era simplemente humano.
"Que esto no salga de este carruaje, Elizabeth. ¿Soy claro?".
"Totalmente, Joe. Ciertamente, no quiero que el resto del mundo sepa que tuve
que rogar por un favor sexual, ¿no te parece?". Joe no pasó por alto su tono
socarrón.
"No vas a recibir favores sexuales. Voy a ayudarte a sentir placer, pero eso es todo,
Elizabeth".
"Eso es todo lo que quiero, querido". Ella se deslizó a su lado y apretó sus senos
contra su pecho. "Hasta te dejaré simular que soy ella...".
Joe frunció el ceño. "Yo soy atento con mis partenaires sexuales, Elizabeth. No
juego ese tipo de juegos".
Elizabeth rió tontamente. "Muy bien. Pero no puedes evitar que te cuente lo que sé
sobre ella, ¿verdad? Continúa, Joe. Tócame. No me quebraré".
Joe suspiró. La amistad a veces ponía al hombre bajo demasiada presión. Inclinó
su cabeza sobre los senos de Elizabeth. Eran pulposos y firmes; ella tembló cuando besó
suavemente la tibia elevación de carne y tiró de un pezón con sus labios.
"Ah, sí. Eso es adorable. Más, por favor".
Él la complació. "Bueno", susurró sobre la humedad que su lengua había dejado
alrededor de sus pezones, haciéndola temblar. "Ibas a contarme sobre ella".
Elizabeth arqueó su espalda, empujando su seno contra la cara de él. "Sí. Ella es
joven, sabes. No tiene más de veintidós, según me dijeron. Ay Dios, más de eso, sí... ahí
mismo...".
Sus labios y dientes estaban ocupados mordisqueando, lamiendo, reconfortando. Él
sintió que los huesos de ella se derretían cuando aflojó sus brazos de alrededor de su
cuerpo y la acomodó sobre su falda. Su mano desató los lazos de atrás y ella lanzó un
suspiro de alivio cuando él aflojó el corsé de su vestido y lo soltó. Elizabeth era una
mujer adorable.
Él se preparó para su tarea.
"Hace menos de un año que maneja la Crescent. Algunos dicen que la heredó, otros
que la compró directamente después de haber trabajado allí toda su vida. Otros dicen
que un hombre la compró para ella, para sobornarla".
Los dientes de Joe se prendieron fuertemente de un pezón, lo que hizo chillar a
Elizabeth.
"Discúlpame. Continúa".
"Lo haré si tú lo haces".
Joe, como un excelente soldado que era, acató las órdenes. Deslizó una mano
por debajo de los pliegues sueltos de su vestido hasta su muslo para provocar, hacer
cosquillas y acariciar la suave carne que encontró por encima de su liga prolijamente
atada.
"Ella... ella... ay, querido, esto se siente taaaaan bueno", se retorcía Elizabeth
mientras Joe tomaba su suave Monte de Venus en su mano.
Él podía sentir su líquido humedeciendo la palma de su mano, y deslizó sus dedos
cuidadosamente por entre los pliegues de esta mujer, aprendiendo qué le gustaba y qué
no, y desparramando sus fluidos libremente por su inflamada carne.
"Continúa", le insistió Joe, poniendo más presión sobre su clítoris y haciéndola
gemir.
"Ella...eh...dicen que ella aún es virgen. Otros dicen que ha tenido más hombres
que Mesalina. Sus muchachas son muy apreciadas, eso es seguro". Elizabeth suspiró
cuando Joe deslizó un dedo dentro de ella.
"Ay, eso es adorable. Mmm. Sí... ¿Sabías que Pinky Waterston pagó doscientas
monedas de oro por una noche con una de ellas?". Ella abrió los ojos y miró a Joe.
"Doscientas monedas de oro. ¿Puedes imaginártelo?".
Joe percibió que se estaba distrayendo y deslizó otro dedo dentro de ella,
recordándole dónde estaba y qué estaba haciendo.
Ella jadeó, y tragó antes de seguir. "Cuida bien de sus muchachas. No permite que
nadie les haga ningún tipo de daño. Hay reglas muy estrictas. Ay, Dios. Ay, Joseph".
Su voz se afinó hasta ser un susurro, mientras Joe penetraba más profundo.
Sus piernas se abrieron más aún cuando los dedos de Joe hacían sus hábiles
trucos mágicos sobre su distendido clítoris.
"No hablemos más, Elizabeth. No ahora".
La culpa hizo que Joe hiciera el amor a Elizabeth con su mano con todo el talento que
poseía. No tenía nada que hacer fantaseando con una mujer cuando otra estaba
recostada medio desnuda sobre su falda.
Enojado consigo mismo, chupó ferozmente sus pezones, atrayéndola con fuerza
contra su boca, mientras su mano se movía, ahora bruscamente, contra su carne
empapada. Tenía dos dedos metidos bien adentro de ella, y su pulgar apretado contra
su excitado clítoris y le mordía suavemente un pezón mientras movía sus dedos en
caricias rítmicas contra su conducto interior.
Ella se retorcía debajo de él, empujándose contra su mano y su boca. Ella gimió
cuando su mano encontró un lugar que hizo que todos los músculos de su cuerpo se
contraigan. Él sintió que su tensión aumentaba cuando el volumen de sus jadeos
entrecortados subió.
Duplicó la intensidad de todo lo que estaba haciendo.
Elizabeth apretó los dientes, estiró sus piernas y explotó debajo de él con un sollozo
salvaje.
Su v@$*%a atrapó a su mano, prendiéndose con tal salvajismo que él pensó que sus
dedos quedarían amoratados durante varios días.
Ella temblaba y se sacudía, indefensa ante el orgasmo que la arremetía.
Él la ayudó a relajar su cuerpo, reconfortando sus senos con suaves besos, para que
se sobrepusiera de los efectos que siguen al orgasmo, y deslizó la mano fuera de su
v@$*%a mientras sus jugos fluían entre sus dedos.
"Ah, Joseph", dijo en voz baja. "Gracias".
Joe se sintió un gusano. "Elizabeth, yo...".
Ella estiró una mano y puso un dedo sobre sus labios. "Hiciste lo que te pedí,
Joe. Y te agradezco por eso. Me has hecho un regalo esta noche. Me has hecho sentir
maravillosamente. Has aliviado mi cuerpo de las tensiones que sentía, y me diste algo
para usar como referencia. Algo de qué agarrarme cuando estoy sola y algo para
recordar si algún día necesito de un buen recuerdo". Ella sonrió maliciosamente. "Y me
has enseñado que Ryan Penderly es un pésimo amante".
"¿Qué?".
Elizabeth alisó su vestido y le dio la espalda. Joe todavía estaba tan pasmado
que comenzó a atar los lazos automáticamente, sin decir una palabra.
"Ryan Penderly. Sí. El hombre callado, obsesionado con los paisajes, antiguo
intendente, Ryan Penderly. Creo que voy a casarme con él, sabes. Pero tengo que
enseñarle algo sobre cómo son las cosas entre un hombre y una mujer. Por eso
necesitaba realmente algo con que compararlo, ¿me entiendes?".
Joe se dio cuenta de que su boca todavía seguía abierta y la cerró de golpe.
"Entonces todo esto, lo que acabamos... tú y yo, fue todo para...".
"Para descubrir si Ryan era bueno o no. Sí. No puedes comparar si no tienes con
qué comparar, ¿no?".
Jore sintió que se le dibujaba una sonrisa en los labios. "Elizabeth, eres una mujer
de lo más escandalosa".
Elizabeth le sonrió también. "Sí, lo sé. Y también sé que de verdad me gusta Ryan
Penderly. Es agradable. No es que tú no lo seas, por supuesto; tú eres mucho mejor a la
hora de complacer a una mujer, Joe, y tocaste divinamente mi cuerpo. Pero, y por
favor no te ofendas cuando te diga esto, no llegaste a tocarme el corazón".
"No estoy ofendido". Joe frunció el ceño. "No pienso". Él le dijo que no con la
cabeza. "De hecho, no sé qué pensar sobre nada más. Toda esta noche fue muy
confusa".
"Pobre corazón. Agarrarse una terrible calentura con una madame y que después se
te ofrezcan al volver a casa. Ha sido una noche bastante dura, ¿no?".
La total falta de compasión en su voz lo hizo sonreír.
"Sí. Qué bien. Muérete de la risa. Ya tienes lo que buscabas. ¿Y qué me queda a mí
esta noche?".
"Esa es una buena pregunta, Joe. ¿Qué te queda a ti? ¿El interés en una mujer
inadecuada? ¿Un corazón herido? ¿El ego lastimado? ¿Una terrible calentura? ¿Qué es
lo que te hace palpitar de Madame ______?".
Joe miró hacia fuera, a las oscuras calles de Londres, mientras el carruaje
aminoraba la marcha.
"No lo sé, Elizabeth. Y esa es la verdad. La verdad es que no lo sé".
En las ruidosas habitaciones de Baulieu Crescent Nº 14, Madame ______ no tuvo
oportunidad de hacer una reflexión introspectiva.
La gente requería su atención, y su negocio exigía que respondiera amablemente,
con sonrisas, con respuestas rápidas e ingeniosas y con un aire distante que le daba esa
distinción especial que sabía la convertía en una figura "aceptable".
El pueblo era inconstante: un día le prestaba atención a una persona y al día
siguiente la hacía pedazos. Hasta ahora, había tenido la suerte de atraer a la clase
correcta de gente a su casa y también de crear un ambiente donde los deseos sexuales
podían ir de la mano con la curiosidad sexual.
Los visitantes podían echarle un vistazo a los tesoros ocultos sin comprometer su
lugar en la sociedad, y estaba encantada de que algunas mujeres valientes hubieran
comenzado a aventurarse a cruzar las puertas y no sufrir las consecuencias de haberlo
hecho.
Una de esas mujeres era la que ocupaba sus pensamientos privados mientras
llevaba a cabo las tareas de esa noche. Esa atractiva mujer de cabellos negros que se
aferró al brazo de Joseph Jonas y no lo soltó más.
Dios sabía que ella no tenía por qué pensar en Joseph Jonas, mucho menos
preguntarse quién era la mujer y qué relación la unía a Joe. Pero en algún lugar, de
alguna manera, ese hombre se había metido debajo de su piel y le estaba ardiendo. En
lugares que pensó que nunca arderían por ningún hombre. Jamás.
El recorrido por su casa la llevó hacia un pasillo más silencioso, donde
generalmente se detenía para espiar los cuartos más alejados a través de discretas
mirillas. Se negaba a pensar que ofrecer sexo quería decir que una muchacha pudiera
ser maltratada. Quien quisiera lastimar a una mujer, debía ir a otra parte. Beaulieu
Crescent Nº 14 era una casa de placer y la expresa intención de ______ era que todos lo
entendieran así. No solamente los clientes.
Sally Trotter se estaba ganando su paga sin lugar a dudas esa noche. Entusiasta y
bonita, Sally tenía una lista regular de clientes, dos de los cuales estaban con ella esta
noche. Los hermanos Thompson-Ffyfe estaban enredados con Sally en una risueña y
ondulante maraña de extremidades, desparramados sobre la cama más grande de la
casa. Esta habitación era una de las que estaban reservadas para los clientes a quienes
les gustaba tener más de una partenaire por vez, y esta noche era para Sally, Ned y
Tommy. Mientras ______ observaba la escena, Ned Thompson-Ffyfe liberó sus piernas
y se zambulló hasta la cadera dentro de la v@$*%a de Sally, empujando su boca aún más
profundamente sobre la polla del hermano Tommy.
Tommy obviamente apreció la maniobra, y Sally lo chupaba ruidosamente y luego
lo soltaba, al tiempo que movía sus caderas desenfrenadamente contra el pobre Ned,
que estaba a punto de entregar todo lo que tenía.
______ cerró la ranura de observación cuando él gritó al acabarse.
Las otras habitaciones ofrecían más o menos lo mismo en términos de habitantes:
una variedad de hombres disfrutando del sexo con una variedad de mujeres de muy
variadas maneras. En su mayoría, los hombres pertenecían a la nobleza; las muchachas
de ______ no eran escandalosamente caras, pero ciertamente no eran para aquellos que
debían cuidar cada centavo.
Reprimió una risita al ver al cliente de Belle, un conocido médico y político, a quien
le estaban haciendo cosquillas con una enorme pluma. Aparentemente, sólo Belle podía
mantener la presión justa con la pluma, combinándolo con una talentosa manipulación,
para asegurar una rígida erección y una exitosa culminación. Este cliente en particular
acababa de aumentar sus visitas a tres veces por semana, y Belle -bueno-- Belle saltaba
de alegría.
______ caminó hasta la última puerta en el pasillo y espió silenciosamente hacia
adentro. Aquí, su muchacha más nueva, Susie, había hecho su "debut" esta noche
guiada por las avezadas manos de Gracie, una de las residentes de la Crescent más
experimentadas.
Su cliente había sido Neville Johns, un inversionista exitoso y un hombre de
modales tranquilos. No era particularmente guapo: el Sr. Graham dejaba generalmente
que su dinero hablara por él; pero ______ había descubierto que era agradable y
considerado, y categórico en su apreciación de sí mismo.
"Me gustan las mujeres, Madame ______", le había dicho cuando la buscó varios
meses atrás. "Pero mi apariencia no ayuda mucho para atraerlas. Mi dinero,
desgraciadamente, sí lo hace". Hizo una mueca apesadumbrada. "No tengo interés en
ser seducido por mi fortuna. Si voy a pagar por una mujer, será una transacción
honesta, en la que las partes tengan bien en claro la naturaleza del trato. Y entiendo que
sus muchachas son limpias, bien dispuestas y una agradable compañía".
______ había asentido con la cabeza a estas palabras, sabiendo que no decía más
que la verdad y orgullosa de la reputación que sus muchachas se habían sabido ganar.
"Por lo tanto, quisiera pedir dos mujeres por vez. Es algo que siempre me generó
curiosidad, pero que era poco probable que experimentara sin la ayuda de
profesionales". Su encantadora sonrisa había arrugado sus ojos, y ______ se descubrió
sonriéndole también.
Entonces el Sr. Graham se convirtió en un cliente regular, que venía por lo menos una
vez cada dos semanas y frecuentemente se llevaba dos de sus muchachas arriba con él
por la noche. Era costoso, pero a todos los involucrados les resultaba satisfactorio.
Y a juzgar por la escena que vieron sus ojos, una vez más el Sr. Graham había tenido
una noche placentera.
En medio de las arrugadas sábanas de la gran cama, Susie dormía profundamente
con sus jóvenes extremidades enmarañadas. Parecía satisfecha y su respiración apenas
agitaba las sábanas próximas a su nariz.
Neville Graham y Gracie, sin embargo, no habían terminado.
Sentados sobre la cómoda tapizada a los pies de la cama, Graham tenía a Gracie
sentada sobre su falda.
______ tuvo que admitir que aunque el Sr. Graham no estaba más en la flor de la
juventud, su cuerpo todavía era firme y agradable a la vista. Lo que podía ver de él
detrás de Gracie, para el caso.
Algo hizo que se quedara quieta, con el ojo apretado contra la mirilla. Generalmente
sólo revisaba que todo estuviera bien con sus muchachas y finalizaba su ronda. Pero
esta noche, algo era diferente. Sus necesidades eran diferentes. Su cuerpo se sentía
diferente.
Entonces esta noche se quedó mirando a Gracie mientras apoyaba su espalda contra
Neville Graham y lo dejaba complacerla.
______ pudo darse cuenta de que ella se había enterrado la polla de él bien adentro
de su culo. Esto sólo le dio un respiro a ______. Gracie no ocultaba el hecho de que
disfrutaba que la tomaran de esta manera, pero les daba esta oportunidad a pocos
clientes. El Sr. Graham debió haberse comportado muy bien esta noche para que Gracie lo
dejara llegar tan lejos. Sus cuerpos estaban alineados, con las ingles inclinadas hacia
delante, lo cual dejaba a ______ una vista sin obstrucciones de la v@$*%a reluciente y la
carne inflamada de Gracie.
Gracie gimió y llevó una mano de Neville hacia sus senos, mientras él deslizaba su
otra mano entre sus piernas y encontraba su clítoris.
Él movió sus caderas levemente y Gracie volvió a gemir.
Por un enceguecido instante, ______ se sintió desquiciadamente celosa. Quiso saber
qué se sentía. ¿Qué sentía Gracie en este preciso momento? ¿Cómo era sentir a un
hombre enterrado en las partes más oscuras de una y querer que su mano entre en los
lugares más secretos? Cerró los ojos brevemente; la imagen de la sonrisa de Joseph
Jonas flotó frente a ella.
Un gemido de Neville la distrajo, y ______ volvió a mirar cuando él lanzaba su
cabeza hacia atrás, curvaba los labios y apretaba los dientes.
Gracie temblaba; sus caderas lo embestían con movimientos pequeños pero
violentos. Ella apretó su mano contra la de Neville mientras él le hundía los dedos bien
adentro de su v@$*%a. Evidentemente estaban por acabarse.
Mientras ______ miraba, Neville y Gracie se contraían, y luego Gracie gritó al
acabarse. Neville estaba callado pero se estremecía mientras Gracie se sacudía sobre él.
La fuerza de sus orgasmos estalló en una ráfaga que atravesó la puerta y llegó al
espacio vacío entre los muslos de ______. Ella ansiaba esa misma culminación. Cerró la
mirilla con una mano temblorosa y alisó la parte de adelante de su vestido.
¿Qué andaba mal en ella?
Sintió un terrible temor de que la respuesta tuviera piernas largas y fuertes, un
trasero muy lindo y unos ojos marrones que le desgarraban el alma.
Suspiró y trató de sacar a Joseph Jonas de su mente.
Una vez completada su patrulla nocturna, ______ se dirigió a sus habitaciones
privadas. Todavía había algunos clientes abajo y sus muchachas estarían ocupadas por
un par de horas más. Pero las funciones de ______ de esta noche habían terminado. La
llamarían si había algún problema; si no, Antonio trabaría las puertas un poco después
de las tres en punto de la mañana y el personal comenzaría con el procedimiento de
cerrar la casa por lo que quedaba de la noche.
"¿Está bien, señorita ______?".
Ella se sobresaltó al escuchar la voz de Matty. "Matty. Deberías estar en la cama.
¿Por qué me esperas levantada?". ______ reprendió a la mujer con suavidad, sabiendo
que ambas estaban cansadas.
"Ha sido una noche peculiar, señorita ______, y no me equivoco. No podía
descansar hasta saber que estaba a salvo y metida en su propia cama. Sola".
"¡Matty!". ______ quedó impactada. "Después de todo lo que pasamos, realmente
pensaste...".
"Era el Coronel Jonas. Me molestó hasta el hartazgo. ¿Que se pensaba que
hacía, al venir aquí de esa manera?".
______ suspiró cuando Matty comenzó a cepillarle el cabello. "No tiene la menor
idea de quién soy yo, Matty. En absoluto. La casualidad lo trajo hasta aquí. Eso y una
vieja y desagradable herida. Vi la cicatriz".
______ cerró los ojos y, por un instante, una carne firme y un trasero bien formado
se le cruzaron por la cabeza.
"Bueno, a mí no me gusta. No, para nada".
"A mí tampoco, Matty. Pero no tenemos opción en el asunto. Muy probablemente,
no volveremos a ver al Conde de Calverton".
"Sí. Quizás tenga razón". La mujer terminó de peinar el cabello de ______ con un
pequeño tironcito y la acomodó sobre su propia almohada con un pequeño abrazo.
"Desde luego, mi querida, me veo en la obligación de recordarte que ya dijimos eso una
vez".
______ no necesitaba que se lo recuerden. Pasó mucho tiempo desde que Matty se
fue para que ella pudiera cerrar los ojos y se rindiera ante el sueño.
Capítulo 4
"Bueno, cuéntame sobre Madame ______".
Elizabeth miró a Joe cuando le disparó la orden, sin esperar siquiera que
termine de acomodar su vestido sobre el asiento frente a él. El carruaje se puso en
marcha y ella le entrecerró los ojos al hombre sentado en frente que le clavaba la
mirada.
"¿Por qué quieres saber?".
"Elizabeth. No seas fastidiosa".
"Voy a hacer un trato contigo. Te diré lo que sé si me tocas mientras lo hago".
"¿Qué?". Joe no se habría sorprendido tanto si el carruaje hubiera sacado alas y
levantado vuelo sobre Londres.
"Tócame, Joseph. He estado viendo toda la noche cómo la gente allí se rozaba entre
sí, cómo se frotaban y se besaban. Me está haciendo perder la cabeza".
"No sabes lo que dices", respondió Joe abruptamente. "Y si crees que vas a
hacer que me case contigo con algún tipo de comportamiento comprometedor, déjame
decirte lo equivocada que estás".
Elizabeth suspiró. "Maldito seas, Joseph Jonas. No se trata de ti. Aunque solo
Dios sabe que aparentemente no puedo convencer a ningún hombre sobre eso. No
quiero casarme contigo. ¿Me oyes?".
Ella estaba inclinada hacia delante ahora, golpeándole el pecho con un muy rígido
dedo índice.
"Te oigo. Como también lo hacen la mitad de Londres, una parte de Chiswick y
quizás unos dos tercios de las embarcaciones del Támesis".
Ella ignoró el sarcasmo. "Tengo necesidades, Joseph. Una mujer tiene necesidades.
Me estoy haciendo cargo de ellas sola. Quiero saber que puedo hacer que a un hombre
se le pare la pija, como hace esa Madame ______".
"¿De qué demonios estás hablando? Y cuida tu vocabulario". Joe luchaba para
encontrar las palabras. Elizabeth Wentworth, la Incomparable del pueblo, estaba
usando palabras que nunca pensó que escucharía salir de sus elegantes labios.
"Te vi cómo la mirabas, Joe. Ella bajó esas escaleras y tus pantalones casi
explotan. Ahora, mira esto...". Ella se inclinó más cerca y tiró de la parte delantera de
su vestido.
Sus senos se derramaron en las sombras del carruaje, y Joseph tuvo que reconocer
que eran unos hermosos ejemplares de atributos femeninos.
"¿Ves?".
"Ejem. Sí. Veo muy bien. Ahora guárdalos".
Elizabeth se inclinó aún más cerca, haciéndole sentir su suave fragancia. "No, estoy
hablando de esto, Joe". Ella puso su mano sobre la entrepierna de él, sintiendo el
bulto que había aparecido en el mismo momento en que soltó sus senos.
"Muy lindo, pero mira esto. Si yo te dijera que parece que a Madame ______ le
gusta que le chupen los senos...".
Sin dudas, debajo de la mano de Elizabeth, la polla de Joe se levantó atenta, y
maldijo a su propio cuerpo por delatarlo.
Elizabeth sonrió. "Querido, a mí no me importa. Si quieres cogerte a una pu*a, para
mí está bien. No se trata de sentimientos, o amor, o matrimonio, o felices por siempre
jamás. Se trata de que quiero aprender más sobre el placer. Quiero que me toquen con
algo de calidez y afecto. Soy una mujer grande, Joe. He visto sexo por todos lados a
mi alrededor esta noche y quiero tener algo de eso yo también. Con alguien de
confianza. No hagas que busque a alguien más".
Ella se estiró hasta alcanzar su mano y la trajo hasta la suavidad de su seno,
suspirando con placer al frotarla sobre su duro pezón. "¿Por favor?".
Joe luchó una valiente batalla contra sí mismo, pero él también estaba al límite.
Una belleza de ojos grises llenaba su mente, su polla se ponía más dura a cada segundo
y una mujer hermosa le estaba pidiendo que tocara su cuerpo.
Diablos, él era simplemente humano.
"Que esto no salga de este carruaje, Elizabeth. ¿Soy claro?".
"Totalmente, Joe. Ciertamente, no quiero que el resto del mundo sepa que tuve
que rogar por un favor sexual, ¿no te parece?". Joe no pasó por alto su tono
socarrón.
"No vas a recibir favores sexuales. Voy a ayudarte a sentir placer, pero eso es todo,
Elizabeth".
"Eso es todo lo que quiero, querido". Ella se deslizó a su lado y apretó sus senos
contra su pecho. "Hasta te dejaré simular que soy ella...".
Joe frunció el ceño. "Yo soy atento con mis partenaires sexuales, Elizabeth. No
juego ese tipo de juegos".
Elizabeth rió tontamente. "Muy bien. Pero no puedes evitar que te cuente lo que sé
sobre ella, ¿verdad? Continúa, Joe. Tócame. No me quebraré".
Joe suspiró. La amistad a veces ponía al hombre bajo demasiada presión. Inclinó
su cabeza sobre los senos de Elizabeth. Eran pulposos y firmes; ella tembló cuando besó
suavemente la tibia elevación de carne y tiró de un pezón con sus labios.
"Ah, sí. Eso es adorable. Más, por favor".
Él la complació. "Bueno", susurró sobre la humedad que su lengua había dejado
alrededor de sus pezones, haciéndola temblar. "Ibas a contarme sobre ella".
Elizabeth arqueó su espalda, empujando su seno contra la cara de él. "Sí. Ella es
joven, sabes. No tiene más de veintidós, según me dijeron. Ay Dios, más de eso, sí... ahí
mismo...".
Sus labios y dientes estaban ocupados mordisqueando, lamiendo, reconfortando. Él
sintió que los huesos de ella se derretían cuando aflojó sus brazos de alrededor de su
cuerpo y la acomodó sobre su falda. Su mano desató los lazos de atrás y ella lanzó un
suspiro de alivio cuando él aflojó el corsé de su vestido y lo soltó. Elizabeth era una
mujer adorable.
Él se preparó para su tarea.
"Hace menos de un año que maneja la Crescent. Algunos dicen que la heredó, otros
que la compró directamente después de haber trabajado allí toda su vida. Otros dicen
que un hombre la compró para ella, para sobornarla".
Los dientes de Joe se prendieron fuertemente de un pezón, lo que hizo chillar a
Elizabeth.
"Discúlpame. Continúa".
"Lo haré si tú lo haces".
Joe, como un excelente soldado que era, acató las órdenes. Deslizó una mano
por debajo de los pliegues sueltos de su vestido hasta su muslo para provocar, hacer
cosquillas y acariciar la suave carne que encontró por encima de su liga prolijamente
atada.
"Ella... ella... ay, querido, esto se siente taaaaan bueno", se retorcía Elizabeth
mientras Joe tomaba su suave Monte de Venus en su mano.
Él podía sentir su líquido humedeciendo la palma de su mano, y deslizó sus dedos
cuidadosamente por entre los pliegues de esta mujer, aprendiendo qué le gustaba y qué
no, y desparramando sus fluidos libremente por su inflamada carne.
"Continúa", le insistió Joe, poniendo más presión sobre su clítoris y haciéndola
gemir.
"Ella...eh...dicen que ella aún es virgen. Otros dicen que ha tenido más hombres
que Mesalina. Sus muchachas son muy apreciadas, eso es seguro". Elizabeth suspiró
cuando Joe deslizó un dedo dentro de ella.
"Ay, eso es adorable. Mmm. Sí... ¿Sabías que Pinky Waterston pagó doscientas
monedas de oro por una noche con una de ellas?". Ella abrió los ojos y miró a Joe.
"Doscientas monedas de oro. ¿Puedes imaginártelo?".
Joe percibió que se estaba distrayendo y deslizó otro dedo dentro de ella,
recordándole dónde estaba y qué estaba haciendo.
Ella jadeó, y tragó antes de seguir. "Cuida bien de sus muchachas. No permite que
nadie les haga ningún tipo de daño. Hay reglas muy estrictas. Ay, Dios. Ay, Joseph".
Su voz se afinó hasta ser un susurro, mientras Joe penetraba más profundo.
Sus piernas se abrieron más aún cuando los dedos de Joe hacían sus hábiles
trucos mágicos sobre su distendido clítoris.
"No hablemos más, Elizabeth. No ahora".
La culpa hizo que Joe hiciera el amor a Elizabeth con su mano con todo el talento que
poseía. No tenía nada que hacer fantaseando con una mujer cuando otra estaba
recostada medio desnuda sobre su falda.
Enojado consigo mismo, chupó ferozmente sus pezones, atrayéndola con fuerza
contra su boca, mientras su mano se movía, ahora bruscamente, contra su carne
empapada. Tenía dos dedos metidos bien adentro de ella, y su pulgar apretado contra
su excitado clítoris y le mordía suavemente un pezón mientras movía sus dedos en
caricias rítmicas contra su conducto interior.
Ella se retorcía debajo de él, empujándose contra su mano y su boca. Ella gimió
cuando su mano encontró un lugar que hizo que todos los músculos de su cuerpo se
contraigan. Él sintió que su tensión aumentaba cuando el volumen de sus jadeos
entrecortados subió.
Duplicó la intensidad de todo lo que estaba haciendo.
Elizabeth apretó los dientes, estiró sus piernas y explotó debajo de él con un sollozo
salvaje.
Su v@$*%a atrapó a su mano, prendiéndose con tal salvajismo que él pensó que sus
dedos quedarían amoratados durante varios días.
Ella temblaba y se sacudía, indefensa ante el orgasmo que la arremetía.
Él la ayudó a relajar su cuerpo, reconfortando sus senos con suaves besos, para que
se sobrepusiera de los efectos que siguen al orgasmo, y deslizó la mano fuera de su
v@$*%a mientras sus jugos fluían entre sus dedos.
"Ah, Joseph", dijo en voz baja. "Gracias".
Joe se sintió un gusano. "Elizabeth, yo...".
Ella estiró una mano y puso un dedo sobre sus labios. "Hiciste lo que te pedí,
Joe. Y te agradezco por eso. Me has hecho un regalo esta noche. Me has hecho sentir
maravillosamente. Has aliviado mi cuerpo de las tensiones que sentía, y me diste algo
para usar como referencia. Algo de qué agarrarme cuando estoy sola y algo para
recordar si algún día necesito de un buen recuerdo". Ella sonrió maliciosamente. "Y me
has enseñado que Ryan Penderly es un pésimo amante".
"¿Qué?".
Elizabeth alisó su vestido y le dio la espalda. Joe todavía estaba tan pasmado
que comenzó a atar los lazos automáticamente, sin decir una palabra.
"Ryan Penderly. Sí. El hombre callado, obsesionado con los paisajes, antiguo
intendente, Ryan Penderly. Creo que voy a casarme con él, sabes. Pero tengo que
enseñarle algo sobre cómo son las cosas entre un hombre y una mujer. Por eso
necesitaba realmente algo con que compararlo, ¿me entiendes?".
Joe se dio cuenta de que su boca todavía seguía abierta y la cerró de golpe.
"Entonces todo esto, lo que acabamos... tú y yo, fue todo para...".
"Para descubrir si Ryan era bueno o no. Sí. No puedes comparar si no tienes con
qué comparar, ¿no?".
Jore sintió que se le dibujaba una sonrisa en los labios. "Elizabeth, eres una mujer
de lo más escandalosa".
Elizabeth le sonrió también. "Sí, lo sé. Y también sé que de verdad me gusta Ryan
Penderly. Es agradable. No es que tú no lo seas, por supuesto; tú eres mucho mejor a la
hora de complacer a una mujer, Joe, y tocaste divinamente mi cuerpo. Pero, y por
favor no te ofendas cuando te diga esto, no llegaste a tocarme el corazón".
"No estoy ofendido". Joe frunció el ceño. "No pienso". Él le dijo que no con la
cabeza. "De hecho, no sé qué pensar sobre nada más. Toda esta noche fue muy
confusa".
"Pobre corazón. Agarrarse una terrible calentura con una madame y que después se
te ofrezcan al volver a casa. Ha sido una noche bastante dura, ¿no?".
La total falta de compasión en su voz lo hizo sonreír.
"Sí. Qué bien. Muérete de la risa. Ya tienes lo que buscabas. ¿Y qué me queda a mí
esta noche?".
"Esa es una buena pregunta, Joe. ¿Qué te queda a ti? ¿El interés en una mujer
inadecuada? ¿Un corazón herido? ¿El ego lastimado? ¿Una terrible calentura? ¿Qué es
lo que te hace palpitar de Madame ______?".
Joe miró hacia fuera, a las oscuras calles de Londres, mientras el carruaje
aminoraba la marcha.
"No lo sé, Elizabeth. Y esa es la verdad. La verdad es que no lo sé".
* * * * *
En las ruidosas habitaciones de Baulieu Crescent Nº 14, Madame ______ no tuvo
oportunidad de hacer una reflexión introspectiva.
La gente requería su atención, y su negocio exigía que respondiera amablemente,
con sonrisas, con respuestas rápidas e ingeniosas y con un aire distante que le daba esa
distinción especial que sabía la convertía en una figura "aceptable".
El pueblo era inconstante: un día le prestaba atención a una persona y al día
siguiente la hacía pedazos. Hasta ahora, había tenido la suerte de atraer a la clase
correcta de gente a su casa y también de crear un ambiente donde los deseos sexuales
podían ir de la mano con la curiosidad sexual.
Los visitantes podían echarle un vistazo a los tesoros ocultos sin comprometer su
lugar en la sociedad, y estaba encantada de que algunas mujeres valientes hubieran
comenzado a aventurarse a cruzar las puertas y no sufrir las consecuencias de haberlo
hecho.
Una de esas mujeres era la que ocupaba sus pensamientos privados mientras
llevaba a cabo las tareas de esa noche. Esa atractiva mujer de cabellos negros que se
aferró al brazo de Joseph Jonas y no lo soltó más.
Dios sabía que ella no tenía por qué pensar en Joseph Jonas, mucho menos
preguntarse quién era la mujer y qué relación la unía a Joe. Pero en algún lugar, de
alguna manera, ese hombre se había metido debajo de su piel y le estaba ardiendo. En
lugares que pensó que nunca arderían por ningún hombre. Jamás.
El recorrido por su casa la llevó hacia un pasillo más silencioso, donde
generalmente se detenía para espiar los cuartos más alejados a través de discretas
mirillas. Se negaba a pensar que ofrecer sexo quería decir que una muchacha pudiera
ser maltratada. Quien quisiera lastimar a una mujer, debía ir a otra parte. Beaulieu
Crescent Nº 14 era una casa de placer y la expresa intención de ______ era que todos lo
entendieran así. No solamente los clientes.
Sally Trotter se estaba ganando su paga sin lugar a dudas esa noche. Entusiasta y
bonita, Sally tenía una lista regular de clientes, dos de los cuales estaban con ella esta
noche. Los hermanos Thompson-Ffyfe estaban enredados con Sally en una risueña y
ondulante maraña de extremidades, desparramados sobre la cama más grande de la
casa. Esta habitación era una de las que estaban reservadas para los clientes a quienes
les gustaba tener más de una partenaire por vez, y esta noche era para Sally, Ned y
Tommy. Mientras ______ observaba la escena, Ned Thompson-Ffyfe liberó sus piernas
y se zambulló hasta la cadera dentro de la v@$*%a de Sally, empujando su boca aún más
profundamente sobre la polla del hermano Tommy.
Tommy obviamente apreció la maniobra, y Sally lo chupaba ruidosamente y luego
lo soltaba, al tiempo que movía sus caderas desenfrenadamente contra el pobre Ned,
que estaba a punto de entregar todo lo que tenía.
______ cerró la ranura de observación cuando él gritó al acabarse.
Las otras habitaciones ofrecían más o menos lo mismo en términos de habitantes:
una variedad de hombres disfrutando del sexo con una variedad de mujeres de muy
variadas maneras. En su mayoría, los hombres pertenecían a la nobleza; las muchachas
de ______ no eran escandalosamente caras, pero ciertamente no eran para aquellos que
debían cuidar cada centavo.
Reprimió una risita al ver al cliente de Belle, un conocido médico y político, a quien
le estaban haciendo cosquillas con una enorme pluma. Aparentemente, sólo Belle podía
mantener la presión justa con la pluma, combinándolo con una talentosa manipulación,
para asegurar una rígida erección y una exitosa culminación. Este cliente en particular
acababa de aumentar sus visitas a tres veces por semana, y Belle -bueno-- Belle saltaba
de alegría.
______ caminó hasta la última puerta en el pasillo y espió silenciosamente hacia
adentro. Aquí, su muchacha más nueva, Susie, había hecho su "debut" esta noche
guiada por las avezadas manos de Gracie, una de las residentes de la Crescent más
experimentadas.
Su cliente había sido Neville Johns, un inversionista exitoso y un hombre de
modales tranquilos. No era particularmente guapo: el Sr. Graham dejaba generalmente
que su dinero hablara por él; pero ______ había descubierto que era agradable y
considerado, y categórico en su apreciación de sí mismo.
"Me gustan las mujeres, Madame ______", le había dicho cuando la buscó varios
meses atrás. "Pero mi apariencia no ayuda mucho para atraerlas. Mi dinero,
desgraciadamente, sí lo hace". Hizo una mueca apesadumbrada. "No tengo interés en
ser seducido por mi fortuna. Si voy a pagar por una mujer, será una transacción
honesta, en la que las partes tengan bien en claro la naturaleza del trato. Y entiendo que
sus muchachas son limpias, bien dispuestas y una agradable compañía".
______ había asentido con la cabeza a estas palabras, sabiendo que no decía más
que la verdad y orgullosa de la reputación que sus muchachas se habían sabido ganar.
"Por lo tanto, quisiera pedir dos mujeres por vez. Es algo que siempre me generó
curiosidad, pero que era poco probable que experimentara sin la ayuda de
profesionales". Su encantadora sonrisa había arrugado sus ojos, y ______ se descubrió
sonriéndole también.
Entonces el Sr. Graham se convirtió en un cliente regular, que venía por lo menos una
vez cada dos semanas y frecuentemente se llevaba dos de sus muchachas arriba con él
por la noche. Era costoso, pero a todos los involucrados les resultaba satisfactorio.
Y a juzgar por la escena que vieron sus ojos, una vez más el Sr. Graham había tenido
una noche placentera.
En medio de las arrugadas sábanas de la gran cama, Susie dormía profundamente
con sus jóvenes extremidades enmarañadas. Parecía satisfecha y su respiración apenas
agitaba las sábanas próximas a su nariz.
Neville Graham y Gracie, sin embargo, no habían terminado.
Sentados sobre la cómoda tapizada a los pies de la cama, Graham tenía a Gracie
sentada sobre su falda.
______ tuvo que admitir que aunque el Sr. Graham no estaba más en la flor de la
juventud, su cuerpo todavía era firme y agradable a la vista. Lo que podía ver de él
detrás de Gracie, para el caso.
Algo hizo que se quedara quieta, con el ojo apretado contra la mirilla. Generalmente
sólo revisaba que todo estuviera bien con sus muchachas y finalizaba su ronda. Pero
esta noche, algo era diferente. Sus necesidades eran diferentes. Su cuerpo se sentía
diferente.
Entonces esta noche se quedó mirando a Gracie mientras apoyaba su espalda contra
Neville Graham y lo dejaba complacerla.
______ pudo darse cuenta de que ella se había enterrado la polla de él bien adentro
de su culo. Esto sólo le dio un respiro a ______. Gracie no ocultaba el hecho de que
disfrutaba que la tomaran de esta manera, pero les daba esta oportunidad a pocos
clientes. El Sr. Graham debió haberse comportado muy bien esta noche para que Gracie lo
dejara llegar tan lejos. Sus cuerpos estaban alineados, con las ingles inclinadas hacia
delante, lo cual dejaba a ______ una vista sin obstrucciones de la v@$*%a reluciente y la
carne inflamada de Gracie.
Gracie gimió y llevó una mano de Neville hacia sus senos, mientras él deslizaba su
otra mano entre sus piernas y encontraba su clítoris.
Él movió sus caderas levemente y Gracie volvió a gemir.
Por un enceguecido instante, ______ se sintió desquiciadamente celosa. Quiso saber
qué se sentía. ¿Qué sentía Gracie en este preciso momento? ¿Cómo era sentir a un
hombre enterrado en las partes más oscuras de una y querer que su mano entre en los
lugares más secretos? Cerró los ojos brevemente; la imagen de la sonrisa de Joseph
Jonas flotó frente a ella.
Un gemido de Neville la distrajo, y ______ volvió a mirar cuando él lanzaba su
cabeza hacia atrás, curvaba los labios y apretaba los dientes.
Gracie temblaba; sus caderas lo embestían con movimientos pequeños pero
violentos. Ella apretó su mano contra la de Neville mientras él le hundía los dedos bien
adentro de su v@$*%a. Evidentemente estaban por acabarse.
Mientras ______ miraba, Neville y Gracie se contraían, y luego Gracie gritó al
acabarse. Neville estaba callado pero se estremecía mientras Gracie se sacudía sobre él.
La fuerza de sus orgasmos estalló en una ráfaga que atravesó la puerta y llegó al
espacio vacío entre los muslos de ______. Ella ansiaba esa misma culminación. Cerró la
mirilla con una mano temblorosa y alisó la parte de adelante de su vestido.
¿Qué andaba mal en ella?
Sintió un terrible temor de que la respuesta tuviera piernas largas y fuertes, un
trasero muy lindo y unos ojos marrones que le desgarraban el alma.
Suspiró y trató de sacar a Joseph Jonas de su mente.
Una vez completada su patrulla nocturna, ______ se dirigió a sus habitaciones
privadas. Todavía había algunos clientes abajo y sus muchachas estarían ocupadas por
un par de horas más. Pero las funciones de ______ de esta noche habían terminado. La
llamarían si había algún problema; si no, Antonio trabaría las puertas un poco después
de las tres en punto de la mañana y el personal comenzaría con el procedimiento de
cerrar la casa por lo que quedaba de la noche.
"¿Está bien, señorita ______?".
Ella se sobresaltó al escuchar la voz de Matty. "Matty. Deberías estar en la cama.
¿Por qué me esperas levantada?". ______ reprendió a la mujer con suavidad, sabiendo
que ambas estaban cansadas.
"Ha sido una noche peculiar, señorita ______, y no me equivoco. No podía
descansar hasta saber que estaba a salvo y metida en su propia cama. Sola".
"¡Matty!". ______ quedó impactada. "Después de todo lo que pasamos, realmente
pensaste...".
"Era el Coronel Jonas. Me molestó hasta el hartazgo. ¿Que se pensaba que
hacía, al venir aquí de esa manera?".
______ suspiró cuando Matty comenzó a cepillarle el cabello. "No tiene la menor
idea de quién soy yo, Matty. En absoluto. La casualidad lo trajo hasta aquí. Eso y una
vieja y desagradable herida. Vi la cicatriz".
______ cerró los ojos y, por un instante, una carne firme y un trasero bien formado
se le cruzaron por la cabeza.
"Bueno, a mí no me gusta. No, para nada".
"A mí tampoco, Matty. Pero no tenemos opción en el asunto. Muy probablemente,
no volveremos a ver al Conde de Calverton".
"Sí. Quizás tenga razón". La mujer terminó de peinar el cabello de ______ con un
pequeño tironcito y la acomodó sobre su propia almohada con un pequeño abrazo.
"Desde luego, mi querida, me veo en la obligación de recordarte que ya dijimos eso una
vez".
______ no necesitaba que se lo recuerden. Pasó mucho tiempo desde que Matty se
fue para que ella pudiera cerrar los ojos y se rindiera ante el sueño.
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 5
Durante los días siguientes, el Conde de Calverton y su hombre de negocios
estuvieron muy ocupados. Había cuestiones que requerían de la atención de Joe y
un proyecto que quería completar.
Ese proyecto era Madame ______.
El eficiente Martin Jeffreys, que manejaba los temas de negocios de Calverton,
demostró cierta sorpresa cuando se le pidió que dirija sus considerables talentos en la
dirección de un trabajo detectivesco.
"¿Que quiere que haga qué, mi Señor?, dijo, pasmado.
"Quiero averiguar todo lo que pueda sobre esta mujer, Martin. Tú tienes los
contactos. Averigua quién es, de dónde viene, ese tipo de cosas, y preséntame el
informe. A cambio, te prometo firmar todas estas cosas...". Hizo un gesto señalando
una importante pila de papeles frente a él; "... sin quejarme".
Sus ojos oscuros titilaban ante su compañero.
Jeffreys meneó la cabeza. "Veré qué puedo hacer, mi Señor".
"Excelente, amigo mío. Excelente".
Joe se frotó las manos, anticipándose a los hechos. Con solo mirar esos calmos
ojos grises una vez, supo que quería tener a Madame ______. De lo que no se había
dado cuenta era que el deseo se convertiría en necesidad y se podía convertir en una
obsesión si no hacía algo al respecto, pronto.
Durante los últimos días había funcionado normalmente, cumpliendo con sus
obligaciones de negocios, visitando varios amigos y contactos en el centro de la ciudad,
organizando satisfactoriamente las cuestiones financieras de Calverton. Sí, la hacienda
parecía tener un futuro promisorio y su riqueza personal era más que aceptable.
Pero él estaba constantemente consciente de una presencia. Un fantasma de ojos
grises que lo perseguía. De noche era peor; cuando apoyaba la cabeza en la almohada,
su cuerpo desnudo sentía las frescas sábanas y su p*@e no hacía más que dolerle.
Dos noches atrás, tuvo un sueño.
Él pasaba las manos por el cuerpo de ella mientras ella lo tocaba con la punta de los
dedos, desde su estómago hasta su ingle. El cabello de ella caía sobre su abdomen, lo
que producía un gemido en sus labios y una sonrisa en su cara.
Luego ella cerraba su boca alrededor de él.
Se acababa a los pocos segundos, con todas las fuerzas, y al despertarse notó que de
hecho había eyaculado durante el sueño, como un jovencito inexperto.
Desarmó la cama con rabia y puso él mismo unas sábanas limpias, para no causar
demasiado impacto en la servidumbre. Ellos se darían cuenta; siempre lo hacían. Pero
no era necesario publicitar el hecho de que había perdido el control.
Volvió a meterse en la cama, dejó caer su cabeza sobre la almohada y rápidamente
se volvió a poner duro al sentir a esos malditos ojos grises riéndose de él.
Y eso, Joseph Jonas se reconoció a sí mismo, era lo que él quería en realidad.
Quería ver esos ojos sonriendo, riéndose y alentándolo a alcanzar mayores y mejores
proezas sexuales.
Más que nada, quería ver esos ojos agrandarse y dilatarse mientras ella se acercaba
al clímax, y mirar cómo se derretían mientras se acababa, con él muy dentro de ella.
Ese era su plan supremo.
Y como cualquier experimentado luchador de campaña, sabía que necesitaba una
estrategia. Jeffreys constituía la primera parte de esa estrategia. La información siempre
era vital y ahora más que nunca. Si tenía información, podía empezar a buscar una
debilidad, o punto vulnerable, que pudiera usar para conseguir su objetivo.
Y su objetivo era llevarla a la cama.
Más allá de eso, no podía pensar, porque esta vez el Coronel Joseph Jonas no
podía pensar a largo plazo. Su p*@e lideraba el ataque y gobernaba por completo su
normalmente ordenado y discreto proceso de pensamiento.
Desde luego que en el fondo de su mente estaba la vaga idea de hacerla su amante.
No tenía una en este momento, no había tenido una desde que se convirtió en Conde y
pensó que Madame ______ sería ideal. Se la llevaría a Calverton, quizás escrituraría
una de sus propiedades más pequeñas a su nombre y juntos podrían ver pasar los
años...
Bueno, ya.
Por suerte, un golpe sobre la puerta recuperó a Joe de un sueño despierto que se
parecía sospechosamente a la ratonera del pastor. Necesitaba una amante, no una
esposa, y aunque la necesitara, una pu*a de burdel no era buena candidata. De ninguna
manera.
Jeffreys entró haciendo un gesto con la cabeza a su patrón y suspirando.
"Bueno, mi Señor, le he fallado".
"¿Perdón?".
"Le he fallado, Señor", repitió Jeffreys, tomando asiento en la gran silla frente al
escritorio de Joe y sacando una pila de papeles de su maletín de cuero.
"¿De qué forma, Martin? Esto es tan impropio de ti". Joe no pudo evitar que su
voz tuviera un leve tono gracioso. Porque para que Jeffreys fallara en algo era como si el
Parlamento se desmoronara sobre las aguas del Támesis, convertidas en un chorrito.
Nunca podría suceder.
"No pude averiguar nada sobre Madame ______".
Joe se sentó sobresaltado. "¿Nada?".
"Bueno, muy poco". Enderezó un pequeño par de anteojos sobre su nariz y se
remitió a sus notas.
Joe contuvo la respiración.
"Es en verdad la dueña de Beaulieu Crescent Nº 14, libre de deudas. Está
escriturado a su nombre y figura como una herencia comprada a su anterior dueña, una
tal Anne Brody".
"¿Una herencia comprada?".
"Sí. Tenía deudas pendientes, que ella pagó, y la papelería fue presentada como si
fuera una herencia. Hace poco menos de un año que es la dueña. Antes de eso, solo hay
rumores. Es como si esta mujer no hubiera existido hasta que heredó un burdel".
Joe exhaló entre dientes. "Imposible, hombre, imposible".
Jeffreys le disparó una mirada de irritación. "Bueno, por supuesto que es imposible,
mi Señor. Todo el mundo que existe ahora tiene alguna clase de pasado. ¿Me permite
continuar?".
"Perdón". Reprendido, Joe se reclinó en su silla, juntó las manos y prestó mucha
atención.
"Su situación financiera actual es interesante y digna de mención. La casa, como ya
dije, es suya, libre de deudas. Sin embargo, tiene muy pocos bienes personales al
margen de la propiedad en sí. No tiene cuentas importantes, ni cuentas privadas, ni
fortuna personal".
"¿Cómo puede ser? Ese lugar es una mina de oro, lo he visto con mis propios ojos.
Siempre con movimiento, siempre lleno de gente que puede darse el lujo de gastar lo
que ella cobra...", irrumpió Joe con sus preguntas.
"Si me diera la oportunidad, mi Señor, le explicaré".
"Perdón otra vez".
"Mis averiguaciones en el banco, sin embargo, me condujeron hasta un fenómeno
muy interesante. Cada una de las muchachas de la casa tiene una cuenta propia".
Joe quedó boquiabierto.
"Es normal que se sorprenda, mi Señor. Me atrevería a decir que yo hice el mismo
gesto cuando me di cuenta de que esto estaba sucediendo. Parecería ser que Madame
______, quien, debo agregar, les abre estas cuentas a sus muchachas personalmente,
está ahorrando dinero para ellas de forma regular y lo ha hecho durante todo este año.
Ella no se queda con nada del efectivo que ganan. Ella paga sus expensas a tiempo y en
su totalidad, no tiene cuentas pendientes relevantes con ninguno de los comerciantes
locales que pude encontrar y la diferencia va directamente a los fondos de las
muchachas que lo ganaron".
Joe meneó la cabeza, incrédulo.
"Es más", continuo Jeffreys.
"¿Hay más?".
"Ah, sí. Esta tarea que me encomendó es muy interesante, mi Señor. No tenía idea
de lo que iba a descubrir cuando comencé mi búsqueda de información. Pues bien, ¿en
qué estaba? Ah, sí, además". Sacó otro papel de su maletín
"Madame ______ es dueña de tres casas importantes afuera de Londres".
"Ajá. Más burdeles, supongo. Probablemente obtiene su dinero de allí".
"No".
"¿No?".
Jeffreys meneó la cabeza. "No. Estas casas eran viejas construcciones venidas abajo
que ella compró a muy bajo costo. Las está haciendo restaurar para dejarlas habitables y
ella convirtió la primera, que ahora está completamente habitable, en una mezcla de
posada y pensión para —¿cómo decirlo?— mujeres de reputación dudosa.
"Un momento", Joe cerró los ojos, tratando de comprender lo que acababa de
escuchar. "¿Me estás diciendo que no solo está haciendo reservas en cuentas tipo fondos
de inversión para sus muchachas, sino que está recibiendo a otras putas y dándoles un
lugar para vivir? ¿Que no tiene otro burdel, sino una pensión?".
"Eso es básicamente cierto, mi Señor. Su Madame ______ podrá manejar un burdel,
pero también está haciendo un gran esfuerzo por ayudar a mejorar a todas las otras
mujeres que no tienen la suerte de trabajar en un lugar como la Crescent". Jeffreys se
remitió una vez más a sus notas.
"De hecho, según entiendo, los otros dos edificios están completamente ocupados y
hay muchachas en lista de espera para entrar a la Crescent. Esa es otra cosa
interesante". Hizo una pausa y miró a Joe pidiendo permiso para continuar.
Joe asintió moviendo levemente la cabeza.
"Madame ______ no se parece a las abadesas comunes. Sus chicas son
cuidadosamente disciplinadas, muy cuidadosamente seleccionadas y están allí
estrictamente por propia voluntad. No se obliga a nadie a convertirse en una pu*a en
Beaulieu Crescent Nº 14, ellas simplemente no tienen opción y esperan sacar provecho
de esto. No hay habitaciones donde se lleven a cabo prácticas crueles y las muchachas
tienen derecho a rehusarse a satisfacer las demandas de cualquier cliente si así lo eligen.
Y, en realidad, lo han hecho".
"¿De verdad?". Joe estaba totalmente fascinado.
"Ah, sí". Una pequeña sonrisa se dibujó en el semblante generalmente circunspecto
de Jeffreys. "Parece ser que hace poco tiempo un caballero visitó la Crescent, sin
mencionar que tenía una decidida predilección por juegos que se tornaban rudos.
Supuso que si pagaba por ello, podía golpear a cualquier muchacha que él quisiera con
cualquier cosa que quisiera usar -en este caso, la fusta que había escondido en su
chaqueta-".
"¿Qué sucedió?".
"Bueno, aparentemente descubrió que ser el receptor de tal castigo no era tan
divertido como pensaba. Sus heridas le hicieron imposible montar; tuvo que usar su
carruaje durante algunas semanas, y se rumorea que le quedaron algunas cicatrices
interesantes de recuerdo".
Joe no pudo evitarlo. Rió a carcajadas. "Bien por ella".
La cara de Jeffreys se arrugó para hacer una pequeña sonrisa. "Ciertamente, mi
Señor. Todos los que me ayudaron a investigar a esta joven dama apuntan a una mente
astuta combinada con una personalidad bondadosa, aunque retraída. Comprenderá que
la búsqueda que realicé para reunir esta información fue muy dificultosa. La ha
escondido realmente muy bien".
"Pero nada sobre su pasado, ¿eh?".
"Allí es donde me di la cabeza contra la pared, mi Señor. Existen rumores, por
supuesto. Uno dice que ella vivió en la Crescent durante un tiempo antes de comprarla
y que se vestía como un muchacho. De allí su sobrenombre, ______. Pero nadie parece
tener la menor idea de dónde viene o cuándo lo hizo, ni siquiera si tiene algún otro
nombre. Siempre ha estado acompañada de su mucama, una señora Matty Jones; pero
si el Jones es real o no, no lo pude descubrir, y aunque lo fuera, hay demasiados Jones
como para que yo pueda rastrear su origen un poco más allá".
"Maldición". Joe se puso de pie y caminó nerviosamente hasta la ventana.
"Hay una sola cosa más, mi Señor".
Unos ojos marrones se fijaron sobre los de Jeffreys con profundo interés.
"Lo que averigüé es que la Sra. Jones y Madame ______ comparten una
característica peculiar".
"¿Ah, sí?".
"Realmente. De acuerdo con la tercera criada de la residencia de Lord Duffington,
que está saliendo con el ayudante de cocina de la Crescent, los rumores dicen que la
señora Jones y Madame ______ tienen cicatrices, ambas. Cicatrices de quemaduras. Las
de la señora Jones están a la vista, en su cuello y hombro; las de Madame ______ están
supuestamente sobre su espalda, de acuerdo con su criada".
Joe permaneció inmóvil, absorbiendo este pequeño bocadillo de información.
Quemaduras. Cicatrices. Dios sabía que había visto lo suficiente en batalla como para
saber el dolor que causaban. El sólo pensar que su ______ se había lastimado de esa
manera fue suficiente para hacer que se le atore el aire en la garganta. No podía
soportar la idea de que algo o alguien le hubiera ocasionado esa agonía a su suave piel.
De repente, sintió que la habitación se achicaba y el aire estaba enrarecido.
"Jeffreys, has estado espléndido. Sigue trabajando así. Necesito dar un paseo".
Y Joe se fue antes de que Jeffreys pudiera sacar el resto de los papeles que
esperaba presentarle a su Señoría esa mañana.
* * * * *
Mientras que, desde el día en que se conocieron, el Coronel Joseph Jonas
ocupó su tiempo atendiendo los intereses de su posición como el séptimo Conde, su
proyecto, Madame ______, estuvo ocupada con sus propios asuntos y tratando de no
pensar en absoluto en el Conde. Ella había tenido éxito en lo primero y fallado
penosamente en lo segundo.
Eran sus asuntos de negocios que la trajeron esta mañana a la discreta residencia
sobre la calle Harley, donde debía enfrentar la desagradable tarea de confrontar al Dr.
Ponsonby.-
Este medico, quien atendía regularmente a los nobles con los títulos más altos del
pueblo, le había ofrecido un arreglo que, en su momento, sonaba útil. Sus servicios
médicos a cambio de un pequeño anticipo de dinero y "compañía" una vez al mes.
______, ansiosa por proteger la salud de sus muchachas, había estado de acuerdo.
Luego descubrió, hace algunos meses, que el buen doctor no estaba atendiendo a
sus muchachas con amabilidad o cuidados médicos, sino más de una vez con
brutalidad. Sus servicios médicos reales se limitaban a abrir algún que otro divieso,
hacer sangrar con sanguijuelas a cualquiera que tuviera algo parecido a una fiebre y
desmerecer un gran número de consultas susurrando la frase "problemas de mujeres".
______ no perdió el tiempo y dio por finalizado su acuerdo, pero el médico no
estaba satisfecho con eso. De hecho, intentó matonearla tanto a ella como a sus
muchachas en varias ocasiones, y su última visita a Dora fue la gota que rebalsó el vaso
para ______.
Hoy se terminaría todo.
Marchó hasta su puerta y tocó el timbre, mientras su carruaje la esperaba afuera
sobre el cordón y con una de sus criadas dentro de él. Prefería que no hubiera público
en esta visita.
Se perdió de ver el elegante coche descubierto que estaba doblando por la calle
Harley al entrar y nunca vio la mirada de alerta del Conde de Calverton cuando hizo
detener a sus caballos detrás del carruaje de ella.
La criada del Dr. Posonby acompañó a ______ hasta la sala de espera, una sala
polvorienta y oscura a la que un hogar a leña y una limpieza profunda le habrían
venido de maravilla.
Escuchó voces en la habitación contigua y dedujo que estaba con un paciente.
Caminó hasta la sucia ventana que daba a un pequeño jardín. No crecía nada allí,
excepto un par de dientes de león y algunas resistentes malezas.
De repente, ______ oyó un grito.
Sin pensarlo, corrió hasta la puerta más distante y la abrió de un golpe, quedándose
sin aliento ante la imagen que vieron sus ojos horrorizados.
Había una mujer boca abajo sobre una especie de mesa, y su espalda estaba
lacerada con latigazos desde los hombros hasta la cintura. Le habían aplicado un intento
de vendaje, que ya estaba manchado de sangre.
Pero lo peor era el mismísimo doctor. Con los pantalones a la altura de los tobillos,
el doctor embestía a la mujer, saliendo y entrando en ella por atrás, sin tener en cuenta
sus sollozos.
"¿Qué diablos cree que está haciendo?", gritó ______, indignada al extremo.
Perdido en sus acciones lujuriosas, el doctor no la había escuchado entrar y se
sobresaltó; su polla saltó del culo de la muchacha y quedó meneándose en el aire.
Había un rastro de sangre sobre él, y a ______, la ira le nubló la vista.
"¡Basura!". Agarró lo que encontró más cerca, que fue un pesado pisapapeles de
bronce.
Se lo lanzó con todas sus fuerzas.
"Miserable despojo humano", gritó ella, enojada porque había esquivado su misil.
Agarró una lámpara de la mesa. "¿Cómo se atreve a tratar a una mujer de esa
forma, mucho menos a una paciente".
"Detente en este instante, mujer estúpida". El doctor se había subido los pantalones
y aparentemente recuperó la voz al mismo tiempo. "Ella no es una paciente, es una
pu*a. No me puede pagar con dinero, por eso hicimos un canje. ¿Qué es lo que te
sucede? Es el mismo tipo de cosas que tú haces a diario".
Los labios de él le hicieron un gesto desdeñoso, mientras sus palabras machacaban
sus desagradables sonidos dentro del cerebro lleno de ira de ella.
"Malvado bastardo inhumano...". Agotadas las palabras, ______ lanzó la lámpara
y salto sobre él, revoleando los puños.
"Sal de encima mío, puta", rugió el doctor, empujándola con todas sus fuerzas. Y
desafortunadamente, el Dr. Ponsonby era un hombre de gran tamaño.
______ salió volando por la habitación y terminó hecha un bollo en el suelo, con la
mitad de su vestido colgando de sus hombros y la otra mitad entre los dedos del Dr.
Ponsonby. La mujer sobre la mesa sollozaba mientras ______ trataba de reunir los
restos de su vestido sobre su pecho y ponerse de pie tambaleando, mientras el Dr.
Ponsonby le seguía propinando insultos.
Y ese fue el preciso momento en que Joseph Jonas eligió insistir en su
persecución de Madame ______.
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
[i]sube cap!!! pliss!!
esta super!!!
y ese doctor es un cabron!!!!
esta super!!!
y ese doctor es un cabron!!!!
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 6
Tan pronto como cruzó el umbral, los instintos militares de Joe se alertaron.
Hubo demasiado silencio durante demasiado tiempo; el grito y el golpe que
retumbaron repentinamente a través del vestíbulo no parecieron sorprenderlo.
Instintivamente, Joe buscó su espada. Desde luego que no la tenía consigo, y
terminó con su chaqueta en la mano; pero su instinto de lucha se había despertado y se
apuró para llegar hasta el sonido de batalla.
Una puerta se abrió bruscamente.
"Veré que recibas lo que mereces por esto, perra. Me haré cargo de ti, no te engañes
y pienses que no lo haré. Tienes suerte si llegas a ver la noche".
Las estruendosas amenazas provenían de un hombre que se veía bastante
desgreñado, cuyo atuendo anunciaba que era el buen Dr. Ponsonby. "Buen", Joe se
dio cuenta a los pocos segundos, probablemente no era un adjetivo aplicable a este
médico en particular.
"Discúlpeme, Señor. Debo irme. No atenderé mis turnos de hoy. Se metió una cierta
alimaña en mis oficinas. Debo hacerlas fumigar. No hay nada de qué preocuparse. Me
haré cargo personalmente de este pequeño problema".
Ponsonby pasó al lado de Joe, empujándolo, y desapareció en otra parte de la
casa, seguido casi inmediatamente por un criado que había aparecido en el vestíbulo
casi al mismo tiempo que Joe.
Un gemido detrás de la puerta hizo que Joe sienta un escalofrío en su columna,
y entró apretando los dientes.
Fue recibido por una escena de caos y matanza.
______ estaba allí, aparentemente entera, y Joe sintió cómo el aire volvía a
entrar lentamente en sus hambrientos pulmones.
Estaba arrullando a una mujer que yacía ensangrentada sobre una larga mesa,
mientras trataba de mantener unidos los retazos de su vestido. Se le estaba formando
un moretón en la mejilla.
"______, Madame ______", dijo Joe, apresurándose en dirección a ella. "¿Estás
bien? ¿Qué sucedió?".
______ se dio vuelta para mirar a Joe; sus ojos ya no eran calmos, sino
acalorados y enojados.
"Ese... ese c-c-cerdo de médico. Él me golpeó. Después de lastimar a esta muchacha.
Se suponía que él debía ayudarla, curarla, pero en cambio él... él la lastimó... shh,
querida, todo estará bien...".
Joe notó que la mano de ______ comenzó a temblar y vio que su cara perdía el
color. Había visto suficientes batallas como para saber que el impacto la comenzaba a
afectar.
Él la agarró cuando cayó.
La puerta se abrió de un golpe y la criada de ______ y el cochero de Joe
entraron corriendo.
"¿Señorita ______? Ay, Dios mío, señorita ______...", graznó la criada.
"¿Señor? ¿Mi Señor?". El hombre de Joe miró a su alrededor con grandes ojos,
con los puños aún cerrados y preparados.
Joe, que todavía estaba luchando con el hecho de que estaba sosteniendo a una
______ medio desnuda en sus brazos, ordenó sus pensamientos eróticos.
"Tú, muchacha, ve a ver qué puedes hacer por ella allí", señaló con la cabeza a la
joven a la que habían golpeado tan ferozmente. "Joseph, ayúdala. Lleva a esa joven al
carruaje de Madame ______ y haz que la lleven a la Crescent. Ellos sabrán cómo
ayudarla mejor allí. ¿Tom está con los caballos?".
Joseph asintió con la cabeza, mientras su mirada advirtió la ensangrentada espalda
de la joven. Hizo un gesto compasivo.
"Bien. Tom me llevará de vuelta a la Casa Calver. Llevaré conmigo a Madame
______. No me gusta como sonó Ponsonby, ni sus amenazas".
Miró a ______ y la acurrucó contra su pecho. Ella era alta, pero en sus brazos se
sentía como una verdadera niñita. Su firme cuerpo estaba escasamente cubierto, y a
pesar de las circunstancias, Joe sintió que se ponía duro.
Reprimiendo silenciosamente una maldición, se dirigió a la criada que ahora estaba
ayudando a la joven víctima con sus heridas.
"¿Tú, allí, cómo te llamas?".
"Amy, mi Señor", dijo ella con una pequeña inclinación.
"Amy, diles a todos en la Crescent que me llevo a Madame ______ a mi casa de
aquí de Londres, la Casa Calver, en Farmington Square, para su seguridad. Una vez que
se haya recuperado del impacto, decidiremos cómo seguir".
Salió de la habitación llevando su carga y dando largos pasos, y dejó a dos criados
mirándose boquiabiertos.
"Vaya, cielo santo", dijo Amy en voz baja. "Prepotente, ¿eh?".
"Ese es el Coronel, para que sepas. Está muy acostumbrado a ser el que manda.
Aunque nunca lo vi ofrecerse a llevar a una mujer a la Casa Calver. Generalmente, sólo
quiere sacarlas corriendo".
"Sólo espera que Madame ______ despierte. Ella lo va a sacar corriendo a él". Amy
le sonrió a Joseph al darse vuelta para ver cómo podía ayudar a la pobre mujer cuyo
aprieto había empezado esta extraña sucesión de hechos.
* * * * *
En pocos minutos, Joe tenía a ______ acomodada en su carruaje y estaba en
camino a la Casa Calver. Por qué aún la tenía entre sus brazos era otra cosa y algo que
no se cuestionaría en este momento.
Estaba recuperando un poco el color, y a pesar de que sus manos estaban frías y
pegajosas, él sintió que lo peor ya había pasado.
Bajó su mirada hasta el desgarrado vestido; ni por su vida podría dejar de mirar la
suave carne que dejaba expuesta. Lo había tratado de acomodar lo más posible como
para protegerla de miradas incautas, pero ahora que estaban solos, se concedió el placer
de mirar sus pálidos senos y la forma en que se abultaban formando una atractiva
hendidura.
Quería pasar su lengua entre ellos y probar su piel con desesperación. Estaría
levemente salada, pero dulce, se imaginó; una mezcla de mujer desvergonzada y
dulzura.
Sus manos temblaban mientras luchaba contra sus instintos. Los instintos que lo
incitaban a aflojar la tela rasgada y dejar sus pezones al aire. Un sacudón en el andar del
carruaje lo hizo por él, y contuvo la respiración cuando uno de sus pechos se libró de
sus desgarradas envolturas.
Su redondez lo hipnotizó, su color lo deslumbró y su corazón comenzó a martillar,
generando un pulso que irguió su p*@e hasta un increíble nivel de rigidez. Su aureola
era de color rosa oscuro y más grande de lo que habría imaginado, considerando su
figura delgada. Su pezón era perfectamente redondo y descansaba suavemente sobre su
carne, rogando por que su boca lo toque y lo despierte para lograr una rigidez
apremiante. Casi podía saborearla mientras sus ojos se deleitaban con ella y su polla se
movía inquieta debajo de ella.
Ella gimió y el sonido lo sacó de su nebulosa sexual. Con un suspiro de
arrepentimiento, la cubrió y la trajo contra él, dejando que su perfume se esparciera
hasta sus orificios nasales e impregnara su mente.
El carruaje aminoró la marcha y supo que habían llegado a la Casa Calver. Durante
las próximas horas, al menos, ella estaría donde él creía que pertenecía: a su lado.
Ahora, si solo pudiera convencerla de que sería mejor aún si probaran con otra
posición: él encima de ella.
* * * * *
______ estaba adolorida. Desde los párpados hasta los dedos de los pies, todo le
dolía. No quería abrir los ojos, por si sus globos oculares le dolían también; entonces se
acurrucó más sobre la suave almohada y permaneció allí, con una paz inusual.
La habitación en la que se encontraba estaba en silencio y las sábanas olían mal,
aunque se sentían suaves sobre su piel desnuda. A los pocos segundos, se puso tensa, dándose cuenta de que donde fuera que estuviera, no era su habitación de la Crescent y
no llevaba nada puesto.
Levantó sus párpados con cautela. Estaba oscuro y unos pequeños destellos de luz
guiaron su mirada hasta un fuego que titilaba en la habitación. Había un sofá bajo cerca
de la estufa y Matty estaba descansando cómodamente en él, con su cabeza hacia atrás y
una manta de lana sobre sus piernas.
Tenía la boca abierta y roncaba levemente.
Bueno, si Matty estaba aquí, donde fuera que "aquí" fuese, debía ser un lugar
aceptable, supuso ______. Matty siempre supo qué era lo mejor.
______ levantó la cabeza con un pequeño gruñido y eso fue suficiente para
despertar a Matty.
"Dulzura, está despierta", murmuró, echando hacia atrás la manta y apresurándose
hasta la cama.
"Ay, Matty, lo siento. No quise despertarte. Estabas dormitando tan pacíficamente
allí". ______ levantó una mano hasta su cabeza y tocó el gran chichón detrás de una
oreja. "Ay. Con razón me duele la cabeza".
Su visión captó algunas imágenes y luego volvió a sumergirse en la almohada.
"¿Dónde estamos y por qué estoy desnuda?".
"Sólo quédese allí como una niña buena, ______...". La cama se movió cuando
Matty fue de aquí para allá en la habitación, luego se hundió cuando acomodó una
amplia cadera junto a la de ______.
______ percibió un olor a té. Ella sonrió. El remedio de Matty para todo era una
buena taza de té. Y casi siempre funcionaba.
"Ahora, déjeme acomodarla un poco y podrá tomar unos sorbos de esta linda taza
de té, cariño", y Matty deslizó un brazo por detrás de los hombros de ______. "El
doctor dice que estará bien. Tiene algunos golpes y moretones, pero nada que no se cure
en unos pocos días".
______ retiró los labios de la taza e hizo un gesto. "Matty, este té no es tan bueno
como los que generalmente haces".
"Eso es porque tiene un poquito de medicamento, querida". Algo para que alivie el
dolor más fuerte. El Coronel me permitió usarlo".
______ se paralizó. "Matty, ¿dónde estamos?", volvió a preguntar. Con más
firmeza esta vez.
"Bien, verá, es así: luego de que el Coronel la rescató de la bestia de Ponsonby,
usted se desmayó y él la llevó en brazos hasta su carruaje rápidamente y la trajo hasta
aquí".
"¿Y dónde es 'aquí'?".
Matty jugueteaba con la taza, para no mirar a ______. "Eh, bueno, él la trajo hasta el
lugar seguro más cercano, querida".
"¿DÓNDE?". La voz de ______ era casi un gruñido.
"La Casa Calver".
"Ay, Dios. ¿La casa de Londres de Joseph?".
Matty frunció el ceño. "¿Qué tanto ay Dios? Qué ay Dios ni qué ocho cuartos. El
Coronel hizo lo mejor que pudo por usted, jovencita. Debería estar agradecida a los
astros de que él haya entrado y la haya salvado cuando lo hizo".
______ cerró los ojos e imploró por paciencia. "Matty, debo dejarte algunas cosas en
claro. Primero, Joseph Jonas no me rescató, yo me rescaté sola. Segundo, traerme a
la Casa Calver no fue lo mejor que pudo haber hecho en estas circunstancias. Debió
haberme llevado a la Crescent. Y tercero, ¿dónde está mi mañanita?".
Los ojos de ______ se entrecerraron cuando una puntada de dolor se le esparció por
el costado y por entre las costillas.
"Ahí tiene, mire lo que ha hecho. Sus costillas están magulladas y usted fue a
hacerlas doler, ¿no?".
______ podía reconocer los signos de agravio, preocupación y culpa cuando los
escuchaba. Suspiró.
"Matty, está bien. Nos las arreglaremos. Yo nunca he estado aquí, ¿recuerdas?
Simplemente es irritante no estar en casa, donde debería estar. ¿Quién se está haciendo
cargo de la Crescent? ¿Quién está a cargo de las muchachas? ¿Qué pasó con esa
pobrecita del consultorio?".
Matty le palmeó la mano y acomodó la colcha alrededor de su paciente. "Todo está
bien en la Crescent, y le traeré aun ropa en la mañana. Estuve un poco a las corridas hoy,
por eso no tuve oportunidad de buscar su ropa de cama. Pero no importa, sus
magullones necesitaban un poco de árnica, y por eso teníamos que dejarla sin ropas, de
todas modos. Estoy cuidando bien del lugar por usted y les he dicho a los invitados que
usted estará visitando unos amigos lejos de la ciudad por unos días. No hay
habladurías y las muchachas están bien, sólo la extrañan". Matty se detuvo para
respirar, dándole tiempo a ______ para ponerse al tanto de todas las noticias.
"¿Esa joven muchacha, Mary, la del consultorio de Ponsonby?".
______ quiso asentir con la cabeza, pero le pesaba demasiado.
"Bueno, muy probablemente tendrá algunas cicatrices feas, pero se está
recuperando muy bien. Se hizo de amigas en la Crescent y aunque no creo que le
interese trabajar allí, tiene un don con el cabello y las muchachas ya la están
persiguiendo para que las peine para esta noche. La está pasando bastante bien y estará
bien a pesar de todo...".
______ hizo lo que pudo por mantener los párpados abiertos, pero se le cayeron a
pesar del esfuerzo.
"Ahora sólo descanse, ______, cariño. Todo estará bien".
La voz de Matty era suave, y ______ sintió que una mano tierna pasaba por sus
cejas. Ella sonrió, recordando cómo Matty solía hacer eso cuando ella era una niñita.
Quizás haría lo que Matty dijo. ¿Qué mal le podría hacer dormir en la Casa Calver?
No era que estaba en la cama de Joseph Jonas ni nada parecido. Y aunque
estuviera desnuda, era sólo por unas horas, de todas formas, y estaba tan
endemoniadamente cansada...
Tan pronto como cruzó el umbral, los instintos militares de Joe se alertaron.
Hubo demasiado silencio durante demasiado tiempo; el grito y el golpe que
retumbaron repentinamente a través del vestíbulo no parecieron sorprenderlo.
Instintivamente, Joe buscó su espada. Desde luego que no la tenía consigo, y
terminó con su chaqueta en la mano; pero su instinto de lucha se había despertado y se
apuró para llegar hasta el sonido de batalla.
Una puerta se abrió bruscamente.
"Veré que recibas lo que mereces por esto, perra. Me haré cargo de ti, no te engañes
y pienses que no lo haré. Tienes suerte si llegas a ver la noche".
Las estruendosas amenazas provenían de un hombre que se veía bastante
desgreñado, cuyo atuendo anunciaba que era el buen Dr. Ponsonby. "Buen", Joe se
dio cuenta a los pocos segundos, probablemente no era un adjetivo aplicable a este
médico en particular.
"Discúlpeme, Señor. Debo irme. No atenderé mis turnos de hoy. Se metió una cierta
alimaña en mis oficinas. Debo hacerlas fumigar. No hay nada de qué preocuparse. Me
haré cargo personalmente de este pequeño problema".
Ponsonby pasó al lado de Joe, empujándolo, y desapareció en otra parte de la
casa, seguido casi inmediatamente por un criado que había aparecido en el vestíbulo
casi al mismo tiempo que Joe.
Un gemido detrás de la puerta hizo que Joe sienta un escalofrío en su columna,
y entró apretando los dientes.
Fue recibido por una escena de caos y matanza.
______ estaba allí, aparentemente entera, y Joe sintió cómo el aire volvía a
entrar lentamente en sus hambrientos pulmones.
Estaba arrullando a una mujer que yacía ensangrentada sobre una larga mesa,
mientras trataba de mantener unidos los retazos de su vestido. Se le estaba formando
un moretón en la mejilla.
"______, Madame ______", dijo Joe, apresurándose en dirección a ella. "¿Estás
bien? ¿Qué sucedió?".
______ se dio vuelta para mirar a Joe; sus ojos ya no eran calmos, sino
acalorados y enojados.
"Ese... ese c-c-cerdo de médico. Él me golpeó. Después de lastimar a esta muchacha.
Se suponía que él debía ayudarla, curarla, pero en cambio él... él la lastimó... shh,
querida, todo estará bien...".
Joe notó que la mano de ______ comenzó a temblar y vio que su cara perdía el
color. Había visto suficientes batallas como para saber que el impacto la comenzaba a
afectar.
Él la agarró cuando cayó.
La puerta se abrió de un golpe y la criada de ______ y el cochero de Joe
entraron corriendo.
"¿Señorita ______? Ay, Dios mío, señorita ______...", graznó la criada.
"¿Señor? ¿Mi Señor?". El hombre de Joe miró a su alrededor con grandes ojos,
con los puños aún cerrados y preparados.
Joe, que todavía estaba luchando con el hecho de que estaba sosteniendo a una
______ medio desnuda en sus brazos, ordenó sus pensamientos eróticos.
"Tú, muchacha, ve a ver qué puedes hacer por ella allí", señaló con la cabeza a la
joven a la que habían golpeado tan ferozmente. "Joseph, ayúdala. Lleva a esa joven al
carruaje de Madame ______ y haz que la lleven a la Crescent. Ellos sabrán cómo
ayudarla mejor allí. ¿Tom está con los caballos?".
Joseph asintió con la cabeza, mientras su mirada advirtió la ensangrentada espalda
de la joven. Hizo un gesto compasivo.
"Bien. Tom me llevará de vuelta a la Casa Calver. Llevaré conmigo a Madame
______. No me gusta como sonó Ponsonby, ni sus amenazas".
Miró a ______ y la acurrucó contra su pecho. Ella era alta, pero en sus brazos se
sentía como una verdadera niñita. Su firme cuerpo estaba escasamente cubierto, y a
pesar de las circunstancias, Joe sintió que se ponía duro.
Reprimiendo silenciosamente una maldición, se dirigió a la criada que ahora estaba
ayudando a la joven víctima con sus heridas.
"¿Tú, allí, cómo te llamas?".
"Amy, mi Señor", dijo ella con una pequeña inclinación.
"Amy, diles a todos en la Crescent que me llevo a Madame ______ a mi casa de
aquí de Londres, la Casa Calver, en Farmington Square, para su seguridad. Una vez que
se haya recuperado del impacto, decidiremos cómo seguir".
Salió de la habitación llevando su carga y dando largos pasos, y dejó a dos criados
mirándose boquiabiertos.
"Vaya, cielo santo", dijo Amy en voz baja. "Prepotente, ¿eh?".
"Ese es el Coronel, para que sepas. Está muy acostumbrado a ser el que manda.
Aunque nunca lo vi ofrecerse a llevar a una mujer a la Casa Calver. Generalmente, sólo
quiere sacarlas corriendo".
"Sólo espera que Madame ______ despierte. Ella lo va a sacar corriendo a él". Amy
le sonrió a Joseph al darse vuelta para ver cómo podía ayudar a la pobre mujer cuyo
aprieto había empezado esta extraña sucesión de hechos.
* * * * *
En pocos minutos, Joe tenía a ______ acomodada en su carruaje y estaba en
camino a la Casa Calver. Por qué aún la tenía entre sus brazos era otra cosa y algo que
no se cuestionaría en este momento.
Estaba recuperando un poco el color, y a pesar de que sus manos estaban frías y
pegajosas, él sintió que lo peor ya había pasado.
Bajó su mirada hasta el desgarrado vestido; ni por su vida podría dejar de mirar la
suave carne que dejaba expuesta. Lo había tratado de acomodar lo más posible como
para protegerla de miradas incautas, pero ahora que estaban solos, se concedió el placer
de mirar sus pálidos senos y la forma en que se abultaban formando una atractiva
hendidura.
Quería pasar su lengua entre ellos y probar su piel con desesperación. Estaría
levemente salada, pero dulce, se imaginó; una mezcla de mujer desvergonzada y
dulzura.
Sus manos temblaban mientras luchaba contra sus instintos. Los instintos que lo
incitaban a aflojar la tela rasgada y dejar sus pezones al aire. Un sacudón en el andar del
carruaje lo hizo por él, y contuvo la respiración cuando uno de sus pechos se libró de
sus desgarradas envolturas.
Su redondez lo hipnotizó, su color lo deslumbró y su corazón comenzó a martillar,
generando un pulso que irguió su p*@e hasta un increíble nivel de rigidez. Su aureola
era de color rosa oscuro y más grande de lo que habría imaginado, considerando su
figura delgada. Su pezón era perfectamente redondo y descansaba suavemente sobre su
carne, rogando por que su boca lo toque y lo despierte para lograr una rigidez
apremiante. Casi podía saborearla mientras sus ojos se deleitaban con ella y su polla se
movía inquieta debajo de ella.
Ella gimió y el sonido lo sacó de su nebulosa sexual. Con un suspiro de
arrepentimiento, la cubrió y la trajo contra él, dejando que su perfume se esparciera
hasta sus orificios nasales e impregnara su mente.
El carruaje aminoró la marcha y supo que habían llegado a la Casa Calver. Durante
las próximas horas, al menos, ella estaría donde él creía que pertenecía: a su lado.
Ahora, si solo pudiera convencerla de que sería mejor aún si probaran con otra
posición: él encima de ella.
* * * * *
______ estaba adolorida. Desde los párpados hasta los dedos de los pies, todo le
dolía. No quería abrir los ojos, por si sus globos oculares le dolían también; entonces se
acurrucó más sobre la suave almohada y permaneció allí, con una paz inusual.
La habitación en la que se encontraba estaba en silencio y las sábanas olían mal,
aunque se sentían suaves sobre su piel desnuda. A los pocos segundos, se puso tensa, dándose cuenta de que donde fuera que estuviera, no era su habitación de la Crescent y
no llevaba nada puesto.
Levantó sus párpados con cautela. Estaba oscuro y unos pequeños destellos de luz
guiaron su mirada hasta un fuego que titilaba en la habitación. Había un sofá bajo cerca
de la estufa y Matty estaba descansando cómodamente en él, con su cabeza hacia atrás y
una manta de lana sobre sus piernas.
Tenía la boca abierta y roncaba levemente.
Bueno, si Matty estaba aquí, donde fuera que "aquí" fuese, debía ser un lugar
aceptable, supuso ______. Matty siempre supo qué era lo mejor.
______ levantó la cabeza con un pequeño gruñido y eso fue suficiente para
despertar a Matty.
"Dulzura, está despierta", murmuró, echando hacia atrás la manta y apresurándose
hasta la cama.
"Ay, Matty, lo siento. No quise despertarte. Estabas dormitando tan pacíficamente
allí". ______ levantó una mano hasta su cabeza y tocó el gran chichón detrás de una
oreja. "Ay. Con razón me duele la cabeza".
Su visión captó algunas imágenes y luego volvió a sumergirse en la almohada.
"¿Dónde estamos y por qué estoy desnuda?".
"Sólo quédese allí como una niña buena, ______...". La cama se movió cuando
Matty fue de aquí para allá en la habitación, luego se hundió cuando acomodó una
amplia cadera junto a la de ______.
______ percibió un olor a té. Ella sonrió. El remedio de Matty para todo era una
buena taza de té. Y casi siempre funcionaba.
"Ahora, déjeme acomodarla un poco y podrá tomar unos sorbos de esta linda taza
de té, cariño", y Matty deslizó un brazo por detrás de los hombros de ______. "El
doctor dice que estará bien. Tiene algunos golpes y moretones, pero nada que no se cure
en unos pocos días".
______ retiró los labios de la taza e hizo un gesto. "Matty, este té no es tan bueno
como los que generalmente haces".
"Eso es porque tiene un poquito de medicamento, querida". Algo para que alivie el
dolor más fuerte. El Coronel me permitió usarlo".
______ se paralizó. "Matty, ¿dónde estamos?", volvió a preguntar. Con más
firmeza esta vez.
"Bien, verá, es así: luego de que el Coronel la rescató de la bestia de Ponsonby,
usted se desmayó y él la llevó en brazos hasta su carruaje rápidamente y la trajo hasta
aquí".
"¿Y dónde es 'aquí'?".
Matty jugueteaba con la taza, para no mirar a ______. "Eh, bueno, él la trajo hasta el
lugar seguro más cercano, querida".
"¿DÓNDE?". La voz de ______ era casi un gruñido.
"La Casa Calver".
"Ay, Dios. ¿La casa de Londres de Joseph?".
Matty frunció el ceño. "¿Qué tanto ay Dios? Qué ay Dios ni qué ocho cuartos. El
Coronel hizo lo mejor que pudo por usted, jovencita. Debería estar agradecida a los
astros de que él haya entrado y la haya salvado cuando lo hizo".
______ cerró los ojos e imploró por paciencia. "Matty, debo dejarte algunas cosas en
claro. Primero, Joseph Jonas no me rescató, yo me rescaté sola. Segundo, traerme a
la Casa Calver no fue lo mejor que pudo haber hecho en estas circunstancias. Debió
haberme llevado a la Crescent. Y tercero, ¿dónde está mi mañanita?".
Los ojos de ______ se entrecerraron cuando una puntada de dolor se le esparció por
el costado y por entre las costillas.
"Ahí tiene, mire lo que ha hecho. Sus costillas están magulladas y usted fue a
hacerlas doler, ¿no?".
______ podía reconocer los signos de agravio, preocupación y culpa cuando los
escuchaba. Suspiró.
"Matty, está bien. Nos las arreglaremos. Yo nunca he estado aquí, ¿recuerdas?
Simplemente es irritante no estar en casa, donde debería estar. ¿Quién se está haciendo
cargo de la Crescent? ¿Quién está a cargo de las muchachas? ¿Qué pasó con esa
pobrecita del consultorio?".
Matty le palmeó la mano y acomodó la colcha alrededor de su paciente. "Todo está
bien en la Crescent, y le traeré aun ropa en la mañana. Estuve un poco a las corridas hoy,
por eso no tuve oportunidad de buscar su ropa de cama. Pero no importa, sus
magullones necesitaban un poco de árnica, y por eso teníamos que dejarla sin ropas, de
todas modos. Estoy cuidando bien del lugar por usted y les he dicho a los invitados que
usted estará visitando unos amigos lejos de la ciudad por unos días. No hay
habladurías y las muchachas están bien, sólo la extrañan". Matty se detuvo para
respirar, dándole tiempo a ______ para ponerse al tanto de todas las noticias.
"¿Esa joven muchacha, Mary, la del consultorio de Ponsonby?".
______ quiso asentir con la cabeza, pero le pesaba demasiado.
"Bueno, muy probablemente tendrá algunas cicatrices feas, pero se está
recuperando muy bien. Se hizo de amigas en la Crescent y aunque no creo que le
interese trabajar allí, tiene un don con el cabello y las muchachas ya la están
persiguiendo para que las peine para esta noche. La está pasando bastante bien y estará
bien a pesar de todo...".
______ hizo lo que pudo por mantener los párpados abiertos, pero se le cayeron a
pesar del esfuerzo.
"Ahora sólo descanse, ______, cariño. Todo estará bien".
La voz de Matty era suave, y ______ sintió que una mano tierna pasaba por sus
cejas. Ella sonrió, recordando cómo Matty solía hacer eso cuando ella era una niñita.
Quizás haría lo que Matty dijo. ¿Qué mal le podría hacer dormir en la Casa Calver?
No era que estaba en la cama de Joseph Jonas ni nada parecido. Y aunque
estuviera desnuda, era sólo por unas horas, de todas formas, y estaba tan
endemoniadamente cansada...
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 7
Joseph Jonas la miraba dormir en su cama. Él la había traído hasta aquí sin
pensarlo; sus pasos lo llevaron automáticamente hasta su propia habitación y sus brazos
dejaron su preciosa carga donde él sentía que debía estar: sobre su almohada.
Él la vio comenzar a temblar y apretó los dientes ante el impulso de arrancarle la
ropa, subirse a la cama a su lado y abrazarla fuerte hasta que se le fuera el miedo.
En cambió, aterrorizó a toda la casa y los tuvo zumbando para todos lados en busca
de su propio médico, la almohada más suave que hubiera, leños para encender el fuego
en su habitación y mensajeros para enviar a la Crescent.
Esto último fue bastante innecesario, ya que al poco tiempo de que Joe y ______
llegaran a la Casa Calver, Matty estaba golpeando con fuerza la puerta de entrada y casi
pasa por encima de su mayordomo en el apuro por llegar hasta su custodiada.
A Joe le fascinó la mezcla de devoción, amor y respeto que Matty demostraba
por Madame ______. Ella la trataba primero como a una niñita y luego como a una
adulta, y a Joe le quedaba claro que estas dos tenían una larga historia juntas.
No pudo evitar notar las cicatrices de Matty, pero no pudo echarle un vistazo a las
de ______, ya que Matty lo sacó corriendo de la habitación y no lo dejó volver a entrar
hasta que ______ estuvo a salvo, tapada con las cobijas y envuelta tan fuerte como un
bebé bien arropado.
La actitud inicial de Matty había sido de hostilidad y sospecha.
"La llevaremos a casa en muy poco tiempo, mi Señor". Fue bastante firme en su
declaración y Joe tuvo que usar todo su encanto y lógica para convencerla de lo
contrario.
"Ponsonby es una verdadera amenaza, señora Matty", opinó finalmente. No era
más que la verdad, después de todo. "Aquí en la Casa Calver, le puedo garantizar su
protección. ¿Puede decir lo mismo de la Crescent? Sé que tiene guardias, pero hay
demasiada gente que entra y sale. ¿Usted lo sabría si el hombre de Ponsonby se
escabulle y entra? ¿O si llegara alguien que él contrató para hacerle daño a la señorita
______?
Matty inclinó la cabeza y lo miró fijamente durante tanto tiempo que él casi sintió
que se comenzaba a sonrojar.
"Ponsonby la golpeó, usted sabe. Fue muy violento". Joe se preguntó si su
argumento reforzaría su ofrecimiento de protección.
"Sí. Bueno, los caballeros hacen eso, ¿o no?". La ácida respuesta de Matty lo
sorprendió.
"No, no lo hacen, señora Matty".
Recibió un bufido como respuesta, pero no la dejaría salirse con la suya por nada.
"Un hombre que golpea a una mujer no es un caballero. Puede ser de la nobleza o
rico, o lo que sea, pero no es un caballero. Es un patán, un cerdo, un animal y peor que
eso, pero no es un caballero. No hay, y le repito, NO hay excusa alguna para que un
hombre le levante la mano a una mujer. La única vez que pesqué a un miembro de mi
brigada hacienda eso, lo hice azotar. Por la damnificada y algunas de sus amigas. En
público".
Joe vio que una expresión extraña pasaba por el semblante de Matty mientras
hacía su declaración. Comenzó siendo un gesto de alivio y luego se convirtió en una
pequeña sonrisa.
"Bueeeeeno". Tiró de su labio inferior, obviamente analizándolo a él y a sus
palabras.
Él le sonrió y trató de irradiar encanto y confiabilidad.
"Creo que no le haría daño que la tenga aquí por un día o dos. Nadie debe saber de
esto, le advierto".
Él negó firmemente con la cabeza.
"Ya ha soportado demasiadas habladurías, pobrecita. No ayudaría a la reputación
de ninguno de los dos si se supiera que estuvo aquí".
"Nadie dirá una palabra, señora Matty. Y usted puede entrar y salir como le plazca.
Si desea quedarse con ella".
"Debería, lo sé", respondió Matty, haciendo que las tripas de Joe se anuden.
"Pero además de ______, yo soy la única que está al tanto de todo en la Crescent. Y
si yo también desapareciera, daría que hablar. No", concluyó. "Voy a confiar en usted,
Coronel Jonas. Manténgala a salvo y deje que se cure. Luego envíela a casa".
Joe lo prometió.
Mantenerla a salvo.
Bueno, estaba haciéndolo. Desparramado sobre el apelmazado sofá y debajo de una
cobija, ciertamente podía mantenerla a salvo. Había asignado a más sirvientes para que
cuiden la casa y los establos, haciendo referencia a una reciente ola de asaltos en la
zona. La mayoría de los sirvientes sabía que había traído a su casa a una huésped
lastimada, pero pocos, además de su mayordomo y su valet, conocían su identidad o
siquiera su sexo.
Las puertas estaban cerradas, trabadas y doblemente revisadas. Esta habitación
estaba cerrada con llave y las ventanas que daban desde muy alto al jardín trasero de la
Casa Calver eran seguras. Joe se preguntó si se lo estaba tomando muy a pecho,
pero luego recordó la cara de Ponsonby. Allí había un hombre que guardaba rencor y
sobre todo, si pensaba que lo había vencido una mujer, y, peor aún, una pu*a.
pu*a. Ja. La mujer que dormía en su cama no era más pu*a de lo que era él.
Eso es algo que Joe notó rápidamente al sostener su cuerpo tembloroso y
acomodarla en su habitación.
Sus ojos se abrieron y lo miraron sin expresión, con los efectos del impacto aún
visibles en sus profundidades color gris brumoso. Cualquier pu*a hubiera estado más
que acostumbrada a esa violencia, porque a pesar de la iluminada época en la que
vivían, las putas eran atacadas de manera perturbadoramente frecuente.
Sus delgadas manos se habían aferrado fuertemente a sus solapas, y él se maravilló
ante la suavidad de su piel al bajarle el desgarrado vestido por los hombros. Era una
dama en cada pulgada de su cuerpo y no importaba cuál fuera su pasado: él sabía que
no era ninguna pu*a.
Dejarla curarse.
Bueno, no había mucho que pudiera hacer al respecto. Los moretones se veían bien,
lívidos contra su carne pálida, pero eran sólo moretones y desaparecerían. Su reacción
al ataque, sin embargo, lo tenía un poco confundido. Podía no ser una endurecida
prostituta, acostumbrada a la violencia personal, pero el nivel del impacto que sufrió
fue altísimo. ¿Probablemente habría tenido que lidiar con un comportamiento como el
de Ponsonby con anterioridad?
Era un rompecabezas y a Joe le encantaba resolver rompecabezas. Se relamió.
Enviarla a casa.
Ah, allí estaba la trampa. No quería enviarla a casa. Quería quedarse con ella.
Se recostó con un suspiro y enfrentó la inevitabilidad de la situación. Quería tener a
Madame ______ tanto que sus dientes le dolían.
Fue la primera vez que recordaba estar tan obsesionado con una mujer. Ni siquiera
con la que casi se casa, cuyo nombre ya ni recordaba. Nadie lo había hecho sentir tan
caliente, ni tan necesitado por dentro, deseando algo que ni siquiera podía definir.
Quería tener su cuerpo, ciertamente. Sabía que enterrarse dentro de ella y bombear
su semen muy profundo en su vientre sería una especie de maravilla asombrosa, algo
que nunca antes había experimentado. Quería probarla, beber sus jugos, chupar sus
senos y acariciar su trasero. Quería explorar su cuerpo como un buscador de tesoros
explorando nuevos mundos en busca de oro.
Quería verla desnuda al rayo del sol y desnuda a la luz del fuego. Diablos, sólo la
quería desnuda. Con él. Piel contra piel, boca contra boca, sus senos apretados contra él
y su sexo abrazando su p*@e.
Se habló entre dientes a sí mismo y se dio vuelta, tratando de aliviarse un poco de la
presión que su polla creaba al responder a sus pensamientos.
Suspirando, se puso de pie y se desvistió, dejando caer su ropa descuidadamente al
lado del sofá y gimiendo con alivio cuando su polla saltó liberada de sus pantalones.
"No eres de ninguna ayuda", murmuró, hundiéndose otra vez y cubriéndose con la
cobija.
Trató de desviar sus pensamientos pero un pequeño suspiro desde las sábanas del
otro lado de la habitación volvió sus pensamientos hacia ______.
Joe reflexionó sobre qué clase de mujer se haría acreedora de un nombre como
"______". Y que, además, le quedara tan bien. No era una Emily, eso es seguro. Ni
Margaret, ni Jane, ni Daphne, ninguno de ellos le habrían quedado bien tampoco.
No, ella era ______. Orgullosa, elegante, reservada, pero dispuesta a defender a sus
muchachas y a asegurarles una vida decente más allá de lo que podían esperar. Una
mujer con un espíritu de hierro, lista a enfrentarse a la bestia más malvada para
proteger a alguien más débil que ella.
______. Una mujer llena de sorpresas, contrastes, enigmas y misterios. Un nombre
fuera de lo común para una persona fuera de lo común.
En ese momento, la "persona fuera de lo común" lloriqueó.
"¿Papá?".
* * * * *
______ sentía cómo los vestigios del sueño se alejaban deslizándose como gotitas de
agua, y sin embargo, la ilusión permanecía.
Su mente estaba difusa, las imágenes, borrosas y distantes y su cuerpo se sentía
pesado e irreal. Quizás todavía estaba soñando.
No, había alguien a su lado, teniéndola en sus brazos. Se sentía bien, a salvo de
alguna forma. Debía ser Papá. Finalmente estaba allí para ella.
"Gracias a Dios. Papá, debes escucharme. No me hagas hacer esto".
"¿Hacer qué, querida?".
La voz era suave y profunda. No sonaba como la de Papá, pero era una voz de
hombre.
"No me hagas casarme con él. Sabes que Mamá nunca me hubiera hecho casar con
él".
Unos dedos peinaron su pelo hacia atrás para sacarlo de su cara. "Cuéntame sobre
él".
"Él es tan viejo, Papá". Quizás esta vez la escucharía. "Y la forma en que me mira.
Él quiere estar conmigo a solas, Papá, y yo le tengo miedo. El otro día, precisamente,
cuando vino a tomar el té...".
"¿Qué sucedió?".
"Él m... me tocó, Papá. En una parte donde no debía. En una parte p...p...privada".
Los dedos cesaron sus tiernas caricias.
"No te enojes conmigo, Papá, por favor. Yo no hice nada. Quería gritar, pero no lo
hice. Reeves entró con la bandeja del té y él se detuvo. Pero Papá, a mi no me gustó...".
______ dejó salir un sollozo. ¿Por qué su padre no la escuchaba? ¿Por qué la hacía
continuar con lo de este espantoso casamiento?
"No quiero casarme con él. De verdad no quiero. ¿Por qué no puedes entender, ni
prestarme atención? Déjame quedar aquí contigo y cuidarte. Por favor, Papá, por
favor. Me moriré si me haces ir con él".
Unos cálidos brazos la abrazaron fuerte y pudo percibir los fuertes latidos de un
corazón contra su aturdida cabeza.
Casi podía ver la cara de su padre, sonriendo con tristeza. Suspiró. "Debo hacerlo,
¿no?. No hay otra alternativa. Te arruinará si no me caso con él. Y me arruinará a mí si
lo hago". Dejó salir una risa irónica. "Ambos vamos a perder".
"Ssshh, está bien, ______, está bien...". Unos sonidos reconfortantes ayudaron a
aflojar la tensión en sus hombros y ______ suspiró aliviada.
"Haz que esté bien otra vez, Papá. Haz como que nunca sucedió". Ella emitió unas
pequeñas risitas. "Y me gusta que me llames ______. Mamá solía hacerlo, ¿recuerdas?
Mucho más divertido que el viejo y engreído ____________".
Suspiró y se acurrucó contra la calidez que se desparramaba por todo su cuerpo.
"Mamá me solía cantar ______ es mi amor´. ¿Recuerdas?". Ella tarareó una pequeña
melodía, dejando que los recuerdos de su madre se deslicen por su mente y la
reconforten. "Extraño a mamá, ¿tú no, Papá?".
Los brazos alrededor de ella la apretaron un poco más.
"Sí, tú la extrañas, puedo verlo. Siento haberme quejado. Sé que debo casarme con
él. No quiero hacerlo y no sé si sobreviviré, pero lo haré. Me casaré con él por ti, Papá. Y
porque Mamá me pidió que te cuidara y no sé de que otra manera hacerlo".
Sintió que las lágrimas rodaban por su cara y que una mano cálida las secaba.
"No llores, ______. Ya terminó todo. Estás a salvo ahora, conmigo".
A salvo. ¿Estaba a salvo?
Le dolía el cuerpo, como le había dolido antes. Pero el corazón no le dolía tanto.
"¿Estoy a salvo contigo?". Ella dio vuelta la cabeza para encontrarlo; sus ojos se
negaban a enfocarse sobre nada en concreto, sólo el manchón pálido de una cara cerca
de la suya.
"Estás a salvo conmigo. Nunca dejaré que te pase nada, ______. En eso, tienes mi
palabra".
Su voz la calmó y la reconfortó, y por unos segundos, un par de ojos con manchitas
doradas danzando dentro de ellos se hicieron visibles.
"Sí. Tú me mantendrás a salvo, ¿verdad?". Sintió que su mente se dispersaba y su
cuerpo se hundía en un placentero estado de relajación. "Gracias".
Sus ojos se cerraron. Luego se abrieron por un instante nuevamente y encontraron
su cara una vez más.
"Joseph", susurró ella. "Tienes unos ojos hermosos".
Ella se durmió.
_________________
5 comentarios y os pongo 2 cap más jiiijijij
Joseph Jonas la miraba dormir en su cama. Él la había traído hasta aquí sin
pensarlo; sus pasos lo llevaron automáticamente hasta su propia habitación y sus brazos
dejaron su preciosa carga donde él sentía que debía estar: sobre su almohada.
Él la vio comenzar a temblar y apretó los dientes ante el impulso de arrancarle la
ropa, subirse a la cama a su lado y abrazarla fuerte hasta que se le fuera el miedo.
En cambió, aterrorizó a toda la casa y los tuvo zumbando para todos lados en busca
de su propio médico, la almohada más suave que hubiera, leños para encender el fuego
en su habitación y mensajeros para enviar a la Crescent.
Esto último fue bastante innecesario, ya que al poco tiempo de que Joe y ______
llegaran a la Casa Calver, Matty estaba golpeando con fuerza la puerta de entrada y casi
pasa por encima de su mayordomo en el apuro por llegar hasta su custodiada.
A Joe le fascinó la mezcla de devoción, amor y respeto que Matty demostraba
por Madame ______. Ella la trataba primero como a una niñita y luego como a una
adulta, y a Joe le quedaba claro que estas dos tenían una larga historia juntas.
No pudo evitar notar las cicatrices de Matty, pero no pudo echarle un vistazo a las
de ______, ya que Matty lo sacó corriendo de la habitación y no lo dejó volver a entrar
hasta que ______ estuvo a salvo, tapada con las cobijas y envuelta tan fuerte como un
bebé bien arropado.
La actitud inicial de Matty había sido de hostilidad y sospecha.
"La llevaremos a casa en muy poco tiempo, mi Señor". Fue bastante firme en su
declaración y Joe tuvo que usar todo su encanto y lógica para convencerla de lo
contrario.
"Ponsonby es una verdadera amenaza, señora Matty", opinó finalmente. No era
más que la verdad, después de todo. "Aquí en la Casa Calver, le puedo garantizar su
protección. ¿Puede decir lo mismo de la Crescent? Sé que tiene guardias, pero hay
demasiada gente que entra y sale. ¿Usted lo sabría si el hombre de Ponsonby se
escabulle y entra? ¿O si llegara alguien que él contrató para hacerle daño a la señorita
______?
Matty inclinó la cabeza y lo miró fijamente durante tanto tiempo que él casi sintió
que se comenzaba a sonrojar.
"Ponsonby la golpeó, usted sabe. Fue muy violento". Joe se preguntó si su
argumento reforzaría su ofrecimiento de protección.
"Sí. Bueno, los caballeros hacen eso, ¿o no?". La ácida respuesta de Matty lo
sorprendió.
"No, no lo hacen, señora Matty".
Recibió un bufido como respuesta, pero no la dejaría salirse con la suya por nada.
"Un hombre que golpea a una mujer no es un caballero. Puede ser de la nobleza o
rico, o lo que sea, pero no es un caballero. Es un patán, un cerdo, un animal y peor que
eso, pero no es un caballero. No hay, y le repito, NO hay excusa alguna para que un
hombre le levante la mano a una mujer. La única vez que pesqué a un miembro de mi
brigada hacienda eso, lo hice azotar. Por la damnificada y algunas de sus amigas. En
público".
Joe vio que una expresión extraña pasaba por el semblante de Matty mientras
hacía su declaración. Comenzó siendo un gesto de alivio y luego se convirtió en una
pequeña sonrisa.
"Bueeeeeno". Tiró de su labio inferior, obviamente analizándolo a él y a sus
palabras.
Él le sonrió y trató de irradiar encanto y confiabilidad.
"Creo que no le haría daño que la tenga aquí por un día o dos. Nadie debe saber de
esto, le advierto".
Él negó firmemente con la cabeza.
"Ya ha soportado demasiadas habladurías, pobrecita. No ayudaría a la reputación
de ninguno de los dos si se supiera que estuvo aquí".
"Nadie dirá una palabra, señora Matty. Y usted puede entrar y salir como le plazca.
Si desea quedarse con ella".
"Debería, lo sé", respondió Matty, haciendo que las tripas de Joe se anuden.
"Pero además de ______, yo soy la única que está al tanto de todo en la Crescent. Y
si yo también desapareciera, daría que hablar. No", concluyó. "Voy a confiar en usted,
Coronel Jonas. Manténgala a salvo y deje que se cure. Luego envíela a casa".
Joe lo prometió.
Mantenerla a salvo.
Bueno, estaba haciéndolo. Desparramado sobre el apelmazado sofá y debajo de una
cobija, ciertamente podía mantenerla a salvo. Había asignado a más sirvientes para que
cuiden la casa y los establos, haciendo referencia a una reciente ola de asaltos en la
zona. La mayoría de los sirvientes sabía que había traído a su casa a una huésped
lastimada, pero pocos, además de su mayordomo y su valet, conocían su identidad o
siquiera su sexo.
Las puertas estaban cerradas, trabadas y doblemente revisadas. Esta habitación
estaba cerrada con llave y las ventanas que daban desde muy alto al jardín trasero de la
Casa Calver eran seguras. Joe se preguntó si se lo estaba tomando muy a pecho,
pero luego recordó la cara de Ponsonby. Allí había un hombre que guardaba rencor y
sobre todo, si pensaba que lo había vencido una mujer, y, peor aún, una pu*a.
pu*a. Ja. La mujer que dormía en su cama no era más pu*a de lo que era él.
Eso es algo que Joe notó rápidamente al sostener su cuerpo tembloroso y
acomodarla en su habitación.
Sus ojos se abrieron y lo miraron sin expresión, con los efectos del impacto aún
visibles en sus profundidades color gris brumoso. Cualquier pu*a hubiera estado más
que acostumbrada a esa violencia, porque a pesar de la iluminada época en la que
vivían, las putas eran atacadas de manera perturbadoramente frecuente.
Sus delgadas manos se habían aferrado fuertemente a sus solapas, y él se maravilló
ante la suavidad de su piel al bajarle el desgarrado vestido por los hombros. Era una
dama en cada pulgada de su cuerpo y no importaba cuál fuera su pasado: él sabía que
no era ninguna pu*a.
Dejarla curarse.
Bueno, no había mucho que pudiera hacer al respecto. Los moretones se veían bien,
lívidos contra su carne pálida, pero eran sólo moretones y desaparecerían. Su reacción
al ataque, sin embargo, lo tenía un poco confundido. Podía no ser una endurecida
prostituta, acostumbrada a la violencia personal, pero el nivel del impacto que sufrió
fue altísimo. ¿Probablemente habría tenido que lidiar con un comportamiento como el
de Ponsonby con anterioridad?
Era un rompecabezas y a Joe le encantaba resolver rompecabezas. Se relamió.
Enviarla a casa.
Ah, allí estaba la trampa. No quería enviarla a casa. Quería quedarse con ella.
Se recostó con un suspiro y enfrentó la inevitabilidad de la situación. Quería tener a
Madame ______ tanto que sus dientes le dolían.
Fue la primera vez que recordaba estar tan obsesionado con una mujer. Ni siquiera
con la que casi se casa, cuyo nombre ya ni recordaba. Nadie lo había hecho sentir tan
caliente, ni tan necesitado por dentro, deseando algo que ni siquiera podía definir.
Quería tener su cuerpo, ciertamente. Sabía que enterrarse dentro de ella y bombear
su semen muy profundo en su vientre sería una especie de maravilla asombrosa, algo
que nunca antes había experimentado. Quería probarla, beber sus jugos, chupar sus
senos y acariciar su trasero. Quería explorar su cuerpo como un buscador de tesoros
explorando nuevos mundos en busca de oro.
Quería verla desnuda al rayo del sol y desnuda a la luz del fuego. Diablos, sólo la
quería desnuda. Con él. Piel contra piel, boca contra boca, sus senos apretados contra él
y su sexo abrazando su p*@e.
Se habló entre dientes a sí mismo y se dio vuelta, tratando de aliviarse un poco de la
presión que su polla creaba al responder a sus pensamientos.
Suspirando, se puso de pie y se desvistió, dejando caer su ropa descuidadamente al
lado del sofá y gimiendo con alivio cuando su polla saltó liberada de sus pantalones.
"No eres de ninguna ayuda", murmuró, hundiéndose otra vez y cubriéndose con la
cobija.
Trató de desviar sus pensamientos pero un pequeño suspiro desde las sábanas del
otro lado de la habitación volvió sus pensamientos hacia ______.
Joe reflexionó sobre qué clase de mujer se haría acreedora de un nombre como
"______". Y que, además, le quedara tan bien. No era una Emily, eso es seguro. Ni
Margaret, ni Jane, ni Daphne, ninguno de ellos le habrían quedado bien tampoco.
No, ella era ______. Orgullosa, elegante, reservada, pero dispuesta a defender a sus
muchachas y a asegurarles una vida decente más allá de lo que podían esperar. Una
mujer con un espíritu de hierro, lista a enfrentarse a la bestia más malvada para
proteger a alguien más débil que ella.
______. Una mujer llena de sorpresas, contrastes, enigmas y misterios. Un nombre
fuera de lo común para una persona fuera de lo común.
En ese momento, la "persona fuera de lo común" lloriqueó.
"¿Papá?".
* * * * *
______ sentía cómo los vestigios del sueño se alejaban deslizándose como gotitas de
agua, y sin embargo, la ilusión permanecía.
Su mente estaba difusa, las imágenes, borrosas y distantes y su cuerpo se sentía
pesado e irreal. Quizás todavía estaba soñando.
No, había alguien a su lado, teniéndola en sus brazos. Se sentía bien, a salvo de
alguna forma. Debía ser Papá. Finalmente estaba allí para ella.
"Gracias a Dios. Papá, debes escucharme. No me hagas hacer esto".
"¿Hacer qué, querida?".
La voz era suave y profunda. No sonaba como la de Papá, pero era una voz de
hombre.
"No me hagas casarme con él. Sabes que Mamá nunca me hubiera hecho casar con
él".
Unos dedos peinaron su pelo hacia atrás para sacarlo de su cara. "Cuéntame sobre
él".
"Él es tan viejo, Papá". Quizás esta vez la escucharía. "Y la forma en que me mira.
Él quiere estar conmigo a solas, Papá, y yo le tengo miedo. El otro día, precisamente,
cuando vino a tomar el té...".
"¿Qué sucedió?".
"Él m... me tocó, Papá. En una parte donde no debía. En una parte p...p...privada".
Los dedos cesaron sus tiernas caricias.
"No te enojes conmigo, Papá, por favor. Yo no hice nada. Quería gritar, pero no lo
hice. Reeves entró con la bandeja del té y él se detuvo. Pero Papá, a mi no me gustó...".
______ dejó salir un sollozo. ¿Por qué su padre no la escuchaba? ¿Por qué la hacía
continuar con lo de este espantoso casamiento?
"No quiero casarme con él. De verdad no quiero. ¿Por qué no puedes entender, ni
prestarme atención? Déjame quedar aquí contigo y cuidarte. Por favor, Papá, por
favor. Me moriré si me haces ir con él".
Unos cálidos brazos la abrazaron fuerte y pudo percibir los fuertes latidos de un
corazón contra su aturdida cabeza.
Casi podía ver la cara de su padre, sonriendo con tristeza. Suspiró. "Debo hacerlo,
¿no?. No hay otra alternativa. Te arruinará si no me caso con él. Y me arruinará a mí si
lo hago". Dejó salir una risa irónica. "Ambos vamos a perder".
"Ssshh, está bien, ______, está bien...". Unos sonidos reconfortantes ayudaron a
aflojar la tensión en sus hombros y ______ suspiró aliviada.
"Haz que esté bien otra vez, Papá. Haz como que nunca sucedió". Ella emitió unas
pequeñas risitas. "Y me gusta que me llames ______. Mamá solía hacerlo, ¿recuerdas?
Mucho más divertido que el viejo y engreído ____________".
Suspiró y se acurrucó contra la calidez que se desparramaba por todo su cuerpo.
"Mamá me solía cantar ______ es mi amor´. ¿Recuerdas?". Ella tarareó una pequeña
melodía, dejando que los recuerdos de su madre se deslicen por su mente y la
reconforten. "Extraño a mamá, ¿tú no, Papá?".
Los brazos alrededor de ella la apretaron un poco más.
"Sí, tú la extrañas, puedo verlo. Siento haberme quejado. Sé que debo casarme con
él. No quiero hacerlo y no sé si sobreviviré, pero lo haré. Me casaré con él por ti, Papá. Y
porque Mamá me pidió que te cuidara y no sé de que otra manera hacerlo".
Sintió que las lágrimas rodaban por su cara y que una mano cálida las secaba.
"No llores, ______. Ya terminó todo. Estás a salvo ahora, conmigo".
A salvo. ¿Estaba a salvo?
Le dolía el cuerpo, como le había dolido antes. Pero el corazón no le dolía tanto.
"¿Estoy a salvo contigo?". Ella dio vuelta la cabeza para encontrarlo; sus ojos se
negaban a enfocarse sobre nada en concreto, sólo el manchón pálido de una cara cerca
de la suya.
"Estás a salvo conmigo. Nunca dejaré que te pase nada, ______. En eso, tienes mi
palabra".
Su voz la calmó y la reconfortó, y por unos segundos, un par de ojos con manchitas
doradas danzando dentro de ellos se hicieron visibles.
"Sí. Tú me mantendrás a salvo, ¿verdad?". Sintió que su mente se dispersaba y su
cuerpo se hundía en un placentero estado de relajación. "Gracias".
Sus ojos se cerraron. Luego se abrieron por un instante nuevamente y encontraron
su cara una vez más.
"Joseph", susurró ella. "Tienes unos ojos hermosos".
Ella se durmió.
_________________
5 comentarios y os pongo 2 cap más jiiijijij
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 8
A ______ la despertó la luz del sol que fluía sobre su cara.
Al estirarse, se dio cuenta de que su boca se sentía como si hubiera estado lamiendo
una alfombra durante horas, su estómago hacía ruidos, y tenía la imperiosa necesidad
de un orinal.
Cuando levantó un poco la cabeza, vio el biombo del otro lado de la habitación y
dedujo que al menos una de sus necesidades podía ser satisfecha.
Le temblaban las piernas y le dolía el cuerpo, pero estaba satisfecha y orgullosa de
sí misma por poder cubrir la pequeña distancia hasta detrás del biombo y nuevamente
hasta su cama sin tambalear.
Notó que ahora tenía puesto su propio camisón y sonrió al darse cuenta que
algunas otras cosas suyas estaban desparramadas en la habitación. Matty estaba a
cargo, sin duda.
Como si la hubiera llamado con el pensamiento, se abrió la puerta y la misma Matty
entró precipitadamente con una gran bandeja.
"Ay, mi querida, mírese. Ya está levantada. Y estoy segura de que también debe
estar muy hambrienta".
"Sedienta, más que hambrienta, pero sí a ambas cosas, Matty. ¿Qué hora es?
¿Cuánto tiempo dormí?".
______ dio un enorme bostezo y se estiró bien arriba de su cabeza, aflojando sus
hombros y haciendo una pequeña mueca.
"¿Todavía le duele?", preguntó Matty, sirviendo té de la tetera sobre la bandeja que
trajo con ella.
"Un poco. No mucho. Pero siento la cabeza un poco algodonosa...".
"Ese es el láudano. Pensamos que sería buena idea darle algunas gotitas".
"¿Láudano? Matty, sabes que yo nunca he tocado esas cosas". ______ frunció el
ceño al pensar en ello. Hubo un tiempo en que Matty la alentó a tomarlo, pero ella se
negó inexorablemente.
"Lo sé, preciosa, lo sé. Pero es que estaba tan golpeada y sabíamos que si estaba
despierta, habría estado fastidiando con preguntas sobre la Crescent y cuándo se iría a
casa; así que pensamos que era lo mejor. Sólo por esta vez, cariño".
"¿Qué hora es, entonces?".
Matty limpió su garganta. "Son más de las cuatro".
"Santo cielo, ¿quieres decir que he dormido durante varias horas?".
"Bueno, en realidad, son las cuatro del jueves".
______ quedó boquiabierta. "Por Dios. ¿He dormido durante dos días?".
Matty asintió y untó varias tostadas con manteca. "Nosotros creímos que sería lo
mejor. Necesitaba curarse".
Los ojos de ______ se entrecerraron, incluso mientras tomaba gustosamente la taza
de té, y permitió a Matty que le acomode las almohadas y la ponga cómoda.
"Estoy escuchando mucho la palabra 'nosotros'. ¿Quiénes son 'nosotros', Matty?".
Matty le ofreció una tostada.
Le ganó el hambre y ______ mordió el alimento con entusiasmo. "No pienses que te
escaparás de esta, mi amiga", ______ masculló con la tostada en la boca.
"No hable con la boca llena, jovencita", dijo Matty automáticamente, sirviendo una
segunda taza de té y acomodando sus amplias caderas sobre la silla que había acercado
a la cama. "Ahora, ¿cómo se siente?".
______ devoró su segunda tostada. "Además de magullada y hambrienta, y con
dolor de cabeza, estoy endemoniadamente ansiosa por saber qué estuvo pasando y por
qué pensaste que debías drogarme para mantenerme fuera de todo".
Mantuvo su voz firme y nivelada, y su mirada sobre Matty.
Ignorándola, Matty se inclinó hacia adelante y le pasó un pedacito de manteca por
el mentón con la soltura y familiaridad de una amiga de mucho tiempo. Bebió su té y
luego enderezó su espalda contra la silla.
"Muy bien. El Coronel y yo pensamos que sería mejor que usted duerma un tiempo.
Él estaba muy preocupado por las amenazas de Ponsonby y creyó que estaría mejor
protegida aquí de lo que podría haber estado en la Crescent".
______ abrió la boca para protestar, pero la detuvo la mano levantada de Matty.
"Sólo piensa un poco, ______. ¿Habrías cerrado la Crescent? ¿Habrías puesto a un
criado en cada una de las puertas para revisar a los visitantes al llegar? ¿Cómo habrías
protegido a las muchachas si alguien hubiera decidido castigarlas a ellas en vez de a
ti?".
______ cerró la boca.
"¿Se habría quedado al menos en su habitación hasta que Ponsonby revelara sus
planes o apareciera en su casa otra vez?".
"¿Desapareció?".
"Completamente".
"Maldición".
"El Coronel se aseguró también de que sus pacientes sepan exactamente que pasó,
pero sin mencionar su nombre. Sólo dijo que había sorprendido al doctor abusándose
de una mujer que necesitaba atención médica. Eso fue todo".
"¿Eso no puso a Joseph... digo, a su Señoría en peligro, también?". La preocupada
pregunta de ______ hizo que los ojos de Matty brillaran con interés.
"El pareció pensar que no. Estaba más preocupado por usted. Y se ha tomado
especialmente el trabajo de asegurarse de que esté a salvo, protegida y de que nadie
sepa que está aquí". Matty asintió con aprobación. "Y lo ha hecho, además".
"¿Ah, sí?". ______ miró a Matty, asombrada de que por una vez un hombre
recibiera la aprobación de la muy crítica mirada de esta mujer.
"La verdad que sí. Él la atendió solito. Nadie excepto el agradable señor Arthur
sabe quién eres. Es el valet del Coronel, ¿sabe?", se inclinó Matty informalmente. "Un
hombre tan agradable. Dice que ha estado con el Coronel durante años. Antiguo
ayudante personal, ahora valet. Lo cuida tan bien y se ha asegurado de que yo entre a
visitarla sin ningún alboroto o molestia cada vez que vengo".
______ tragó, completamente sorprendida con el asombroso reconocimiento de
Matty a Joseph Jonas. "¿En serio? Ah, santo cielo. ¿Y qué les dijiste a las
muchachas?".
"Les dije que estaba visitando a unos amigos que encontró por casualidad y que
pasaría unos días con ellos".
"¿Cómo lo tomaron? Nunca hice algo así antes".
"Quizás por eso lo tomaron tan bien. La mayoría dijo que era hora de que se tomara
unos días. Un par dijeron que no se apure en volver porque los hombres las miran más
ahora que usted no está".
______ sonrió.
"Y yo me las estoy arreglando para hacer que todo funcione lo mejor que puedo.
Los clientes parecen estar bien, algunos preguntaron por usted, la mayoría hombres", la
boca de Matty bajó el tono, "pero en general, todo anda bien. No tiene que preocuparse
para nada".
"¿Y se está preocupando, señora Matty?".
La voz profunda resonó en la conciencia de ______ e instintivamente levantó las
cobijas hasta su garganta.
Aparentemente, Joe notó sus movimientos, porque sus ojos siguieron su mano y
sus labios se torcieron en una pequeña sonrisa.
"Por amor de Dios, Señor, por supuesto que sí. Pero acabo de decirle cómo están las
cosas en la Crescent, así puede descansar y no preocuparse por un tiempito al menos".
Joe se acercó a la cama y se sirvió la última tostada.
* * * * *
Su boca sabía a aserrín seco, pero al masticar y tragar obtuvo la concentración que
podría haber perdido de otra forma mientras miraba a ______.
La había tenido con él las últimas cuarenta y ocho horas, para conocer su perfume,
sus sonidos y saber brevemente cómo se sentía su piel. Pero ahora ella estaba totalmente
despierta, alerta y otra vez bajando ese velo de ocultamiento sobre sus ojos grises.
Estaba decidido a no dejar que eso continúe. De una forma u otra, iba a penetrar la
fortaleza de control de Madame ______ y abrir una brecha en sus emociones y en su
cuerpo.
Se relamió y le complació ver un pequeño estremecimiento mover el pelo
desordenado alrededor de la cara de ______.
"Me gustaría darte mi palabra, Madame ______, que te protegeré mientras estés
aquí en mi casa. No debes sentir temor al respecto. Creo que en la Crescent se han
tomado algunas precauciones sensatas también. Estaré mucho más feliz cuando
encuentren a Ponsonby, pero por ahora, no creo que haya más que podamos hacer".
Se reclinó contra el alto poste al pie de la cama y la examinó, disfrutando del
anudado cabello rubio que caía hacia todos lados y del camisón de encaje atado
delicadamente alrededor de su cuello, que no hacía nada por desalentarlo a querer tirar
de las cintas hasta que se abriera.
O quizás ni siquiera molestarse, sólo rasgarlo de arriba a abajo y dejar a la vista su
calor, su sexo, sus hermosos senos...
Joe cambió de posición y miró hacia otro lado, sintiendo un desacostumbrado
calor en sus mejillas mientras desvestía y hacia el amor mentalmente a su huésped.
"Aprecio todo lo que ha hecho, mi Señor. No puedo más que pensar que le he
causado molestias".
La respuesta de ______ fue toda formalidad y sus ojos carecían completamente de
emoción. Sí, realmente tenía un buen control de sí misma.
"Para nada. Has pasado la mayor parte del tiempo durmiendo. No has sido
precisamente una huésped difícil de atender", sonrió Joe.
"Bueno, ahora que estoy despierta, quizás deberíamos planear mi partida. De
verdad, debo regresar a la Crescent".
Joe tomó aire, pero Matty se le adelantó.
"Bueno, ______, no nos apresuremos a tomar ninguna decisión tonta. En este
momento, nadie sabe dónde está. Déle un par de días más al Coronel para ver si sus
agentes encuentran a Ponsonby". Miró rápidamente a Joe, que movió levemente la
cabeza en señal de aprobación. "Verás, cariño, el criado de Ponsonby ha sido
reconocido como un completo villano".
______ frunció el ceño.
"Realmente, ______". Joe ni se dio cuenta de que estaba llamando a ______ por
su primer nombre. Simplemente le sonó tan natural. "Tan pronto como hice que mi
gente comience a indagar sobre el posible paradero de Ponsonby, descubrimos que su
criado tiene una historia violenta. Especialmente con las mujeres. Ha habido historias
de criadas desaparecidas en casas donde él ha trabajado y bastante brutalidad
comprobable. Parece que el hombre es abusivo, sin dudas, y posiblemente también un
asesino".
______ palideció levemente. "Por todos los cielos. Y nosotros no lo sabíamos".
"¿Cómo podrían saberlo? Y en circunstancias normales, nunca habrías tenido
contacto con él de todas formas. Pero ahora, viendo que Ponsonby está huyendo de las
autoridades, a quienes les gustaría conversar sobre sus prácticas médicas, y que los
hechos se precipitaron por una mujer, no tenemos idea de qué estará pensando o
haciendo su sirviente, o qué estará alentando a Ponsonby a hacer. Es una situación
aterradora y que simplemente no podemos controlar en este momento. Estás más a
salvo justo aquí donde estás".
La mirada de ______ fue y vino de Matty a Joe una y otra vez. Joe contuvo
la respiración mientras veía a ______ analizar su problema desde distintas perspectivas.
Su cara permanecía impasible, sus ojos calmos y circunspectos.
Pero se había acostumbrado a su lenguaje corporal durante los últimos dos días y,
por la pequeña vacilación del pulso en su cuello, se dio cuenta de que sus revelaciones
la perturbaban.
Las cobijas subieron y bajaron sobre sus senos cuando ella inspiró profundamente.
"Parece ser que no tengo otra alternativa en este momento que aceptar su
hospitalidad. Le agradezco, mi Señor. Igualmente, me reservaré el derecho de partir tan
pronto como se resuelva esta situación. Mientras tanto, creo que debería vestirme y
quizás encargarme de la papelería de la Crescent. Estoy segura de que a Matty no le
importará traerla cuando vuelva. Y la necesitaré a mi lado todo el tiempo, desde
luego...".
Joe reprimió una sonrisa. Su ______ estaba intentando evadir elegantemente la
posibilidad de que la presencia de él la perturbara. Y él sabía que lo hacía. Lo sabía con
la seguridad que sentía latir a su corazón. Esta mujer tenía muchas estrategias para
mantenerse al margen, distante. Él iba a disfrutar derrotar cada una de ellas. Era hora
de comenzar.
"Comprendo". Él sonrió amablemente. "Sin embargo, debería señalar que la señora
Matty se ha hecho cargo de la Crescent en tu ausencia. ¿Tienes a alguien en mente para
reemplazarla mientras se queda aquí cuidándote?".
Habiéndole recordado elegantemente a ______ sobre sus obligaciones de negocios e
implicando que Matty no haría más que fastidiar a ______, esperó ver cómo
respondería ella.
Ella no lo defraudó.
Levantó el mentón un poco y buscó su mirada con tolerancia. Ni un rastro de lo que
debió ser una tremenda lucha interna se dejó ver en sus ojos gris claro.
"Sus suposiciones son correctas, mi Señor. Debí haber considerado todas las
posibilidades antes de hablar".
______ miró a Matty.
"Matty, parece que estaré obligada a contar contigo por un tiempo más. Igual
querría que me traigan la papelería. El lado financiero debe ser atendido y ciertamente puedo hacer eso sin poner en peligro a nada ni a nadie. Si su Señoría fuera tan amable
de permitirme usar su escritorio...".
Una ceja pálida se levantó indagante.
"Por supuesto. No has tenido la oportunidad de explorar, pero de hecho, esta suite
tiene una pequeña sala de estar por esa puerta...". Él hizo un pequeño gesto. "Puedes
usarlo tanto como lo necesites".
"Ahí tiene, linda. Ahora mi mente puede descansar. Sólo véalo como unas
pequeñas vacaciones. Dios sabe que no ha tenido unas y las ha necesitado desde...".
"Desde que me hice cargo de la Crescent. Sí, Matty, gracias".
La interrupción de ______ fue rápida y deliberada. Joe lo anotó mentalmente en
la pequeña lista que había comenzado en su cabeza. Tenía por objeto resolver el
rompecabezas que era ______.
Estaba justo al lado de la que ya estaba llena con ideas sobre formas de hacer el amor a
______.
"Ahora debo irme, necesito terminar con el menú de la cena y las muchachas
siempre se sienten mejor cuando yo llego".
Matty dio unas precipitadas vueltas y juntó su chal y su sombrero.
"Matty, yo...", ______ dudó, como reacia a que Matty se vaya.
"Ahora sólo deje que el Coronel se haga cargo de todo, preciosa", la reconfortó
Matty.
"De verdad, Madame ______, no hay nada de qué preocuparse. He pedido que te
preparen un baño en un rato. Quizás quieras compartir una comida informal conmigo
después. Tengo entendido, por lo que me dijo Matty, que juegas al ajedrez...".
Joe inclinó la cabeza, mostrando la más pura imagen de inocencia. No podía
estar haciendo otra cosa que ser un anfitrión amable. De hecho, irradiaba tan
fuertemente su inocencia que la famosa manteca no solamente no se habría derretido en
su boca, sino que se habría quedado allí por una semana.
Esperaba fervientemente haber engañado a ______. No había nada de inocente en
sus objetivos. Eran simples y fundamentales. Tener sexo con ______. Entender a ______.
Hacer que ______ sonriera, luego hacer que ______ gritara. Ah, y luego tener sexo un
poco más.
Para el Coronel Joseph Jonas, Conde de Calverton, la batalla estaba
comenzando. Las estrategias que usaría serían taimadas y astutas. Su campaña
involucraría cada herramienta bajo su control. Valía la pena pelear por sus objetivos, y
la rendición de ______ sería un premio invalorable.
Nunca consideró realmente la posibilidad de que pudiera haber víctimas.
A ______ la despertó la luz del sol que fluía sobre su cara.
Al estirarse, se dio cuenta de que su boca se sentía como si hubiera estado lamiendo
una alfombra durante horas, su estómago hacía ruidos, y tenía la imperiosa necesidad
de un orinal.
Cuando levantó un poco la cabeza, vio el biombo del otro lado de la habitación y
dedujo que al menos una de sus necesidades podía ser satisfecha.
Le temblaban las piernas y le dolía el cuerpo, pero estaba satisfecha y orgullosa de
sí misma por poder cubrir la pequeña distancia hasta detrás del biombo y nuevamente
hasta su cama sin tambalear.
Notó que ahora tenía puesto su propio camisón y sonrió al darse cuenta que
algunas otras cosas suyas estaban desparramadas en la habitación. Matty estaba a
cargo, sin duda.
Como si la hubiera llamado con el pensamiento, se abrió la puerta y la misma Matty
entró precipitadamente con una gran bandeja.
"Ay, mi querida, mírese. Ya está levantada. Y estoy segura de que también debe
estar muy hambrienta".
"Sedienta, más que hambrienta, pero sí a ambas cosas, Matty. ¿Qué hora es?
¿Cuánto tiempo dormí?".
______ dio un enorme bostezo y se estiró bien arriba de su cabeza, aflojando sus
hombros y haciendo una pequeña mueca.
"¿Todavía le duele?", preguntó Matty, sirviendo té de la tetera sobre la bandeja que
trajo con ella.
"Un poco. No mucho. Pero siento la cabeza un poco algodonosa...".
"Ese es el láudano. Pensamos que sería buena idea darle algunas gotitas".
"¿Láudano? Matty, sabes que yo nunca he tocado esas cosas". ______ frunció el
ceño al pensar en ello. Hubo un tiempo en que Matty la alentó a tomarlo, pero ella se
negó inexorablemente.
"Lo sé, preciosa, lo sé. Pero es que estaba tan golpeada y sabíamos que si estaba
despierta, habría estado fastidiando con preguntas sobre la Crescent y cuándo se iría a
casa; así que pensamos que era lo mejor. Sólo por esta vez, cariño".
"¿Qué hora es, entonces?".
Matty limpió su garganta. "Son más de las cuatro".
"Santo cielo, ¿quieres decir que he dormido durante varias horas?".
"Bueno, en realidad, son las cuatro del jueves".
______ quedó boquiabierta. "Por Dios. ¿He dormido durante dos días?".
Matty asintió y untó varias tostadas con manteca. "Nosotros creímos que sería lo
mejor. Necesitaba curarse".
Los ojos de ______ se entrecerraron, incluso mientras tomaba gustosamente la taza
de té, y permitió a Matty que le acomode las almohadas y la ponga cómoda.
"Estoy escuchando mucho la palabra 'nosotros'. ¿Quiénes son 'nosotros', Matty?".
Matty le ofreció una tostada.
Le ganó el hambre y ______ mordió el alimento con entusiasmo. "No pienses que te
escaparás de esta, mi amiga", ______ masculló con la tostada en la boca.
"No hable con la boca llena, jovencita", dijo Matty automáticamente, sirviendo una
segunda taza de té y acomodando sus amplias caderas sobre la silla que había acercado
a la cama. "Ahora, ¿cómo se siente?".
______ devoró su segunda tostada. "Además de magullada y hambrienta, y con
dolor de cabeza, estoy endemoniadamente ansiosa por saber qué estuvo pasando y por
qué pensaste que debías drogarme para mantenerme fuera de todo".
Mantuvo su voz firme y nivelada, y su mirada sobre Matty.
Ignorándola, Matty se inclinó hacia adelante y le pasó un pedacito de manteca por
el mentón con la soltura y familiaridad de una amiga de mucho tiempo. Bebió su té y
luego enderezó su espalda contra la silla.
"Muy bien. El Coronel y yo pensamos que sería mejor que usted duerma un tiempo.
Él estaba muy preocupado por las amenazas de Ponsonby y creyó que estaría mejor
protegida aquí de lo que podría haber estado en la Crescent".
______ abrió la boca para protestar, pero la detuvo la mano levantada de Matty.
"Sólo piensa un poco, ______. ¿Habrías cerrado la Crescent? ¿Habrías puesto a un
criado en cada una de las puertas para revisar a los visitantes al llegar? ¿Cómo habrías
protegido a las muchachas si alguien hubiera decidido castigarlas a ellas en vez de a
ti?".
______ cerró la boca.
"¿Se habría quedado al menos en su habitación hasta que Ponsonby revelara sus
planes o apareciera en su casa otra vez?".
"¿Desapareció?".
"Completamente".
"Maldición".
"El Coronel se aseguró también de que sus pacientes sepan exactamente que pasó,
pero sin mencionar su nombre. Sólo dijo que había sorprendido al doctor abusándose
de una mujer que necesitaba atención médica. Eso fue todo".
"¿Eso no puso a Joseph... digo, a su Señoría en peligro, también?". La preocupada
pregunta de ______ hizo que los ojos de Matty brillaran con interés.
"El pareció pensar que no. Estaba más preocupado por usted. Y se ha tomado
especialmente el trabajo de asegurarse de que esté a salvo, protegida y de que nadie
sepa que está aquí". Matty asintió con aprobación. "Y lo ha hecho, además".
"¿Ah, sí?". ______ miró a Matty, asombrada de que por una vez un hombre
recibiera la aprobación de la muy crítica mirada de esta mujer.
"La verdad que sí. Él la atendió solito. Nadie excepto el agradable señor Arthur
sabe quién eres. Es el valet del Coronel, ¿sabe?", se inclinó Matty informalmente. "Un
hombre tan agradable. Dice que ha estado con el Coronel durante años. Antiguo
ayudante personal, ahora valet. Lo cuida tan bien y se ha asegurado de que yo entre a
visitarla sin ningún alboroto o molestia cada vez que vengo".
______ tragó, completamente sorprendida con el asombroso reconocimiento de
Matty a Joseph Jonas. "¿En serio? Ah, santo cielo. ¿Y qué les dijiste a las
muchachas?".
"Les dije que estaba visitando a unos amigos que encontró por casualidad y que
pasaría unos días con ellos".
"¿Cómo lo tomaron? Nunca hice algo así antes".
"Quizás por eso lo tomaron tan bien. La mayoría dijo que era hora de que se tomara
unos días. Un par dijeron que no se apure en volver porque los hombres las miran más
ahora que usted no está".
______ sonrió.
"Y yo me las estoy arreglando para hacer que todo funcione lo mejor que puedo.
Los clientes parecen estar bien, algunos preguntaron por usted, la mayoría hombres", la
boca de Matty bajó el tono, "pero en general, todo anda bien. No tiene que preocuparse
para nada".
"¿Y se está preocupando, señora Matty?".
La voz profunda resonó en la conciencia de ______ e instintivamente levantó las
cobijas hasta su garganta.
Aparentemente, Joe notó sus movimientos, porque sus ojos siguieron su mano y
sus labios se torcieron en una pequeña sonrisa.
"Por amor de Dios, Señor, por supuesto que sí. Pero acabo de decirle cómo están las
cosas en la Crescent, así puede descansar y no preocuparse por un tiempito al menos".
Joe se acercó a la cama y se sirvió la última tostada.
* * * * *
Su boca sabía a aserrín seco, pero al masticar y tragar obtuvo la concentración que
podría haber perdido de otra forma mientras miraba a ______.
La había tenido con él las últimas cuarenta y ocho horas, para conocer su perfume,
sus sonidos y saber brevemente cómo se sentía su piel. Pero ahora ella estaba totalmente
despierta, alerta y otra vez bajando ese velo de ocultamiento sobre sus ojos grises.
Estaba decidido a no dejar que eso continúe. De una forma u otra, iba a penetrar la
fortaleza de control de Madame ______ y abrir una brecha en sus emociones y en su
cuerpo.
Se relamió y le complació ver un pequeño estremecimiento mover el pelo
desordenado alrededor de la cara de ______.
"Me gustaría darte mi palabra, Madame ______, que te protegeré mientras estés
aquí en mi casa. No debes sentir temor al respecto. Creo que en la Crescent se han
tomado algunas precauciones sensatas también. Estaré mucho más feliz cuando
encuentren a Ponsonby, pero por ahora, no creo que haya más que podamos hacer".
Se reclinó contra el alto poste al pie de la cama y la examinó, disfrutando del
anudado cabello rubio que caía hacia todos lados y del camisón de encaje atado
delicadamente alrededor de su cuello, que no hacía nada por desalentarlo a querer tirar
de las cintas hasta que se abriera.
O quizás ni siquiera molestarse, sólo rasgarlo de arriba a abajo y dejar a la vista su
calor, su sexo, sus hermosos senos...
Joe cambió de posición y miró hacia otro lado, sintiendo un desacostumbrado
calor en sus mejillas mientras desvestía y hacia el amor mentalmente a su huésped.
"Aprecio todo lo que ha hecho, mi Señor. No puedo más que pensar que le he
causado molestias".
La respuesta de ______ fue toda formalidad y sus ojos carecían completamente de
emoción. Sí, realmente tenía un buen control de sí misma.
"Para nada. Has pasado la mayor parte del tiempo durmiendo. No has sido
precisamente una huésped difícil de atender", sonrió Joe.
"Bueno, ahora que estoy despierta, quizás deberíamos planear mi partida. De
verdad, debo regresar a la Crescent".
Joe tomó aire, pero Matty se le adelantó.
"Bueno, ______, no nos apresuremos a tomar ninguna decisión tonta. En este
momento, nadie sabe dónde está. Déle un par de días más al Coronel para ver si sus
agentes encuentran a Ponsonby". Miró rápidamente a Joe, que movió levemente la
cabeza en señal de aprobación. "Verás, cariño, el criado de Ponsonby ha sido
reconocido como un completo villano".
______ frunció el ceño.
"Realmente, ______". Joe ni se dio cuenta de que estaba llamando a ______ por
su primer nombre. Simplemente le sonó tan natural. "Tan pronto como hice que mi
gente comience a indagar sobre el posible paradero de Ponsonby, descubrimos que su
criado tiene una historia violenta. Especialmente con las mujeres. Ha habido historias
de criadas desaparecidas en casas donde él ha trabajado y bastante brutalidad
comprobable. Parece que el hombre es abusivo, sin dudas, y posiblemente también un
asesino".
______ palideció levemente. "Por todos los cielos. Y nosotros no lo sabíamos".
"¿Cómo podrían saberlo? Y en circunstancias normales, nunca habrías tenido
contacto con él de todas formas. Pero ahora, viendo que Ponsonby está huyendo de las
autoridades, a quienes les gustaría conversar sobre sus prácticas médicas, y que los
hechos se precipitaron por una mujer, no tenemos idea de qué estará pensando o
haciendo su sirviente, o qué estará alentando a Ponsonby a hacer. Es una situación
aterradora y que simplemente no podemos controlar en este momento. Estás más a
salvo justo aquí donde estás".
La mirada de ______ fue y vino de Matty a Joe una y otra vez. Joe contuvo
la respiración mientras veía a ______ analizar su problema desde distintas perspectivas.
Su cara permanecía impasible, sus ojos calmos y circunspectos.
Pero se había acostumbrado a su lenguaje corporal durante los últimos dos días y,
por la pequeña vacilación del pulso en su cuello, se dio cuenta de que sus revelaciones
la perturbaban.
Las cobijas subieron y bajaron sobre sus senos cuando ella inspiró profundamente.
"Parece ser que no tengo otra alternativa en este momento que aceptar su
hospitalidad. Le agradezco, mi Señor. Igualmente, me reservaré el derecho de partir tan
pronto como se resuelva esta situación. Mientras tanto, creo que debería vestirme y
quizás encargarme de la papelería de la Crescent. Estoy segura de que a Matty no le
importará traerla cuando vuelva. Y la necesitaré a mi lado todo el tiempo, desde
luego...".
Joe reprimió una sonrisa. Su ______ estaba intentando evadir elegantemente la
posibilidad de que la presencia de él la perturbara. Y él sabía que lo hacía. Lo sabía con
la seguridad que sentía latir a su corazón. Esta mujer tenía muchas estrategias para
mantenerse al margen, distante. Él iba a disfrutar derrotar cada una de ellas. Era hora
de comenzar.
"Comprendo". Él sonrió amablemente. "Sin embargo, debería señalar que la señora
Matty se ha hecho cargo de la Crescent en tu ausencia. ¿Tienes a alguien en mente para
reemplazarla mientras se queda aquí cuidándote?".
Habiéndole recordado elegantemente a ______ sobre sus obligaciones de negocios e
implicando que Matty no haría más que fastidiar a ______, esperó ver cómo
respondería ella.
Ella no lo defraudó.
Levantó el mentón un poco y buscó su mirada con tolerancia. Ni un rastro de lo que
debió ser una tremenda lucha interna se dejó ver en sus ojos gris claro.
"Sus suposiciones son correctas, mi Señor. Debí haber considerado todas las
posibilidades antes de hablar".
______ miró a Matty.
"Matty, parece que estaré obligada a contar contigo por un tiempo más. Igual
querría que me traigan la papelería. El lado financiero debe ser atendido y ciertamente puedo hacer eso sin poner en peligro a nada ni a nadie. Si su Señoría fuera tan amable
de permitirme usar su escritorio...".
Una ceja pálida se levantó indagante.
"Por supuesto. No has tenido la oportunidad de explorar, pero de hecho, esta suite
tiene una pequeña sala de estar por esa puerta...". Él hizo un pequeño gesto. "Puedes
usarlo tanto como lo necesites".
"Ahí tiene, linda. Ahora mi mente puede descansar. Sólo véalo como unas
pequeñas vacaciones. Dios sabe que no ha tenido unas y las ha necesitado desde...".
"Desde que me hice cargo de la Crescent. Sí, Matty, gracias".
La interrupción de ______ fue rápida y deliberada. Joe lo anotó mentalmente en
la pequeña lista que había comenzado en su cabeza. Tenía por objeto resolver el
rompecabezas que era ______.
Estaba justo al lado de la que ya estaba llena con ideas sobre formas de hacer el amor a
______.
"Ahora debo irme, necesito terminar con el menú de la cena y las muchachas
siempre se sienten mejor cuando yo llego".
Matty dio unas precipitadas vueltas y juntó su chal y su sombrero.
"Matty, yo...", ______ dudó, como reacia a que Matty se vaya.
"Ahora sólo deje que el Coronel se haga cargo de todo, preciosa", la reconfortó
Matty.
"De verdad, Madame ______, no hay nada de qué preocuparse. He pedido que te
preparen un baño en un rato. Quizás quieras compartir una comida informal conmigo
después. Tengo entendido, por lo que me dijo Matty, que juegas al ajedrez...".
Joe inclinó la cabeza, mostrando la más pura imagen de inocencia. No podía
estar haciendo otra cosa que ser un anfitrión amable. De hecho, irradiaba tan
fuertemente su inocencia que la famosa manteca no solamente no se habría derretido en
su boca, sino que se habría quedado allí por una semana.
Esperaba fervientemente haber engañado a ______. No había nada de inocente en
sus objetivos. Eran simples y fundamentales. Tener sexo con ______. Entender a ______.
Hacer que ______ sonriera, luego hacer que ______ gritara. Ah, y luego tener sexo un
poco más.
Para el Coronel Joseph Jonas, Conde de Calverton, la batalla estaba
comenzando. Las estrategias que usaría serían taimadas y astutas. Su campaña
involucraría cada herramienta bajo su control. Valía la pena pelear por sus objetivos, y
la rendición de ______ sería un premio invalorable.
Nunca consideró realmente la posibilidad de que pudiera haber víctimas.
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 9
______ escuchó unos golpes y traqueteos en la habitación contigua que le decían
que estaban preparando el baño.
Le picaba la piel, juraba que podía sentir su olor a transpiración y se moría por
hundirse en la tibieza del agua. Una mujer de hábitos exigentes, ______ estaba
acostumbrada a un baño diario, ya fuera pequeño, rápido, fresco, o lo que sea que
estuviera disponible para su comodidad. Lo había echado de menos.
Esperó hasta que los sonidos amainaron y la habitación estuvo en silencio. Avanzó
lenta y cautelosamente desde su cama hasta la puerta que daba a la sala de estar de la
suite.
Un fuego cálido crepitaba en el hogar y las cortinas estaban abiertas a la lluvia que
había comenzado más temprano y convertía al mundo exterior en un atardecer
temprano.
Una gran bañera en forma de silla estaba puesta frente a la chimenea, con una
pequeña banqueta de un lado, sobre la que había unas toallas prolijamente dobladas,
una barra de jabón y varios trapos pequeños.
Con un suspiro de alivio, ______ pasó la mano por el agua y descubrió que estaba a
la temperatura justa. Cruzó la habitación, echo llave a la puerta y en pocos segundos
estuvo sumergida hasta el cuello en la bañera.
Sintió que sus preocupaciones se alivianaban cuando la calidez del agua
reconfortaba su cuerpo y relajaba su mente. Sus ojos vagaron por la habitación,
descubriendo la fina alfombra, un pequeño escritorio a un lado, un sofá que se veía
confortable y un par de sillones bastante gastados. Evidentemente, esta era una suite
donde los huéspedes habían pasado un tiempo considerable relajándose.
Podía entender por qué. La pintura sobre la repisa de la chimenea era un
maravilloso paisaje marino, sin más que una gaviota, algunas hojas de algas y una playa
desierta. Imploraba que uno se imagine a sí mismo caminando sin prisa por la arena.
Un pequeño reloj marcaba los minutos mientras ______ se remojaba y el fuego
crepitaba su aprobación en el hogar.
El sonido de seis campanadas devolvió a ______ la noción de dónde estaba.
Alcanzó el jabón y comenzó su baño, sintiéndose más limpia a cada segundo y
descubriendo que sus moretones habían desaparecido casi por completo.
Acomodó su cabello sobre la cabeza, deseando poder lavarlo también, pero tenía
tanto, y su hombro todavía le dolía un poco.
Saltó hasta la altura de un pie, por lo menos, y volcó agua por los lados de la
bañera, cuando una voz profunda habló detrás de ella.
"¿Por qué no me dejas ayudarte con eso?".
______ se paralizó. Instintivamente se deslizó hacia abajo en la bañera hasta que
apenas se veía su nariz. Giró para mirar con enojo a Joseph Jonas, que estaba
apoyado descuidadamente contra el marco de la puerta, con dos baldes a sus pies.
"Olvidaste echar llave a la puerta del dormitorio".
Ella entrecerró los ojos y sacó la boca del agua. "¿Qué está haciendo aquí? Me estoy
bañando, por amor de Dios. Esto es sumamente inapropiado".
"Lo sé". Su sonrisa era pura seducción, y ______ luchó contra el impulso de
retorcerse.
"Alguien tenía que traer más agua caliente para tu cabello. No iba a dejar entrar a
ninguno de mis criados. Esta vista está reservada sólo para mis ojos".
Su mirada pasó por el agua jabonosa.
______ bajó la vista. Estaba mayormente cubierta de burbujas y el agua no estaba
tan clara como antes. Dudó que Joe pudiera ver mucho. Así y todo, juntó
fuertemente los muslos, por las dudas.
Él se acercó a la bañera.
"Tengo agua caliente para ayudarte a enjuagar tu cabello. ¿Me permitirás que te
ayude? ¿O eres demasiado exigente en tus hábitos como para dejar que un humilde
hombre toque tu cabeza?".
______ levantó el mentón. "No es una cuestión de exigencia. Simplemente creo que
ésta es una situación sumamente inapropiada. Y yo no lo describiría como humilde".
Murmuró el último comentario mientras quitaba un manojo de cabello de encima de
sus ojos, e hizo una mueca al darse cuenta de que estaba realmente bastante sucio.
Maldijo por dentro. Él la había atrapado una vez más con su lógica y sus palabras
directas. "Maldito seas. No tengo alternativa, ¿o sí?".
"Siempre hay una alternativa, ______. Sólo asegúrate de que sea la correcta".
Ella lo miró con furia, demostrando su enojo por una vez.
Joe asintió. "Muy bien".
Sus ojos se agrandaron cuando Joe procedió a quitarse el saco, el chaleco, a
desatarse la corbata, sacársela y luego desabotonarse la camisa.
______ recuperó la voz cuando se desabrochó el cuarto botón. "¿Qué demonios
cree que está haciendo?". Se negó a creer que había chillado, pero secretamente temía
haberlo hecho. Tenía algo atorado en la garganta, que crecía a medida que el pecho de
Joe quedaba más expuesto a su mirada.
"Intento ayudar a lavarte el cabello. Para hacerlo, necesito enjabonarlo y enjuagarlo
bien. Tú, señorita ______ ...". Tiró de un rulo díscolo, "... tienes suficiente cabello como
para al menos tres mujeres. Es probable que sea una tarea difícil. Ni siquiera estoy
seguro de que un humilde hombre como yo esté a la altura del desafío".
Suspiró con dramatismo y se sacó la camisa.
______ quedó boquiabierta.
"Realmente preferiría no empapar mi ropa. En particular mi chaqueta, que me han
dicho que su color verde está muy de moda. El chaleco, bueno, no estoy seguro, pero la
camisa es una de mis favoritas. Ya sabes cómo es cuando tienes una prenda favorita.
Parece que quisieras llevarla puesta todo el tiempo. Ciertamente, no quiero que se
salpique con agua sucia o con espuma así como así. Es de lino, ¿sabes?".
A ______ le costaba enormemente seguir sus palabras, porque había traído los
baldes al lado de la bañera. Su pecho había venido con él.
Y qué pecho era.
Sólido, agradablemente musculoso, con una encantadora alfombrita de vello que se
esparcía desde justo debajo de su cuello hasta cerca de su cintura. Se podían ver unos
pezones chatos escondiéndose en esta suave jungla, y ______ quedó pasmada al sentir
que sus dedos se le encogían debajo del agua. Quería tocar. Por primera vez en su vida,
quería pasar sus manos por su pecho y sentir por sí misma todas las texturas que había
allí.
Ella se pasó la lengua por los labios
* * * * *
El momento en que sus manos tocaron su desordenado cabello dorado, Joe
estuvo perdido. Deslizó sus manos por su cuero cabelludo, buscando invisibles
enredadas y quitándolas hasta que el último mechón quedó libre y la sedosa masa
colgaba a través del agua y por la parte trasera de la bañera.
No había dicho nada más que la verdad cuando comparó su cabello con el de tres
mujeres. Era grueso, lustroso y tenía vida propia.
Respiró hondo y juntó los revoltosos rulos entre sus manos, empujándolos dentro
del agua, alrededor de su cuello.
"Respira profundo...", le advirtió.
"Uuuumf...", dijo ella con un gorgoteo, mientras él empujaba su cabeza y la
hundía. Ella subió escupiendo al hablar.
"Santo Dios, ¿está tratando de matarme?". Escupió el agua en su boca con enojo.
"Te avisé que respires profundo", dijo él, justificándose, mientras comenzaba a
enjabonar su cabello.
"Bueno, sí.. pero... aaaaaah".
Los dedos de Joe hacían ociosos círculos sobre su cuero cabelludo e
incentivaban a que se forme algo más que espuma entre sus manos y el cabello de ella.
Él masajeó y reconfortó y frotó su cabeza y sintió que los músculos se relajaban al
tocarla.
"Ay, Dios, Joseph, eso se siente tan placentero", suspiró ella.
Joe suspiró también cuando la presión de su inflamada polla se convertía en
dolor.
"¿Y qué sabe una encantadora joven como tú del placer, me pregunto yo?".
Por unos instantes, no hubo respuesta, sólo el sonido de sus manos generando
espuma y el tic tac del reloj sobre la repisa de la chimenea.
"Nada".
La respuesta fue casi un susurro.
"No sé nada sobre el placer. Sólo puedo suponer que esta sensación de relajación y
calidez se aproxima a lo que otros podrían llamar placer.
"Difícilmente", rió por lo bajo. "Hay muchas otras cosas además de eso".
______ movió su cabeza levemente para hacer que él pase su mano justo detrás de
su oreja y se sacudió un poco de jabón que tenía sobre su nariz.
"Está hablando de sexo, me imagino". De repente ella era la señorita Recatada
Altanera.
"Entre otras cosas. Pero sí, el placer sexual es la mejor clase de placer que existe".
De nuevo, se hizo un silencio.
"No sabría decirlo".
La confesión resonó en la silenciosa habitación como pequeñísimas explosiones,
haciendo que la rígida polla de Joe se volviera de mármol. Había tanto que él quería
tener y estaba todo a meras pulgadas de sus manos y su boca y su p*@e, estaba todo
húmedo y resbaloso y desnudo.
Probablemente sufriría un ataque cardíaco en los próximos cinco minutos. El
periódico 'The Times' tendría que trabajar duro para escribir su obituario de modo que
nadie descubriera que se murió de un severo caso de lujuria no correspondida. Se
preguntaba si las pollas podían llegar a explotar.
Temía estar a punto de averiguarlo.
"Déjame mostrarte, ______". Las palabras se le deslizaron antes de que pudiera
contenerlas, directo desde el corazón y las entrañas.
Ella se paralizó bajo sus manos. "Yo no quiero tener sexo con usted, mi Señor".
"¿Estás segura?".
Su cuello se estiró tan rápido que él podría haber jurado que escuchó crujir sus
huesos al acomodarse.
"Nunca quise tener sexo. Ni con usted ni con ningún otro. Es un pasatiempo que
creo firmemente que es mejor dejar para los otros. Sí, es mi negocio, pero no mi placer.
No tengo ningún interés en esas cosas".
"¿Ninguno en absoluto?".
"Exactamente. En absoluto. Ahora, si ya ha terminado con mi cabello...".
Joe alcanzó el balde de agua que quedaba y probó la temperatura. Su mente
daba vueltas, resolviendo la logística de su próximo movimiento.
Le sacó el cabello de la cara y golpeó ligeramente el agua a través de él, alentándola
a sentarse hacia delante. Sus senos subieron a la superficie mientras su cuerpo se
bamboleaba hacia delante.
Ella tosió cuando Joe, con la atención distraída, volcó agua sobre su cara por
error.
"Perdón". Volvió a poner la mente en su tarea, asegurándose de haber enjuagado
todo el jabón de la masa amarilla empapada que flotaba en la bañera.
Agarró una toalla y apretó su pelo, quitando la mayor parte del agua, luego lo
anudó en un turbante, como lo venían haciendo las niñeras y las amas de cría desde el
principio de los tiempos.
"Gracias, mi S...", comenzó ella, sólo para que sus palabras sean interrumpidas.
"______, tengo una propuesta. Un experimento para ti, si quieres".
Ella levantó una ceja.
"Dices que nunca has experimentado placer. Y no quieres involucrarte sexualmente
con nadie. Jamás."
Un leve color invadió sus mejillas, pero sus ojos permanecieron calmos y alerta.
"Así es, exactamente".
"¿Y si tú me dejaras demostrarte qué es el placer?".
Él pudo ver las contradicciones y la ira a punto de hacer erupción por su boca. Él
detuvo sus palabras con un dedo.
"No te tocaré, ______". Movió el dedo hasta que estuvo a una escasa pulgada de
sus labios.
"Yo te mostraré qué es el placer". Aquí mismo, ahora mismo. Y no tendré que
tocarte para hacerlo".
______ resopló, su expresión mostrando un claro descreimiento. "Dudo realmente
que tal cosa sea posible, mi Señor". Lo miró con desprecio. "Aunque lo fuera, dudo que
logre sensibilizarme. ¿Qué apostaría...".
Las orejas de Joe se entusiasmaron. "¿Qué me apostarías, ______?".
"Nada. No quise decir apostar...".
"Sí, lo hiciste. Dijiste ' apostaría'. Te escuché claramente. Así que eres una jugadora,
¿eh?".
______ se mordió el labio y bajó la vista hacia el agua, por una vez, aparentemente
no queriendo dejar que Joe la mirara a los ojos.
"¿Qué apostamos, ______?. Te apuesto que puedo llevarte a sentir el placer de una
mujer, en esta bañadera, ahora mismo, sin tocarte. Si pierdo, ¿cuál será mi castigo?".
Él la miró deseando que ella levante la cabeza y crucen miradas.
"No... no creo que esta sea una buena idea", murmuró, sin moverse.
"¿Tienes miedo de perder?".
Eso hizo que levante la cabeza. "Por supuesto que no. La idea en sí es absurda. Y
muy inapropiada, además".
Joe rió por lo bajo. "Ya superamos lo de inapropiado hace un rato, ______. Ya lo
tengo...". Chasqueó los dedos. "Esa muchacha que rescataste. Si pierdo la apuesta, le
daré un hogar y un trabajo en el campo. Haremos que se entrene para criada. ¿Qué
dices?".
Sabía que había jugado la carta ganadora. El compromiso de ______ por mejorar las
vidas de sus "pobres desafortunadas" fue un factor importante en su decisión de hacer
esta apuesta particular. Él estaba seguro de que ella no podría negarse.
"¿Y si gana?".
Ella no iba a rendirse sin dar batalla, pensó Joe con tristeza.
"Si gano, entonces me comprometeré a hacer que dos de tus muchachas se entrenen
para criadas". Él sonrió.
Ella suspiró y encogió los hombros, produciendo pequeñas olitas en la superficie
del agua. "Muy bien".
Él sonrió aún más.
"Haz lo peor de ti". Ella se recostó en la bañera, asegurándose de que todo su
cuerpo quede sumergido. Su mentón tocó el agua y sus ojos lo siguieron mientras él se
hundía en la alfombra al lado de la bañadera y enganchaba un brazo por el costado,
agitando el agua. "No me debe tocar, ¿está claro eso?".
Joe sintió que el calor le abrasaba la entrepierna y deseó haberse quitado los
pantalones también. Su p*@e hacía una tiendita en la tela de una forma de lo más
incómoda.
"Cierra los ojos, ______", respondió, deslizando su mano libre hasta el botón de sus
pantalones.
Ella obedeció, acomodando la cabeza sobre el alto espaldar de la bañadera.
Reprimió un suspiro de alivio cuando su p*@e quedó libre.
"No te tocaré. Te di mi palabra, y lo creas o no, mi palabra vale. Pero te daré placer
como nunca antes has tenido. Sólo pido que te dejes llevar".
nenas lo siento es que con lo de el insti que ya acabo de entrar he estado liada uuuu 1º de la ESO
______ escuchó unos golpes y traqueteos en la habitación contigua que le decían
que estaban preparando el baño.
Le picaba la piel, juraba que podía sentir su olor a transpiración y se moría por
hundirse en la tibieza del agua. Una mujer de hábitos exigentes, ______ estaba
acostumbrada a un baño diario, ya fuera pequeño, rápido, fresco, o lo que sea que
estuviera disponible para su comodidad. Lo había echado de menos.
Esperó hasta que los sonidos amainaron y la habitación estuvo en silencio. Avanzó
lenta y cautelosamente desde su cama hasta la puerta que daba a la sala de estar de la
suite.
Un fuego cálido crepitaba en el hogar y las cortinas estaban abiertas a la lluvia que
había comenzado más temprano y convertía al mundo exterior en un atardecer
temprano.
Una gran bañera en forma de silla estaba puesta frente a la chimenea, con una
pequeña banqueta de un lado, sobre la que había unas toallas prolijamente dobladas,
una barra de jabón y varios trapos pequeños.
Con un suspiro de alivio, ______ pasó la mano por el agua y descubrió que estaba a
la temperatura justa. Cruzó la habitación, echo llave a la puerta y en pocos segundos
estuvo sumergida hasta el cuello en la bañera.
Sintió que sus preocupaciones se alivianaban cuando la calidez del agua
reconfortaba su cuerpo y relajaba su mente. Sus ojos vagaron por la habitación,
descubriendo la fina alfombra, un pequeño escritorio a un lado, un sofá que se veía
confortable y un par de sillones bastante gastados. Evidentemente, esta era una suite
donde los huéspedes habían pasado un tiempo considerable relajándose.
Podía entender por qué. La pintura sobre la repisa de la chimenea era un
maravilloso paisaje marino, sin más que una gaviota, algunas hojas de algas y una playa
desierta. Imploraba que uno se imagine a sí mismo caminando sin prisa por la arena.
Un pequeño reloj marcaba los minutos mientras ______ se remojaba y el fuego
crepitaba su aprobación en el hogar.
El sonido de seis campanadas devolvió a ______ la noción de dónde estaba.
Alcanzó el jabón y comenzó su baño, sintiéndose más limpia a cada segundo y
descubriendo que sus moretones habían desaparecido casi por completo.
Acomodó su cabello sobre la cabeza, deseando poder lavarlo también, pero tenía
tanto, y su hombro todavía le dolía un poco.
Saltó hasta la altura de un pie, por lo menos, y volcó agua por los lados de la
bañera, cuando una voz profunda habló detrás de ella.
"¿Por qué no me dejas ayudarte con eso?".
______ se paralizó. Instintivamente se deslizó hacia abajo en la bañera hasta que
apenas se veía su nariz. Giró para mirar con enojo a Joseph Jonas, que estaba
apoyado descuidadamente contra el marco de la puerta, con dos baldes a sus pies.
"Olvidaste echar llave a la puerta del dormitorio".
Ella entrecerró los ojos y sacó la boca del agua. "¿Qué está haciendo aquí? Me estoy
bañando, por amor de Dios. Esto es sumamente inapropiado".
"Lo sé". Su sonrisa era pura seducción, y ______ luchó contra el impulso de
retorcerse.
"Alguien tenía que traer más agua caliente para tu cabello. No iba a dejar entrar a
ninguno de mis criados. Esta vista está reservada sólo para mis ojos".
Su mirada pasó por el agua jabonosa.
______ bajó la vista. Estaba mayormente cubierta de burbujas y el agua no estaba
tan clara como antes. Dudó que Joe pudiera ver mucho. Así y todo, juntó
fuertemente los muslos, por las dudas.
Él se acercó a la bañera.
"Tengo agua caliente para ayudarte a enjuagar tu cabello. ¿Me permitirás que te
ayude? ¿O eres demasiado exigente en tus hábitos como para dejar que un humilde
hombre toque tu cabeza?".
______ levantó el mentón. "No es una cuestión de exigencia. Simplemente creo que
ésta es una situación sumamente inapropiada. Y yo no lo describiría como humilde".
Murmuró el último comentario mientras quitaba un manojo de cabello de encima de
sus ojos, e hizo una mueca al darse cuenta de que estaba realmente bastante sucio.
Maldijo por dentro. Él la había atrapado una vez más con su lógica y sus palabras
directas. "Maldito seas. No tengo alternativa, ¿o sí?".
"Siempre hay una alternativa, ______. Sólo asegúrate de que sea la correcta".
Ella lo miró con furia, demostrando su enojo por una vez.
Joe asintió. "Muy bien".
Sus ojos se agrandaron cuando Joe procedió a quitarse el saco, el chaleco, a
desatarse la corbata, sacársela y luego desabotonarse la camisa.
______ recuperó la voz cuando se desabrochó el cuarto botón. "¿Qué demonios
cree que está haciendo?". Se negó a creer que había chillado, pero secretamente temía
haberlo hecho. Tenía algo atorado en la garganta, que crecía a medida que el pecho de
Joe quedaba más expuesto a su mirada.
"Intento ayudar a lavarte el cabello. Para hacerlo, necesito enjabonarlo y enjuagarlo
bien. Tú, señorita ______ ...". Tiró de un rulo díscolo, "... tienes suficiente cabello como
para al menos tres mujeres. Es probable que sea una tarea difícil. Ni siquiera estoy
seguro de que un humilde hombre como yo esté a la altura del desafío".
Suspiró con dramatismo y se sacó la camisa.
______ quedó boquiabierta.
"Realmente preferiría no empapar mi ropa. En particular mi chaqueta, que me han
dicho que su color verde está muy de moda. El chaleco, bueno, no estoy seguro, pero la
camisa es una de mis favoritas. Ya sabes cómo es cuando tienes una prenda favorita.
Parece que quisieras llevarla puesta todo el tiempo. Ciertamente, no quiero que se
salpique con agua sucia o con espuma así como así. Es de lino, ¿sabes?".
A ______ le costaba enormemente seguir sus palabras, porque había traído los
baldes al lado de la bañera. Su pecho había venido con él.
Y qué pecho era.
Sólido, agradablemente musculoso, con una encantadora alfombrita de vello que se
esparcía desde justo debajo de su cuello hasta cerca de su cintura. Se podían ver unos
pezones chatos escondiéndose en esta suave jungla, y ______ quedó pasmada al sentir
que sus dedos se le encogían debajo del agua. Quería tocar. Por primera vez en su vida,
quería pasar sus manos por su pecho y sentir por sí misma todas las texturas que había
allí.
Ella se pasó la lengua por los labios
* * * * *
El momento en que sus manos tocaron su desordenado cabello dorado, Joe
estuvo perdido. Deslizó sus manos por su cuero cabelludo, buscando invisibles
enredadas y quitándolas hasta que el último mechón quedó libre y la sedosa masa
colgaba a través del agua y por la parte trasera de la bañera.
No había dicho nada más que la verdad cuando comparó su cabello con el de tres
mujeres. Era grueso, lustroso y tenía vida propia.
Respiró hondo y juntó los revoltosos rulos entre sus manos, empujándolos dentro
del agua, alrededor de su cuello.
"Respira profundo...", le advirtió.
"Uuuumf...", dijo ella con un gorgoteo, mientras él empujaba su cabeza y la
hundía. Ella subió escupiendo al hablar.
"Santo Dios, ¿está tratando de matarme?". Escupió el agua en su boca con enojo.
"Te avisé que respires profundo", dijo él, justificándose, mientras comenzaba a
enjabonar su cabello.
"Bueno, sí.. pero... aaaaaah".
Los dedos de Joe hacían ociosos círculos sobre su cuero cabelludo e
incentivaban a que se forme algo más que espuma entre sus manos y el cabello de ella.
Él masajeó y reconfortó y frotó su cabeza y sintió que los músculos se relajaban al
tocarla.
"Ay, Dios, Joseph, eso se siente tan placentero", suspiró ella.
Joe suspiró también cuando la presión de su inflamada polla se convertía en
dolor.
"¿Y qué sabe una encantadora joven como tú del placer, me pregunto yo?".
Por unos instantes, no hubo respuesta, sólo el sonido de sus manos generando
espuma y el tic tac del reloj sobre la repisa de la chimenea.
"Nada".
La respuesta fue casi un susurro.
"No sé nada sobre el placer. Sólo puedo suponer que esta sensación de relajación y
calidez se aproxima a lo que otros podrían llamar placer.
"Difícilmente", rió por lo bajo. "Hay muchas otras cosas además de eso".
______ movió su cabeza levemente para hacer que él pase su mano justo detrás de
su oreja y se sacudió un poco de jabón que tenía sobre su nariz.
"Está hablando de sexo, me imagino". De repente ella era la señorita Recatada
Altanera.
"Entre otras cosas. Pero sí, el placer sexual es la mejor clase de placer que existe".
De nuevo, se hizo un silencio.
"No sabría decirlo".
La confesión resonó en la silenciosa habitación como pequeñísimas explosiones,
haciendo que la rígida polla de Joe se volviera de mármol. Había tanto que él quería
tener y estaba todo a meras pulgadas de sus manos y su boca y su p*@e, estaba todo
húmedo y resbaloso y desnudo.
Probablemente sufriría un ataque cardíaco en los próximos cinco minutos. El
periódico 'The Times' tendría que trabajar duro para escribir su obituario de modo que
nadie descubriera que se murió de un severo caso de lujuria no correspondida. Se
preguntaba si las pollas podían llegar a explotar.
Temía estar a punto de averiguarlo.
"Déjame mostrarte, ______". Las palabras se le deslizaron antes de que pudiera
contenerlas, directo desde el corazón y las entrañas.
Ella se paralizó bajo sus manos. "Yo no quiero tener sexo con usted, mi Señor".
"¿Estás segura?".
Su cuello se estiró tan rápido que él podría haber jurado que escuchó crujir sus
huesos al acomodarse.
"Nunca quise tener sexo. Ni con usted ni con ningún otro. Es un pasatiempo que
creo firmemente que es mejor dejar para los otros. Sí, es mi negocio, pero no mi placer.
No tengo ningún interés en esas cosas".
"¿Ninguno en absoluto?".
"Exactamente. En absoluto. Ahora, si ya ha terminado con mi cabello...".
Joe alcanzó el balde de agua que quedaba y probó la temperatura. Su mente
daba vueltas, resolviendo la logística de su próximo movimiento.
Le sacó el cabello de la cara y golpeó ligeramente el agua a través de él, alentándola
a sentarse hacia delante. Sus senos subieron a la superficie mientras su cuerpo se
bamboleaba hacia delante.
Ella tosió cuando Joe, con la atención distraída, volcó agua sobre su cara por
error.
"Perdón". Volvió a poner la mente en su tarea, asegurándose de haber enjuagado
todo el jabón de la masa amarilla empapada que flotaba en la bañera.
Agarró una toalla y apretó su pelo, quitando la mayor parte del agua, luego lo
anudó en un turbante, como lo venían haciendo las niñeras y las amas de cría desde el
principio de los tiempos.
"Gracias, mi S...", comenzó ella, sólo para que sus palabras sean interrumpidas.
"______, tengo una propuesta. Un experimento para ti, si quieres".
Ella levantó una ceja.
"Dices que nunca has experimentado placer. Y no quieres involucrarte sexualmente
con nadie. Jamás."
Un leve color invadió sus mejillas, pero sus ojos permanecieron calmos y alerta.
"Así es, exactamente".
"¿Y si tú me dejaras demostrarte qué es el placer?".
Él pudo ver las contradicciones y la ira a punto de hacer erupción por su boca. Él
detuvo sus palabras con un dedo.
"No te tocaré, ______". Movió el dedo hasta que estuvo a una escasa pulgada de
sus labios.
"Yo te mostraré qué es el placer". Aquí mismo, ahora mismo. Y no tendré que
tocarte para hacerlo".
______ resopló, su expresión mostrando un claro descreimiento. "Dudo realmente
que tal cosa sea posible, mi Señor". Lo miró con desprecio. "Aunque lo fuera, dudo que
logre sensibilizarme. ¿Qué apostaría...".
Las orejas de Joe se entusiasmaron. "¿Qué me apostarías, ______?".
"Nada. No quise decir apostar...".
"Sí, lo hiciste. Dijiste ' apostaría'. Te escuché claramente. Así que eres una jugadora,
¿eh?".
______ se mordió el labio y bajó la vista hacia el agua, por una vez, aparentemente
no queriendo dejar que Joe la mirara a los ojos.
"¿Qué apostamos, ______?. Te apuesto que puedo llevarte a sentir el placer de una
mujer, en esta bañadera, ahora mismo, sin tocarte. Si pierdo, ¿cuál será mi castigo?".
Él la miró deseando que ella levante la cabeza y crucen miradas.
"No... no creo que esta sea una buena idea", murmuró, sin moverse.
"¿Tienes miedo de perder?".
Eso hizo que levante la cabeza. "Por supuesto que no. La idea en sí es absurda. Y
muy inapropiada, además".
Joe rió por lo bajo. "Ya superamos lo de inapropiado hace un rato, ______. Ya lo
tengo...". Chasqueó los dedos. "Esa muchacha que rescataste. Si pierdo la apuesta, le
daré un hogar y un trabajo en el campo. Haremos que se entrene para criada. ¿Qué
dices?".
Sabía que había jugado la carta ganadora. El compromiso de ______ por mejorar las
vidas de sus "pobres desafortunadas" fue un factor importante en su decisión de hacer
esta apuesta particular. Él estaba seguro de que ella no podría negarse.
"¿Y si gana?".
Ella no iba a rendirse sin dar batalla, pensó Joe con tristeza.
"Si gano, entonces me comprometeré a hacer que dos de tus muchachas se entrenen
para criadas". Él sonrió.
Ella suspiró y encogió los hombros, produciendo pequeñas olitas en la superficie
del agua. "Muy bien".
Él sonrió aún más.
"Haz lo peor de ti". Ella se recostó en la bañera, asegurándose de que todo su
cuerpo quede sumergido. Su mentón tocó el agua y sus ojos lo siguieron mientras él se
hundía en la alfombra al lado de la bañadera y enganchaba un brazo por el costado,
agitando el agua. "No me debe tocar, ¿está claro eso?".
Joe sintió que el calor le abrasaba la entrepierna y deseó haberse quitado los
pantalones también. Su p*@e hacía una tiendita en la tela de una forma de lo más
incómoda.
"Cierra los ojos, ______", respondió, deslizando su mano libre hasta el botón de sus
pantalones.
Ella obedeció, acomodando la cabeza sobre el alto espaldar de la bañadera.
Reprimió un suspiro de alivio cuando su p*@e quedó libre.
"No te tocaré. Te di mi palabra, y lo creas o no, mi palabra vale. Pero te daré placer
como nunca antes has tenido. Sólo pido que te dejes llevar".
nenas lo siento es que con lo de el insti que ya acabo de entrar he estado liada uuuu 1º de la ESO
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
WOW!!! SUBE PRONTOO!!! y kuando tengas alguna dida d algo m dices k yo estoi en 2 de la ESO ok?¿
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Por mi querida yuyita que es la unica que comenta ,por cieto meteros en el blog que he hecho...estaria guay que escribieseis
Capítulo 10
Él quería que ella se dejara llevar. ______ reprimió una risita sobradora.
Él no podía saber que ella nunca se dejaba llevar. Jamás.
Sus experiencias con su difunto marido se aseguraron de eso. Por supuesto, era
muy relajante estar recostada en el agua cálida al lado del fuego, sintiéndose limpia y
fresca, y con un agradable cuerpo masculino al lado de la bañera.
¿Pero dejarse llevar? En absoluto.
Ella se puso un poco tensa cuando la mano de Joe traspasó la superficie del agua
y la movió, generando pequeñas corrientes.
"Recuerda, Joseph. Sin tocar". Con aire de suficiencia, se acomodó un poco más.
Esta sería una apuesta que ganaría sin problemas. Su mente se evadió pensando cuál de
las muchachas merecía la oportunidad de salir de la Crescent y acompañar al campo a
su protegida recientemente rescatada.
Luego fue consciente de una brisa cálida.
"No te tocaré con mis manos, ______, no temas. Lo prometí. No te tocaré con
ninguna parte de mi cuerpo, aunque ciertamente me gustaría hacerlo".
Su respiración vibraba en su oído.
"Me gustaría tocar este pedacito de piel aquí sólo con la punta de mi lengua".
Sopló una suave corriente de aire sobre sus sensibles espirales, haciéndola temblar.
¿Qué estaba haciendo él?
"Ya ves, la oreja de una mujer es un lugar infinitamente fascinante. Lleno de
intricadas curvas y hondonadas y cuevitas secretas...".
Una vez más, la calidez de su respiración la acarició. ______ se paralizó, temiendo
que si se movía apenas una pulgada, él estaría dentro de su oreja.
"Es un lugar muy sexual, ______".
Ella se retorció apenas, hundiéndose aún más y esperando fervientemente que él no
note que sus pezones se endurecían más a cada segundo.
"La oreja de una mujer no es diferente de otra zona erógena. Misteriosa, oscura,
calentita, sólo esperando ser tocada por la lengua de un amante".
Su mano agitó el agua otra vez y las olitas chocaban seductoramente contra el
cuerpo de ella.
"¿Algún hombre te ha acariciado las orejas con su lengua alguna vez, ______? ¿Has
dejado que alguien te lama un buen rato bajando por el lado de afuera y que luego haga
girar...". Su respiración caliente llenaba su oreja, "... haga girar su lengua en círculos más y más pequeños hasta sentir que él está en tu cerebro, en tu cuerpo y en tu
v@$*%a?".
______ dio un salto y frunció el ceño ante su lenguaje.
"¿Impactada, dulzura mía? ¿Por qué? Estoy segura de que ya has escuchado
palabras como esas antes. ¿O no, ______? ¿No te han contado las muchachas cómo sus
clientes se deslizan dentro de sus vaginas y cómo se siente eso? ¿Cómo las pollas de
sus clientes se mueven más rápida o más lentamente y algunas hasta les dan placer?
¿Cómo el golpeteo de sus cuerpos, el uno contra el otro, puede liberar poderosos
estímulos que convierten a dos personas en un rugiente infierno?".
La mano de Joe continuó con sus movimientos giratorios, y ahora ______ podía
sentir cada olita y cada corriente bajo el agua.
"¿Has observado alguna vez, ______? Estoy seguro de que tienes las mirillas de
seguridad instaladas. Debes ir a ver las habitaciones de vez en cuando, eres una mujer
de negocios demasiado protectora de tus muchachas como para no hacerlo. Dime,
entonces, ______. ¿Has observado?".
La mente de ______ voló hasta la noche en que había hecho eso. Afortunadamente,
sus ojos aún estaban cerrados, porque sabía que su expresión la habría delatado.
La mano de Joe se movió levemente y ella sintió que él se retiraba. Luego el
agua hizo un ruido y ella abrió los ojos para ver que él estaba sacando un poco de agua
de la bañera con un cucharón y poniéndola en un balde.
"¿Qué estás haciendo?".
"Sólo bajando un poco el nivel del agua. Cuando obtengas tu placer, probablemente
te muevas mucho, y no quiero arruinar mi alfombra de Aubusson.
______ resopló. "No saques demasiada, sentiré frío".
"Lo dudo".
Maldito bastardo arrogante, pensó ______. Yo le voy a mostrar. Recobrando el
juicio y el control, se recostó nuevamente y cerró los ojos, dispuesta a derrotarlo en su
juego de seducción.
Para su sorpresa, sintió un toque en su rodilla elevada.
"Mantén esto entre tus rodillas".
"¿Qué?". Miró hacia abajo para ver a Joe calzando el cucharón entre sus rodillas,
separándolas hasta los bordes de la bañera.
"Yo...".
"No te estoy tocando. Pero nunca dijimos nada sobre usar lo que estaba a mano.
Ahora sólo sé una niña buena y mantén esto entre tus rodillas. ¿O temes perder la
apuesta?".
______ curvó el labio. "Ja". Sus rodillas se abrieron, y sintió cómo el suave
cucharón de madera le separaba bien los muslos.
Joe sonrió. "Mejor".
______ sonrió con suficiencia.
Luego se paralizó nuevamente cuando el trapo para bañarse se arrastró sin
ceremonia por sus senos.
"Ey. Estás tocando". Ella se dio vuelta para mirar furiosa al hombre a su lado,
buscando su intensa mirada con hostilidad.
"No, no lo estoy haciendo. Es el trapo". Él curvó una esquina de su boca. "¿No
puedes soportarlo? ¿Te rindes?".
______ cerró rápidamente la boca. "No".
"Bien".
El trapo se arrastró nuevamente, estimulando sus pezones y dejándola sin aliento.
Mientras lo hacía, sus senos se elevaron fuera del agua, ahora con menos volumen, y
Joe se movió rápidamente para soplar sobre la piel húmeda.
Ella se ahogó cuando la sensación estremeció todas las terminaciones nerviosas
entre su corazón y su sexo.
"Se siente bien, ¿no, amor? La respiración cálida de un hombre sobre esos hermosos
senos. Senos que fueron hechos para besarlos y lamerlos y chuparlos, y ¡ay, Dios, cómo
deseo hacer las tres cosas!". Quiero tenerlos entre mis manos y apretarlos, y enterrar mi
cara entre ellos. Quiero hacerles todo tipo de cosas maravillosas a tus senos, ______".
Ella trató de hundirse más en el agua, pero no pudo sumergirse tanto como habría
querido.
La mano de Joe ahora hacía olas rítmicas en el agua entre sus piernas y la
corriente que iba por debajo combinada con las olitas de la superficie comenzaban a
ponerla tensa.
Una y otra vez el trapo acarició sus senos, a veces tocándolos suavemente, luego
frotándolos con más intensidad. Ahora sus pezones estaban rígidos y respondían cada
vez que percibía su respiración cuando le hablaba y dejaba que su tibieza estimulara sus
pezones.
Ella quería enterrar sus manos en el sedoso cabello de él y acercarle la cara a sus
senos. Ella quería más que una respiración o un chapoteo del agua, quería que la
chupen y le pasen la lengua y hasta que la pellizquen un poco. Estaba comenzando a
querer que él le haga "todo tipo de cosas maravillosas a sus senos".
Reprimió un gemido y mantuvo las manos firmemente apretadas bajo el agua a los
lados.
"¿Sabías que una mujer se puede acabar con que solamente le chupen los senos,
______?".
Ay, Dios, ¿por qué no se callaba? Sus palabras y su voz y las imágenes que estaba
creando la estaban volviendo loca. La forma en que repetía su nombre una y otra vez,
suavemente, como una caricia, estaba conmoviendo su corazón y su alma. No quería
conmoverse así.
"Me pregunto si tú serías una de esas mujeres. Tengo enormes deseos de
averiguarlo".
Fiel a su palabra, Joe no la estaba tocando. Su respiración rozaba su cuerpo y su
voz acariciaba su alma. Pero no le había puesto una mano encima, todavía.
______ comenzaba a ponerse muy tensa. Supuso que era enojo, nunca se había
sentido tan irritada o nerviosa como ahora.
"Desde luego, tus senos no son el único lugar que quiero explorar, dulzura mía.
Hay tanto más".
______ gimió mentalmente. No se dejaría llevar.
O al menos no pensaba que lo haría.
Ay, Dios, estaba enloqueciendo.
* * * * *
Joe sabía que estaba triunfando. Sólo mirar sus pezones brotar y endurecerse y
madurar ante sus ojos le contó la historia que él quería escuchar. ______ estaba
respondiendo a él y respondía salvajemente.
Era tiempo de llevar su pequeño experimento al siguiente nivel.
Tomó un trapo del balde de agua fría y lo apoyó sin ceremonias sobre sus senos.
"Aaajj. ¿Qué dem...". Ella se sobresaltó y sus ojos grises se abrieron y lo miraron
acusadores. "¿Qué estás haciendo?".
Joe observó su reacción. "Sólo me aseguro de que todavía estés conmigo".
Quitó el trapo frío y salpicó el agua tibia sobre sus pezones helados, observando
cómo volvía el color al reemplazar el agua fría por la tibia. Su otra mano continuaba con
su lenta ondulación entre las piernas.
Sabía que el agua chocaría contra su clítoris, ya que el cucharón mantenía sus
piernas lo suficientemente abiertas como para quedar expuesta a la pequeña corriente
que él estaba generando.
Él movió su mano más cerca del cuerpo de ella.
Sin duda, percibió una sensación diferente, más viscosa, entre los dedos. El cuerpo
de ______ le decía que estaba respondiendo. Su sexo estaba listo para él.
Y ¡ay, Dios!, su polla estaba más que lista para ella.
"Tu cuerpo me desea, ______". Su mano intensificó la velocidad un poco y formó
olas más firmes contra su clítoris.
Ella se movió apenas.
"Tu sexo se está llenando de dulce y resbalosa miel. Quiere que mi polla se
deslice hacia adentro... mi dura polla, que puede llenar ese espacio vacío
completamente. Tocará todos esos lugares secretos dentro de ti, ______, los tocará,
acariciará, empujará y llenará".
Su mano mantuvo el ritmo acelerado, asegurándose de que el agua ahora empujara
contra su cuerpo. Sus pezones se endurecieron aún más bajo su mirada y su cabeza se
echó hacia atrás un poco mientras ella se excitaba más todavía.
Joe quedó hechizado con su respuesta. Sólo mirar su cuerpo cuando reaccionaba
a cada sensación diferente era una de las cosas más estimulantes que había hecho. Si la
campaña tenía éxito y conseguía tener a ______ debajo de él, hacerle el amor quedaría como
uno de los momentos más importantes de su vida.
Su mano tembló un momento cuando todo lo que eso implicaba invadió su mente.
Su p*@e dejaba salir pequeñas gotas de leche sólo por jugar con ______. ¿Estaba
dispuesto a llegar al final con esta mujer, cuando ella lo podía excitar hasta extremos tan
extraordinarios sin siquiera tocarle el cuerpo?
Su pensamiento racional lo reprendió. Esta era simplemente una experiencia erótica
diferente y divertida. Podría haber estado haciendo esto con cualquiera. Diablos,
Elizabeth lo habría disfrutado seguramente.
Sí, dijo su conciencia. ¿Pero lo habrías disfrutado tanto tú?
Joe le dio la espalda mentalmente a esa conversación y volvió su atención a la
mujer que ahora se retorcía de deseo en el agua.
Ya era casi el momento de sellar su éxito.
Alcanzó la barra de jabón de lavanda y la deslizó dentro del agua, por sobre su
cuerpo.
Ella se quedó sin aliento cuando él la dejó deslizar desde su vientre hasta su clítoris,
donde la esperaba su mano. Muy cuidadosamente, como para no tocarla en absoluto,
dejó que el jabón presione su carne caliente.
Ella boqueó, olvidando reprimir el sonido.
"Y ahora, ______, llegó el momento. Si estuviéramos juntos desnudos, tus senos
estarían empujando fuertemente contra mi pecho. Sentirías el calor de mi cuerpo sobre
todo tu ser, desde los hombros hasta los dedos de los pies. Tu vientre se sentiría vacío,
tus piernas se abrirían bien para mí. Estarías hambrienta, deseosa, queriendo mi polla,
______".
Ella gimió, perdida ahora en las imágenes que creaban sus palabras.
"Quizás, estaríamos acostados entre mis sábanas, quizás estarías sintiendo la
aspereza de mi alfombra contra tu suave espalda o la tibieza del fuego en tus senos".
Joe deslizó el jabón hasta su carne inflamada y hasta su abertura.
Ella tomó aire y levantó levemente sus caderas para darle mejor acceso mientras él
abría sus cachetes con el jabón.
Él sonrió, dolorosamente, sintiendo cómo cada una de las reacciones hacía eco en su
p*@e.
"Quizás habríamos decidido probar coger por atrás, ______. ¿Qué te parece? ¿Te
gustaría que me ubicara detrás de ti cuando te colocaras en cuatro patas? Podría deslizarme dentro de tu sexo caliente y húmedo de esa manera y, al empujar,
sentirías mis pelotas contra tus muslos".
El jabón continuaba ejerciendo presión, pasando por todos los lugares que Joe
mencionaba. Los sonidos de ______ continuaron cuando su cuerpo comenzó a latir
debajo del agua.
"Podría usar una mano para acariciar tus pezones, ______. Tocarlos y excitarlos, al
ritmo de mi p*@e saliendo y luego volviendo a embestir...".
El jabón embistió el clítoris de ______. Ella gruñó cuando sus labios se despegaron
de sus apretados dientes.
"La otra mano buscaría tu dulce clítoris. El lugar donde tu mundo comenzaría y
terminaría. El lugar que quiero hacer mío, ______. Quiero chuparte el clítoris, frotar mi
cara por todo tu clítoris. Quiero hacerlo sacudir contra mi p*@e cuando te acabes
conmigo tan dentro tuyo que ninguno de los dos sepa dónde uno comienza y el otro
termina. Quiero tu clítoris, ______. Es mío. Lo que le haré te hará gritar y sollozar y
suplicarme por más. Y te daré más. Cada vez que me lo pidas, habrá más. Habrá más
incluso cuando no lo pidas".
El jabón la frotaba con intensidad ahora, y los músculos de ______ se estaban
tensionando. Su respiración salía en bocanadas irregulares, sus pezones estaban sólidos
y sus senos, acalorados. Estaba a pocos segundos.
"Quiero cogerte, ______, cogerte hasta que el mundo termine para los dos". Salió
de él como una explosión, sorprendiéndose a sí mismo por la fuerza y la emoción de sus
palabras.
"Abre los ojos. ______. Abre los ojos. Mírame...".
Unos ojos grises se abrieron bien, y un segundo después, ella gruñó cuando todo su
cuerpo se sacudió debajo del agua.
Joe no se pudo resistir. Dejó caer el jabón y hundió su mano hasta su sexo,
deslizando un dedo hacia adentro, para compartir su explosión.
Los ojos de ella estaban tempestuosos y brillantes, como nubes de tormenta
atravesadas por un rayo. Sus pupilas estaban dilatadas, había sudor sobre su cara y su
boca estaba abierta formando una "O" de sorpresa.
Su sexo se prendió a su dedo por lo que pareció una eternidad, liberándolo sólo
para volver a prenderse.
Él acarició cautelosamente su clítoris, sólo para enviarle más paroxismos de placer.
Ella era increíble. Y muy, muy estrecha.
No pudo evitar que su otra mano deje la bañera y agarre su polla. Al ritmo de las
convulsiones de ______, él se apretó fuertemente ante la necesidad de unos pocos y
rápidos toques para acabarse.
No podía enfocar la mirada, tan perdido estaba en su orgasmo. Probablemente se
podría haber acabado varias veces justo en frente de ella, y ella ni no habría notado.
El agua se agitaba mientras el cuerpo de ella se reponía de las sensaciones, y Joe
retiró su mano suavemente.
Ella gimió levemente mientras él destrababa sus dedos de su sexo. "Por favor,
Joseph...".
"¿Por favor qué, dulzura mía?". Joe le dio un besito en la frente.
"Tócame allí de nuevo... ahora...por favor...".
Cuidadosamente, Joe obedeció, volviendo a deslizar su mano dentro del agua.
Quitó el cucharón de entre sus piernas mientras seguía sus instrucciones, sólo para
encontrar que sus muslos le apretaron la mano contra su clítoris.
Asombrosamente, ella se volvió a acabar en el instante en que él deslizó un dedo
dentro de su sexo. Él deslizó suavemente un segundo dedo, estirándola un poco. Al
moverlos sintió cómo comenzaba a convulsionarse otra vez.
Ella era increíble. Era como si él hubiera abierto una puerta a su cuerpo que ella no
sabía que existía. Ahora que él le había demostrado de qué se trataba el orgasmo, su
cuerpo exigía su merecido.
Su tercer orgasmo claramente la agotó, y él sintió los músculos de ella debilitarse
cuando los estremecimientos finalmente terminaron. Se aflojó la tensión en su columna
y sus pezones se suavizaron mientras él los miraba.
Ella había cerrado los ojos una vez más, pero Joe sabía que esta vez no era para
mantenerlo alejado de sus pensamientos. Era para mantener sus pensamientos alejados
de él.
Levantándose, se quitó los pantalones empapados y se frotó rápidamente,
envolviéndose la toalla alrededor de la cintura.
En pocos segundos tuvo a ______ fuera de la bañera y apretada contra él. Débil
como un gatito, las piernas de ella se negaban a soportar el peso; entonces él la llevó
hasta la chimenea y agarró unas toallas en el camino.
Con eficiencia, la sostuvo contra él y la secó, pasando la toalla toscamente por su
piel mojada y haciéndola gemir al tocar sus sensibles senos.
Su polla se agitó, pero él le dijo firmemente que descansara. Había cumplido con
éxito la primera parte de su estrategia.
Para la siguiente fase de su campaña, debería recurrir a la paciencia.
Capítulo 10
Él quería que ella se dejara llevar. ______ reprimió una risita sobradora.
Él no podía saber que ella nunca se dejaba llevar. Jamás.
Sus experiencias con su difunto marido se aseguraron de eso. Por supuesto, era
muy relajante estar recostada en el agua cálida al lado del fuego, sintiéndose limpia y
fresca, y con un agradable cuerpo masculino al lado de la bañera.
¿Pero dejarse llevar? En absoluto.
Ella se puso un poco tensa cuando la mano de Joe traspasó la superficie del agua
y la movió, generando pequeñas corrientes.
"Recuerda, Joseph. Sin tocar". Con aire de suficiencia, se acomodó un poco más.
Esta sería una apuesta que ganaría sin problemas. Su mente se evadió pensando cuál de
las muchachas merecía la oportunidad de salir de la Crescent y acompañar al campo a
su protegida recientemente rescatada.
Luego fue consciente de una brisa cálida.
"No te tocaré con mis manos, ______, no temas. Lo prometí. No te tocaré con
ninguna parte de mi cuerpo, aunque ciertamente me gustaría hacerlo".
Su respiración vibraba en su oído.
"Me gustaría tocar este pedacito de piel aquí sólo con la punta de mi lengua".
Sopló una suave corriente de aire sobre sus sensibles espirales, haciéndola temblar.
¿Qué estaba haciendo él?
"Ya ves, la oreja de una mujer es un lugar infinitamente fascinante. Lleno de
intricadas curvas y hondonadas y cuevitas secretas...".
Una vez más, la calidez de su respiración la acarició. ______ se paralizó, temiendo
que si se movía apenas una pulgada, él estaría dentro de su oreja.
"Es un lugar muy sexual, ______".
Ella se retorció apenas, hundiéndose aún más y esperando fervientemente que él no
note que sus pezones se endurecían más a cada segundo.
"La oreja de una mujer no es diferente de otra zona erógena. Misteriosa, oscura,
calentita, sólo esperando ser tocada por la lengua de un amante".
Su mano agitó el agua otra vez y las olitas chocaban seductoramente contra el
cuerpo de ella.
"¿Algún hombre te ha acariciado las orejas con su lengua alguna vez, ______? ¿Has
dejado que alguien te lama un buen rato bajando por el lado de afuera y que luego haga
girar...". Su respiración caliente llenaba su oreja, "... haga girar su lengua en círculos más y más pequeños hasta sentir que él está en tu cerebro, en tu cuerpo y en tu
v@$*%a?".
______ dio un salto y frunció el ceño ante su lenguaje.
"¿Impactada, dulzura mía? ¿Por qué? Estoy segura de que ya has escuchado
palabras como esas antes. ¿O no, ______? ¿No te han contado las muchachas cómo sus
clientes se deslizan dentro de sus vaginas y cómo se siente eso? ¿Cómo las pollas de
sus clientes se mueven más rápida o más lentamente y algunas hasta les dan placer?
¿Cómo el golpeteo de sus cuerpos, el uno contra el otro, puede liberar poderosos
estímulos que convierten a dos personas en un rugiente infierno?".
La mano de Joe continuó con sus movimientos giratorios, y ahora ______ podía
sentir cada olita y cada corriente bajo el agua.
"¿Has observado alguna vez, ______? Estoy seguro de que tienes las mirillas de
seguridad instaladas. Debes ir a ver las habitaciones de vez en cuando, eres una mujer
de negocios demasiado protectora de tus muchachas como para no hacerlo. Dime,
entonces, ______. ¿Has observado?".
La mente de ______ voló hasta la noche en que había hecho eso. Afortunadamente,
sus ojos aún estaban cerrados, porque sabía que su expresión la habría delatado.
La mano de Joe se movió levemente y ella sintió que él se retiraba. Luego el
agua hizo un ruido y ella abrió los ojos para ver que él estaba sacando un poco de agua
de la bañera con un cucharón y poniéndola en un balde.
"¿Qué estás haciendo?".
"Sólo bajando un poco el nivel del agua. Cuando obtengas tu placer, probablemente
te muevas mucho, y no quiero arruinar mi alfombra de Aubusson.
______ resopló. "No saques demasiada, sentiré frío".
"Lo dudo".
Maldito bastardo arrogante, pensó ______. Yo le voy a mostrar. Recobrando el
juicio y el control, se recostó nuevamente y cerró los ojos, dispuesta a derrotarlo en su
juego de seducción.
Para su sorpresa, sintió un toque en su rodilla elevada.
"Mantén esto entre tus rodillas".
"¿Qué?". Miró hacia abajo para ver a Joe calzando el cucharón entre sus rodillas,
separándolas hasta los bordes de la bañera.
"Yo...".
"No te estoy tocando. Pero nunca dijimos nada sobre usar lo que estaba a mano.
Ahora sólo sé una niña buena y mantén esto entre tus rodillas. ¿O temes perder la
apuesta?".
______ curvó el labio. "Ja". Sus rodillas se abrieron, y sintió cómo el suave
cucharón de madera le separaba bien los muslos.
Joe sonrió. "Mejor".
______ sonrió con suficiencia.
Luego se paralizó nuevamente cuando el trapo para bañarse se arrastró sin
ceremonia por sus senos.
"Ey. Estás tocando". Ella se dio vuelta para mirar furiosa al hombre a su lado,
buscando su intensa mirada con hostilidad.
"No, no lo estoy haciendo. Es el trapo". Él curvó una esquina de su boca. "¿No
puedes soportarlo? ¿Te rindes?".
______ cerró rápidamente la boca. "No".
"Bien".
El trapo se arrastró nuevamente, estimulando sus pezones y dejándola sin aliento.
Mientras lo hacía, sus senos se elevaron fuera del agua, ahora con menos volumen, y
Joe se movió rápidamente para soplar sobre la piel húmeda.
Ella se ahogó cuando la sensación estremeció todas las terminaciones nerviosas
entre su corazón y su sexo.
"Se siente bien, ¿no, amor? La respiración cálida de un hombre sobre esos hermosos
senos. Senos que fueron hechos para besarlos y lamerlos y chuparlos, y ¡ay, Dios, cómo
deseo hacer las tres cosas!". Quiero tenerlos entre mis manos y apretarlos, y enterrar mi
cara entre ellos. Quiero hacerles todo tipo de cosas maravillosas a tus senos, ______".
Ella trató de hundirse más en el agua, pero no pudo sumergirse tanto como habría
querido.
La mano de Joe ahora hacía olas rítmicas en el agua entre sus piernas y la
corriente que iba por debajo combinada con las olitas de la superficie comenzaban a
ponerla tensa.
Una y otra vez el trapo acarició sus senos, a veces tocándolos suavemente, luego
frotándolos con más intensidad. Ahora sus pezones estaban rígidos y respondían cada
vez que percibía su respiración cuando le hablaba y dejaba que su tibieza estimulara sus
pezones.
Ella quería enterrar sus manos en el sedoso cabello de él y acercarle la cara a sus
senos. Ella quería más que una respiración o un chapoteo del agua, quería que la
chupen y le pasen la lengua y hasta que la pellizquen un poco. Estaba comenzando a
querer que él le haga "todo tipo de cosas maravillosas a sus senos".
Reprimió un gemido y mantuvo las manos firmemente apretadas bajo el agua a los
lados.
"¿Sabías que una mujer se puede acabar con que solamente le chupen los senos,
______?".
Ay, Dios, ¿por qué no se callaba? Sus palabras y su voz y las imágenes que estaba
creando la estaban volviendo loca. La forma en que repetía su nombre una y otra vez,
suavemente, como una caricia, estaba conmoviendo su corazón y su alma. No quería
conmoverse así.
"Me pregunto si tú serías una de esas mujeres. Tengo enormes deseos de
averiguarlo".
Fiel a su palabra, Joe no la estaba tocando. Su respiración rozaba su cuerpo y su
voz acariciaba su alma. Pero no le había puesto una mano encima, todavía.
______ comenzaba a ponerse muy tensa. Supuso que era enojo, nunca se había
sentido tan irritada o nerviosa como ahora.
"Desde luego, tus senos no son el único lugar que quiero explorar, dulzura mía.
Hay tanto más".
______ gimió mentalmente. No se dejaría llevar.
O al menos no pensaba que lo haría.
Ay, Dios, estaba enloqueciendo.
* * * * *
Joe sabía que estaba triunfando. Sólo mirar sus pezones brotar y endurecerse y
madurar ante sus ojos le contó la historia que él quería escuchar. ______ estaba
respondiendo a él y respondía salvajemente.
Era tiempo de llevar su pequeño experimento al siguiente nivel.
Tomó un trapo del balde de agua fría y lo apoyó sin ceremonias sobre sus senos.
"Aaajj. ¿Qué dem...". Ella se sobresaltó y sus ojos grises se abrieron y lo miraron
acusadores. "¿Qué estás haciendo?".
Joe observó su reacción. "Sólo me aseguro de que todavía estés conmigo".
Quitó el trapo frío y salpicó el agua tibia sobre sus pezones helados, observando
cómo volvía el color al reemplazar el agua fría por la tibia. Su otra mano continuaba con
su lenta ondulación entre las piernas.
Sabía que el agua chocaría contra su clítoris, ya que el cucharón mantenía sus
piernas lo suficientemente abiertas como para quedar expuesta a la pequeña corriente
que él estaba generando.
Él movió su mano más cerca del cuerpo de ella.
Sin duda, percibió una sensación diferente, más viscosa, entre los dedos. El cuerpo
de ______ le decía que estaba respondiendo. Su sexo estaba listo para él.
Y ¡ay, Dios!, su polla estaba más que lista para ella.
"Tu cuerpo me desea, ______". Su mano intensificó la velocidad un poco y formó
olas más firmes contra su clítoris.
Ella se movió apenas.
"Tu sexo se está llenando de dulce y resbalosa miel. Quiere que mi polla se
deslice hacia adentro... mi dura polla, que puede llenar ese espacio vacío
completamente. Tocará todos esos lugares secretos dentro de ti, ______, los tocará,
acariciará, empujará y llenará".
Su mano mantuvo el ritmo acelerado, asegurándose de que el agua ahora empujara
contra su cuerpo. Sus pezones se endurecieron aún más bajo su mirada y su cabeza se
echó hacia atrás un poco mientras ella se excitaba más todavía.
Joe quedó hechizado con su respuesta. Sólo mirar su cuerpo cuando reaccionaba
a cada sensación diferente era una de las cosas más estimulantes que había hecho. Si la
campaña tenía éxito y conseguía tener a ______ debajo de él, hacerle el amor quedaría como
uno de los momentos más importantes de su vida.
Su mano tembló un momento cuando todo lo que eso implicaba invadió su mente.
Su p*@e dejaba salir pequeñas gotas de leche sólo por jugar con ______. ¿Estaba
dispuesto a llegar al final con esta mujer, cuando ella lo podía excitar hasta extremos tan
extraordinarios sin siquiera tocarle el cuerpo?
Su pensamiento racional lo reprendió. Esta era simplemente una experiencia erótica
diferente y divertida. Podría haber estado haciendo esto con cualquiera. Diablos,
Elizabeth lo habría disfrutado seguramente.
Sí, dijo su conciencia. ¿Pero lo habrías disfrutado tanto tú?
Joe le dio la espalda mentalmente a esa conversación y volvió su atención a la
mujer que ahora se retorcía de deseo en el agua.
Ya era casi el momento de sellar su éxito.
Alcanzó la barra de jabón de lavanda y la deslizó dentro del agua, por sobre su
cuerpo.
Ella se quedó sin aliento cuando él la dejó deslizar desde su vientre hasta su clítoris,
donde la esperaba su mano. Muy cuidadosamente, como para no tocarla en absoluto,
dejó que el jabón presione su carne caliente.
Ella boqueó, olvidando reprimir el sonido.
"Y ahora, ______, llegó el momento. Si estuviéramos juntos desnudos, tus senos
estarían empujando fuertemente contra mi pecho. Sentirías el calor de mi cuerpo sobre
todo tu ser, desde los hombros hasta los dedos de los pies. Tu vientre se sentiría vacío,
tus piernas se abrirían bien para mí. Estarías hambrienta, deseosa, queriendo mi polla,
______".
Ella gimió, perdida ahora en las imágenes que creaban sus palabras.
"Quizás, estaríamos acostados entre mis sábanas, quizás estarías sintiendo la
aspereza de mi alfombra contra tu suave espalda o la tibieza del fuego en tus senos".
Joe deslizó el jabón hasta su carne inflamada y hasta su abertura.
Ella tomó aire y levantó levemente sus caderas para darle mejor acceso mientras él
abría sus cachetes con el jabón.
Él sonrió, dolorosamente, sintiendo cómo cada una de las reacciones hacía eco en su
p*@e.
"Quizás habríamos decidido probar coger por atrás, ______. ¿Qué te parece? ¿Te
gustaría que me ubicara detrás de ti cuando te colocaras en cuatro patas? Podría deslizarme dentro de tu sexo caliente y húmedo de esa manera y, al empujar,
sentirías mis pelotas contra tus muslos".
El jabón continuaba ejerciendo presión, pasando por todos los lugares que Joe
mencionaba. Los sonidos de ______ continuaron cuando su cuerpo comenzó a latir
debajo del agua.
"Podría usar una mano para acariciar tus pezones, ______. Tocarlos y excitarlos, al
ritmo de mi p*@e saliendo y luego volviendo a embestir...".
El jabón embistió el clítoris de ______. Ella gruñó cuando sus labios se despegaron
de sus apretados dientes.
"La otra mano buscaría tu dulce clítoris. El lugar donde tu mundo comenzaría y
terminaría. El lugar que quiero hacer mío, ______. Quiero chuparte el clítoris, frotar mi
cara por todo tu clítoris. Quiero hacerlo sacudir contra mi p*@e cuando te acabes
conmigo tan dentro tuyo que ninguno de los dos sepa dónde uno comienza y el otro
termina. Quiero tu clítoris, ______. Es mío. Lo que le haré te hará gritar y sollozar y
suplicarme por más. Y te daré más. Cada vez que me lo pidas, habrá más. Habrá más
incluso cuando no lo pidas".
El jabón la frotaba con intensidad ahora, y los músculos de ______ se estaban
tensionando. Su respiración salía en bocanadas irregulares, sus pezones estaban sólidos
y sus senos, acalorados. Estaba a pocos segundos.
"Quiero cogerte, ______, cogerte hasta que el mundo termine para los dos". Salió
de él como una explosión, sorprendiéndose a sí mismo por la fuerza y la emoción de sus
palabras.
"Abre los ojos. ______. Abre los ojos. Mírame...".
Unos ojos grises se abrieron bien, y un segundo después, ella gruñó cuando todo su
cuerpo se sacudió debajo del agua.
Joe no se pudo resistir. Dejó caer el jabón y hundió su mano hasta su sexo,
deslizando un dedo hacia adentro, para compartir su explosión.
Los ojos de ella estaban tempestuosos y brillantes, como nubes de tormenta
atravesadas por un rayo. Sus pupilas estaban dilatadas, había sudor sobre su cara y su
boca estaba abierta formando una "O" de sorpresa.
Su sexo se prendió a su dedo por lo que pareció una eternidad, liberándolo sólo
para volver a prenderse.
Él acarició cautelosamente su clítoris, sólo para enviarle más paroxismos de placer.
Ella era increíble. Y muy, muy estrecha.
No pudo evitar que su otra mano deje la bañera y agarre su polla. Al ritmo de las
convulsiones de ______, él se apretó fuertemente ante la necesidad de unos pocos y
rápidos toques para acabarse.
No podía enfocar la mirada, tan perdido estaba en su orgasmo. Probablemente se
podría haber acabado varias veces justo en frente de ella, y ella ni no habría notado.
El agua se agitaba mientras el cuerpo de ella se reponía de las sensaciones, y Joe
retiró su mano suavemente.
Ella gimió levemente mientras él destrababa sus dedos de su sexo. "Por favor,
Joseph...".
"¿Por favor qué, dulzura mía?". Joe le dio un besito en la frente.
"Tócame allí de nuevo... ahora...por favor...".
Cuidadosamente, Joe obedeció, volviendo a deslizar su mano dentro del agua.
Quitó el cucharón de entre sus piernas mientras seguía sus instrucciones, sólo para
encontrar que sus muslos le apretaron la mano contra su clítoris.
Asombrosamente, ella se volvió a acabar en el instante en que él deslizó un dedo
dentro de su sexo. Él deslizó suavemente un segundo dedo, estirándola un poco. Al
moverlos sintió cómo comenzaba a convulsionarse otra vez.
Ella era increíble. Era como si él hubiera abierto una puerta a su cuerpo que ella no
sabía que existía. Ahora que él le había demostrado de qué se trataba el orgasmo, su
cuerpo exigía su merecido.
Su tercer orgasmo claramente la agotó, y él sintió los músculos de ella debilitarse
cuando los estremecimientos finalmente terminaron. Se aflojó la tensión en su columna
y sus pezones se suavizaron mientras él los miraba.
Ella había cerrado los ojos una vez más, pero Joe sabía que esta vez no era para
mantenerlo alejado de sus pensamientos. Era para mantener sus pensamientos alejados
de él.
Levantándose, se quitó los pantalones empapados y se frotó rápidamente,
envolviéndose la toalla alrededor de la cintura.
En pocos segundos tuvo a ______ fuera de la bañera y apretada contra él. Débil
como un gatito, las piernas de ella se negaban a soportar el peso; entonces él la llevó
hasta la chimenea y agarró unas toallas en el camino.
Con eficiencia, la sostuvo contra él y la secó, pasando la toalla toscamente por su
piel mojada y haciéndola gemir al tocar sus sensibles senos.
Su polla se agitó, pero él le dijo firmemente que descansara. Había cumplido con
éxito la primera parte de su estrategia.
Para la siguiente fase de su campaña, debería recurrir a la paciencia.
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
joder!!! k fuerte !!!
subee!! esta super cool!
bss
cdt
subee!! esta super cool!
bss
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Fecha de inscripción : 08/03/2011
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
Capítulo 11
______ no sabía qué sentir. Qué decir o qué hacer o qué pensar tampoco.
Estaba cálidamente acurrucada en un desabillé grande y suave, como lo estaba
Joe, que los había manipulado a ambos con bastante eficiencia para conseguir que se
sequen un poco, luego de su aventura a la hora del baño.
Ahora Joe la sostenía firmemente sobre su falda mientras pasaba sus dedos
ociosamente por sus rulos enredados, alisando los nudos y desparramándolo sobre sus
hombros para que se secara al calor del fuego.
Los músculos de ella estaban lánguidamente satisfechos, como si un impulso de
energía los hubiera sobre-estimulado, sólo para dejarlos relajados y flojos.
Sintió un hormigueo en su piel; no sabía si era por su "placentera" experiencia o por
la enérgica frotada que le había administrado Joe.
Y su mente, por una vez, estaba a la deriva.
Esto era muy inusual en ______, admitió ella reticentemente. Le parecía imposible
poder concentrarse en todas las cosas que debía estar haciendo. La principal entre ellas
era alejarse de Joseph Jonas tanto como pudiera, lo más pronto posible.
Bueno, quizás tendría que hacerlo, pero no justo en este momento.
Por una vez, iba a permitirse el placer sensual de ser valorada por un hombre que
había despertado sus sentidos y le había hecho conocer el orgasmo a su cuerpo.
Ella sonrió en silencio. Entonces de eso se trataba.
"Esa es una sonrisita muy enigmática", dijo Joe, pasando un dedo por sus
labios.
"¿Ah, sí?".
"Sabes que sí. ¿Quieres compartir el pensamiento?".
______ inclinó la cabeza hacia atrás y lo miró. Unos ojos marrones le devolvieron la
mirada, con sus luces doradas atrapando el brillo intermitente del fuego y bailando en
sus profundidades.
"Esta fue mi primera... mi primera experiencia con eso, Joseph". Por qué ella le
confesó eso, no tenía idea. Pero el momento parecía no requerir menos que una total
honestidad. "Gracias".
Los brazos de Joe se aferraron a ella y le dio un beso en la cabeza.
"La primera de muchas, espero. Eres hermosa cuando estás excitada, ______. Eres
hermosa todo el tiempo, no me interpretes mal, pero hay un tipo especial de belleza que
surge desde adentro cuando una mujer está en el fragor de su pasión. Tú la tienes. Tus
ojos se vuelven tempestuosos. Tus mejillas brillan...". Los dedos de él surcaron sus párpados y pasaron por sus mejillas, "tus labios se inflaman y se vuelven más rojos, y tu
perfume, aaaah, ______, tu perfume".
Él enterró su cara en el cuello de ella y respiró hondo, dramáticamente, haciéndola
reír.
"Te podría encontrar en una habitación oscura aun con los ojos tapados. Tu
perfume está dentro de mí ahora". Él se tiró hacia atrás levemente. "Y, si no me
equivoco, eso, señorita ______, fue una risita verdadera".
______ miró el fuego pensativamente. "No ha habido mucho de qué reírse en mi
vida".
"Cuéntame".
La calidez del fuego y la calidez de los brazos de Joe estaban haciendo su magia,
y ______ sintió que muchas de sus inhibiciones se derretían, junto con sus músculos.
Sabía que había secretos que debían permanecer escondidos, pero una parte de ella
ansiaba compartir otros, unos que le habían pesado durante tanto tiempo.
Suspiró. "No es una historia fuera de lo común, Joseph. Te aburrirías a los pocos
minutos".
Joe giró un poco y alcanzó su botella de brandy con su mano libre, sirviendo dos
buenos vasos. Le pasó uno a ______ y tomó el otro para él.
Hizo chocar las copitas. "Brindo por que me aburras, ______. Nunca sucederá, pero
eres bienvenida si quieres intentarlo".
El sonrió y tomó un trago, esperando que ella comenzara.
______ hizo girar la bebida y dejó que los olores le hicieran cosquillas en la nariz,
luego tomó un pequeño sorbo. Quemaba, pero la calentó al esparcirse por su sistema.
"Cuando era muy joven, estuve casada con un caballero mucho mayor". Ahora sí,
había comenzado la historia.
Como si el brandy hubiera aflojado su memoria y su lengua, empezaron a fluir más
palabras.
"Fue un matrimonio arreglado, por supuesto. Pero los arreglos fueron tales que no
tuve más remedio que casarme. Mi padre fue un poco imprudente en cuestiones
financieras, y yo fui la garantía ofrecida por sus deudas. Era casarme con este hombre o
perder todo lo que teníamos".
______ tomó otro sorbo de brandy. Sintió, más que ver, la mirada de Joe fija
sobre ella.
"Mi madre había muerto menos de dos años antes, y esto nos afectó mucho, tanto a
mi padre como a mí. Los dos estábamos perdidos sin ella, pero especialmente mi padre.
Creo que nunca se recuperó realmente de la pérdida".
Había tanto que ella no decía. ¿Se daría cuenta él?
¿Podría Joe imaginar el dolor de perder a una madre por una enfermedad, sólo
para perder seguidamente a su padre porque se le rompió el corazón?
Ella suspiró.
Joe le acarició suavemente el cabello, quitándolo de su cara. "Lo siento,
______". Cuando él la tocó, la trajo de vuelta al presente y le dio el coraje para
continuar.
"Bueno, el desenlace ya estaba decidido. Yo me casé, me fui de mi casa y me
convertí en la nueva esposa de... de este hombre".
Ahora ella debía ser cautelosa. No se le debía escapar nada, ni un susurro de un
nombre. Sintió que Joe querría saber toda la historia, así que le dio toda la historia.
La versión editada de toda la historia.
"Como dije, él era mayor. Por muchas décadas, según resultó ser. No tenía
herederos y me veía como su última oportunidad de engendrar uno".
Joe hizo un sonido de disgusto.
"No es tan poco común, Joseph. Seamos honestos en esto, muchos matrimonios se
arreglan con ese mismo propósito".
Joe bajó la cabeza, asintiendo. "Eso no significa que tenga que admirar esa
práctica", gruñó.
"Cierto", admitió ______.
"Lo siento, dulzura, continúa. ¿Te casaste con él?".
"Sí". Se mordió el labio mientras se preguntaba cómo manejarse con el resto de la
historia. "Es difícil hablar de ello, Joseph. No he compartido esto con nadie más que con
Matty y no sé por qué siento que quiero contártelo ahora, pero es así...".
______ giró sobre el regazo de Joe y lo miró, sabiendo que sus ojos grises quizás
pedían demasiado de él.
Dios, ¿podría él llegar a entender?
* * * * *
A Joe se le acalambraron las tripas. Tenía horribles visiones de ______ siendo
usada sexualmente por un viejo depravado. Sabía que ella necesitaba compartir estas
cosas, pero no tenía idea de dónde iba a encontrar la fuerza para manejarlas.
Lo que sí sabía, inequívocamente, era que mataría a cualquiera que la hubiera
lastimado. Sin pensarlo dos veces.
"Cuéntame, ______. Está todo bien. Sólo cuéntame". Él la volvió a abrazar y la
impulsó a seguir.
Su voz era firme y baja en la silenciosa habitación y la acompañaba el tictac del
reloj.
"Mi... mi esposo resultó ser impotente. No importaba qué intentara, qué me hiciera
hacerle, o qué adminículos empleara, no podía... embarazarme".
"Ah". La mente de Joe giraba en torno a visiones de ______ obligada a ponerse
de rodillas, o peor. Trabó los dientes.
"Esto era una gran tragedia para él, desde luego. Él tenía una amante que,
aparentemente, podía satisfacerlo. Pero esa unión no había resultado nunca en un hijo.
Él incluso". Ella tragó. "Él incluso la trajo a la cama con nosotros, con la esperanza de
que vernos a las dos juntas lo ayudara a acabarse dentro de mí.
Ella buscó su brandy y tomó un gran trago, como sacándose un gusto amargo de la
boca.
"Falló. Completamente. Yo cargué con el peso de la culpa de ellos dos por la falla
de él. Luego él tuvo otra idea".
Joe podía sentir cómo a ella se le tensionaba el cuerpo sobre su regazo. "No
tienes que seguir si no quieres, amor", dijo, apretándola contra él.
Ella se retorció un poco y acomodó la cabeza debajo de su mentón. El movimiento
hizo que un rayo caliente perfore un lugar profundo en su cuerpo. Un lugar que nunca
nadie había tocado antes. Él quería explorar esta nueva sensación, pero ella estaba
hablando de nuevo, en voz baja, contra su pecho.
"Su deseo de tener un heredero era desesperado, al borde de la locura, creo. Él
hablaba continuamente de 'un hijo de mi cuerpo' que herede su legado, y no pasó
mucho tiempo antes de que la expresión le diera la idea de que si yo producía un hijo
era suficiente".
Ella respiró hondo.
"Él hizo que su valet intentara tener éxito donde él había fracasado".
"Dios bendito". Joe trató de horrorizarse, pero a decir verdad, no era una
historia tan asombrosa. Muchas veces se sugirió que esas cosas sucedían en el pasado,
cuando había grandes herencias en juego.
"Su valet era un hombre grande y grosero, y parecía enorgullecerse del hecho de
que, tal como lo decía él, había 'servido a la perra del patrón'. La peor parte era que yo
no estaba muy dispuesta a participar. Mi... mi esposo me sostenía y su valet hizo el
trabajo por él. Me hizo como recostarme sobre su falda mientras su valet... hacía...
eso... Me dolió".
Su voz se apagó y, durante un minuto aproximadamente, sólo se escuchó el ruido
del reloj en el silencio.
"De todas maneras", la voz de ______ recobró su nivel normal de control. Su
momento de debilidad había pasado, claramente. "A las pocas semanas, él murió. Me
las arreglé para venir a Londres, supe que había heredado la Crescent y comencé una
nueva vida. Y allí la tienes. La bastante poco interesante historia de ___... ______".
Joe contuvo la respiración, luchando por controlar su enojo y las náuseas que se
apoderaron de él al pensar que habían abusado así de ______. No fue extraño que ella
hubiera desarrollado un nivel de auto-control tan intimidante. Y no fue extraño el haber
sucumbido al impacto luego de toparse con el violento ataque de Ponsonby. Ahora
muchas cosas tenían sentido para Joe, y saber lo que ella sufrió le dolía más de lo
que podría haber imaginado.
"¿Y cómo encaja la señora Matty aquí?", preguntó él, más para darse tiempo a
recuperarse que por un gran deseo de saber.
"Mi querida Matty", sonrió ______. "Ella iba a ser mi criada cuando yo me
presentara en sociedad; mi madre la había estado entrenando para eso. Pero después,
cuando mi madre falleció, nos acercamos más que una simple criada y su patrona, y yo
peleé con uñas y dientes para que ella me acompañara cuando me casé". "
Joe se sentía lo suficientemente calmo como para alcanzar su brandy. Sus
dientes aún castañeteaban un poco contra el cristal.
"Así que ella estaba allí, gracias a Dios, para ayudarme a pasar lo peor, y fue ella la
que me trajo a Londres después del... después de que él murió. Yo sólo quería
desaparecer. Resultó ser que todos pensaron que yo también estaba muerta, entonces
nosotras decidimos dejarlo así. Resultó muy bien".
"¿Y las quemaduras de la señora Matty?".
______ levantó la cabeza. "¿Las has notado? Sí, por supuesto". Ella miró en
dirección opuesta a él. "Hubo un incendio. Matty logró escapar, pero se quemó durante
la huída".
"Los rumores dicen que tú también te quemaste, ______". Joe hizo el
comentario en voz baja, sin emoción.
"Tengo una cicatriz, así es, Joseph. Me sorprende que no la hayas visto antes".
Joe tosió. "Si no estaba en tus senos, o en alguno de esos lugares que me
enloquecen, probablemente no me habría dado cuenta así hubieras tenido la bandera de
la Casa de Hanover pintada en algún lado". Él sonrió disculpándose.
______ se movió para bajarse de su regazo.
"Ey, ¿dónde vas?". Él la abrazó con fuerza.
"Quiero mostrarte". Ella se deslizó de sus brazos y le dio la espalda para desatar el
nudo en su cintura.
Con una mano empujó la tela detrás de ella y la apartó de la suave curva del lado
izquierdo de su trasero.
Allí, en la carne suave y blanca, había una marca de quemadura. La letra "C", en el
estilo iluminado medieval.
"Dios bendito". Joe quedó estupefacto.
"Ahora no duele. Me gusta simular que es como un tatuaje. Como esos marineros
que llegan a casa desde tierras lejanas y maravillosas con marcas sobre su cuerpo. Vi a
algunos en la Crescent una vez".
Los ojos de Joe nunca se alejaron de la marca sobre su suave trasero.
Obedeciendo a un impulso interior, se inclinó hacia adelante y pasó su lengua
suavemente por la cicatriz. Luego le dio un beso allí, bajó su cabeza aún más y pellizcó
levemente la parte carnosa de su cachete.
Su estremecimiento fue suficiente recompensa.
"¿Por qué, ______? ¿Por qué te marcó ese animal?".
Ella se cubrió y se sentó entre sus brazos otra vez. Fue un acto natural de confianza
lo que le dijo a Joe más que todas las historias de vida que ella podría haberle
contado.
Otra pequeña parte dentro del cuerpo de él latió con vida.
"Creo que sentía que era importante hacerme entender que yo le pertenecía. Yo era
propiedad suya tanto como el ganado que marcaba para su tambo o las ovejas que
criaba por la lana. Él quería que supiera que él podía hacer lo que quisiera conmigo. O
haberme hecho lo que quisiera. En los primeros días de nuestro matrimonio, yo no era
muy complaciente con sus deseos".
______ bajó los ojos con modestia al hacer este anuncio, y Joe curvó los labios.
"¿Así que rebelde, eh?".
Una sonrisa encantadora se extendió en el rostro de ______, produciendo un
insospechado hoyuelo en una mejilla y una sonrisa que le correspondía en el rostro de
Joe. Él estaba embelesado.
"Bueno, no querría coincidir demasiado, pero ciertamente no entendí el concepto de
tener un ´lugar´ y quedarse en allí".
Joe rió y la abrazó fuerte. Ésta era una mujer extraordinaria. La sintió reírse con
él y notó el bostezo que siguió.
No habían cenado, sólo tomaron brandy, pero ya eran casi las nueve y no tenía
ninguna duda de que su ______ estaba exhausta.
"Hora de llevarte a la cama, ______".
Ella se tensionó en sus brazos.
"Sola, dulzura mía. No por elección propia, pero porque creo que todavía necesitas
descansar. Y si estuviera contigo, cerca de ese delicioso cuerpo tuyo, ninguno de los dos
descansaría. En absoluto. No solamente esta noche, pero durante muchas noches
futuras...". De hecho, por el resto de nuestras vidas...
Las palabras pasaron velozmente por la mente de Joe y lo hicieron detenerse
abruptamente. Él frunció el ceño mientras ______ se deslizaba silenciosamente de sus
brazos y le permitía ayudarla a llegar hasta la cama.
Habían ordenado la habitación y quitado las cobijas, y había una sola vela
encendida.
"Gracias, Joe". Sus palabras eran somnolientas y sus ojos, cálidos al mirarlo.
"Por todo".
"Fue un placer, ______. Y aún no hemos terminado. Ni mucho menos".
Él apenas tocó los labios de ella con los suyos y luego la vela con un soplido.
Antes de que se extinguiera la llamita, ella ya estaba dormida.
_________________
______ no sabía qué sentir. Qué decir o qué hacer o qué pensar tampoco.
Estaba cálidamente acurrucada en un desabillé grande y suave, como lo estaba
Joe, que los había manipulado a ambos con bastante eficiencia para conseguir que se
sequen un poco, luego de su aventura a la hora del baño.
Ahora Joe la sostenía firmemente sobre su falda mientras pasaba sus dedos
ociosamente por sus rulos enredados, alisando los nudos y desparramándolo sobre sus
hombros para que se secara al calor del fuego.
Los músculos de ella estaban lánguidamente satisfechos, como si un impulso de
energía los hubiera sobre-estimulado, sólo para dejarlos relajados y flojos.
Sintió un hormigueo en su piel; no sabía si era por su "placentera" experiencia o por
la enérgica frotada que le había administrado Joe.
Y su mente, por una vez, estaba a la deriva.
Esto era muy inusual en ______, admitió ella reticentemente. Le parecía imposible
poder concentrarse en todas las cosas que debía estar haciendo. La principal entre ellas
era alejarse de Joseph Jonas tanto como pudiera, lo más pronto posible.
Bueno, quizás tendría que hacerlo, pero no justo en este momento.
Por una vez, iba a permitirse el placer sensual de ser valorada por un hombre que
había despertado sus sentidos y le había hecho conocer el orgasmo a su cuerpo.
Ella sonrió en silencio. Entonces de eso se trataba.
"Esa es una sonrisita muy enigmática", dijo Joe, pasando un dedo por sus
labios.
"¿Ah, sí?".
"Sabes que sí. ¿Quieres compartir el pensamiento?".
______ inclinó la cabeza hacia atrás y lo miró. Unos ojos marrones le devolvieron la
mirada, con sus luces doradas atrapando el brillo intermitente del fuego y bailando en
sus profundidades.
"Esta fue mi primera... mi primera experiencia con eso, Joseph". Por qué ella le
confesó eso, no tenía idea. Pero el momento parecía no requerir menos que una total
honestidad. "Gracias".
Los brazos de Joe se aferraron a ella y le dio un beso en la cabeza.
"La primera de muchas, espero. Eres hermosa cuando estás excitada, ______. Eres
hermosa todo el tiempo, no me interpretes mal, pero hay un tipo especial de belleza que
surge desde adentro cuando una mujer está en el fragor de su pasión. Tú la tienes. Tus
ojos se vuelven tempestuosos. Tus mejillas brillan...". Los dedos de él surcaron sus párpados y pasaron por sus mejillas, "tus labios se inflaman y se vuelven más rojos, y tu
perfume, aaaah, ______, tu perfume".
Él enterró su cara en el cuello de ella y respiró hondo, dramáticamente, haciéndola
reír.
"Te podría encontrar en una habitación oscura aun con los ojos tapados. Tu
perfume está dentro de mí ahora". Él se tiró hacia atrás levemente. "Y, si no me
equivoco, eso, señorita ______, fue una risita verdadera".
______ miró el fuego pensativamente. "No ha habido mucho de qué reírse en mi
vida".
"Cuéntame".
La calidez del fuego y la calidez de los brazos de Joe estaban haciendo su magia,
y ______ sintió que muchas de sus inhibiciones se derretían, junto con sus músculos.
Sabía que había secretos que debían permanecer escondidos, pero una parte de ella
ansiaba compartir otros, unos que le habían pesado durante tanto tiempo.
Suspiró. "No es una historia fuera de lo común, Joseph. Te aburrirías a los pocos
minutos".
Joe giró un poco y alcanzó su botella de brandy con su mano libre, sirviendo dos
buenos vasos. Le pasó uno a ______ y tomó el otro para él.
Hizo chocar las copitas. "Brindo por que me aburras, ______. Nunca sucederá, pero
eres bienvenida si quieres intentarlo".
El sonrió y tomó un trago, esperando que ella comenzara.
______ hizo girar la bebida y dejó que los olores le hicieran cosquillas en la nariz,
luego tomó un pequeño sorbo. Quemaba, pero la calentó al esparcirse por su sistema.
"Cuando era muy joven, estuve casada con un caballero mucho mayor". Ahora sí,
había comenzado la historia.
Como si el brandy hubiera aflojado su memoria y su lengua, empezaron a fluir más
palabras.
"Fue un matrimonio arreglado, por supuesto. Pero los arreglos fueron tales que no
tuve más remedio que casarme. Mi padre fue un poco imprudente en cuestiones
financieras, y yo fui la garantía ofrecida por sus deudas. Era casarme con este hombre o
perder todo lo que teníamos".
______ tomó otro sorbo de brandy. Sintió, más que ver, la mirada de Joe fija
sobre ella.
"Mi madre había muerto menos de dos años antes, y esto nos afectó mucho, tanto a
mi padre como a mí. Los dos estábamos perdidos sin ella, pero especialmente mi padre.
Creo que nunca se recuperó realmente de la pérdida".
Había tanto que ella no decía. ¿Se daría cuenta él?
¿Podría Joe imaginar el dolor de perder a una madre por una enfermedad, sólo
para perder seguidamente a su padre porque se le rompió el corazón?
Ella suspiró.
Joe le acarició suavemente el cabello, quitándolo de su cara. "Lo siento,
______". Cuando él la tocó, la trajo de vuelta al presente y le dio el coraje para
continuar.
"Bueno, el desenlace ya estaba decidido. Yo me casé, me fui de mi casa y me
convertí en la nueva esposa de... de este hombre".
Ahora ella debía ser cautelosa. No se le debía escapar nada, ni un susurro de un
nombre. Sintió que Joe querría saber toda la historia, así que le dio toda la historia.
La versión editada de toda la historia.
"Como dije, él era mayor. Por muchas décadas, según resultó ser. No tenía
herederos y me veía como su última oportunidad de engendrar uno".
Joe hizo un sonido de disgusto.
"No es tan poco común, Joseph. Seamos honestos en esto, muchos matrimonios se
arreglan con ese mismo propósito".
Joe bajó la cabeza, asintiendo. "Eso no significa que tenga que admirar esa
práctica", gruñó.
"Cierto", admitió ______.
"Lo siento, dulzura, continúa. ¿Te casaste con él?".
"Sí". Se mordió el labio mientras se preguntaba cómo manejarse con el resto de la
historia. "Es difícil hablar de ello, Joseph. No he compartido esto con nadie más que con
Matty y no sé por qué siento que quiero contártelo ahora, pero es así...".
______ giró sobre el regazo de Joe y lo miró, sabiendo que sus ojos grises quizás
pedían demasiado de él.
Dios, ¿podría él llegar a entender?
* * * * *
A Joe se le acalambraron las tripas. Tenía horribles visiones de ______ siendo
usada sexualmente por un viejo depravado. Sabía que ella necesitaba compartir estas
cosas, pero no tenía idea de dónde iba a encontrar la fuerza para manejarlas.
Lo que sí sabía, inequívocamente, era que mataría a cualquiera que la hubiera
lastimado. Sin pensarlo dos veces.
"Cuéntame, ______. Está todo bien. Sólo cuéntame". Él la volvió a abrazar y la
impulsó a seguir.
Su voz era firme y baja en la silenciosa habitación y la acompañaba el tictac del
reloj.
"Mi... mi esposo resultó ser impotente. No importaba qué intentara, qué me hiciera
hacerle, o qué adminículos empleara, no podía... embarazarme".
"Ah". La mente de Joe giraba en torno a visiones de ______ obligada a ponerse
de rodillas, o peor. Trabó los dientes.
"Esto era una gran tragedia para él, desde luego. Él tenía una amante que,
aparentemente, podía satisfacerlo. Pero esa unión no había resultado nunca en un hijo.
Él incluso". Ella tragó. "Él incluso la trajo a la cama con nosotros, con la esperanza de
que vernos a las dos juntas lo ayudara a acabarse dentro de mí.
Ella buscó su brandy y tomó un gran trago, como sacándose un gusto amargo de la
boca.
"Falló. Completamente. Yo cargué con el peso de la culpa de ellos dos por la falla
de él. Luego él tuvo otra idea".
Joe podía sentir cómo a ella se le tensionaba el cuerpo sobre su regazo. "No
tienes que seguir si no quieres, amor", dijo, apretándola contra él.
Ella se retorció un poco y acomodó la cabeza debajo de su mentón. El movimiento
hizo que un rayo caliente perfore un lugar profundo en su cuerpo. Un lugar que nunca
nadie había tocado antes. Él quería explorar esta nueva sensación, pero ella estaba
hablando de nuevo, en voz baja, contra su pecho.
"Su deseo de tener un heredero era desesperado, al borde de la locura, creo. Él
hablaba continuamente de 'un hijo de mi cuerpo' que herede su legado, y no pasó
mucho tiempo antes de que la expresión le diera la idea de que si yo producía un hijo
era suficiente".
Ella respiró hondo.
"Él hizo que su valet intentara tener éxito donde él había fracasado".
"Dios bendito". Joe trató de horrorizarse, pero a decir verdad, no era una
historia tan asombrosa. Muchas veces se sugirió que esas cosas sucedían en el pasado,
cuando había grandes herencias en juego.
"Su valet era un hombre grande y grosero, y parecía enorgullecerse del hecho de
que, tal como lo decía él, había 'servido a la perra del patrón'. La peor parte era que yo
no estaba muy dispuesta a participar. Mi... mi esposo me sostenía y su valet hizo el
trabajo por él. Me hizo como recostarme sobre su falda mientras su valet... hacía...
eso... Me dolió".
Su voz se apagó y, durante un minuto aproximadamente, sólo se escuchó el ruido
del reloj en el silencio.
"De todas maneras", la voz de ______ recobró su nivel normal de control. Su
momento de debilidad había pasado, claramente. "A las pocas semanas, él murió. Me
las arreglé para venir a Londres, supe que había heredado la Crescent y comencé una
nueva vida. Y allí la tienes. La bastante poco interesante historia de ___... ______".
Joe contuvo la respiración, luchando por controlar su enojo y las náuseas que se
apoderaron de él al pensar que habían abusado así de ______. No fue extraño que ella
hubiera desarrollado un nivel de auto-control tan intimidante. Y no fue extraño el haber
sucumbido al impacto luego de toparse con el violento ataque de Ponsonby. Ahora
muchas cosas tenían sentido para Joe, y saber lo que ella sufrió le dolía más de lo
que podría haber imaginado.
"¿Y cómo encaja la señora Matty aquí?", preguntó él, más para darse tiempo a
recuperarse que por un gran deseo de saber.
"Mi querida Matty", sonrió ______. "Ella iba a ser mi criada cuando yo me
presentara en sociedad; mi madre la había estado entrenando para eso. Pero después,
cuando mi madre falleció, nos acercamos más que una simple criada y su patrona, y yo
peleé con uñas y dientes para que ella me acompañara cuando me casé". "
Joe se sentía lo suficientemente calmo como para alcanzar su brandy. Sus
dientes aún castañeteaban un poco contra el cristal.
"Así que ella estaba allí, gracias a Dios, para ayudarme a pasar lo peor, y fue ella la
que me trajo a Londres después del... después de que él murió. Yo sólo quería
desaparecer. Resultó ser que todos pensaron que yo también estaba muerta, entonces
nosotras decidimos dejarlo así. Resultó muy bien".
"¿Y las quemaduras de la señora Matty?".
______ levantó la cabeza. "¿Las has notado? Sí, por supuesto". Ella miró en
dirección opuesta a él. "Hubo un incendio. Matty logró escapar, pero se quemó durante
la huída".
"Los rumores dicen que tú también te quemaste, ______". Joe hizo el
comentario en voz baja, sin emoción.
"Tengo una cicatriz, así es, Joseph. Me sorprende que no la hayas visto antes".
Joe tosió. "Si no estaba en tus senos, o en alguno de esos lugares que me
enloquecen, probablemente no me habría dado cuenta así hubieras tenido la bandera de
la Casa de Hanover pintada en algún lado". Él sonrió disculpándose.
______ se movió para bajarse de su regazo.
"Ey, ¿dónde vas?". Él la abrazó con fuerza.
"Quiero mostrarte". Ella se deslizó de sus brazos y le dio la espalda para desatar el
nudo en su cintura.
Con una mano empujó la tela detrás de ella y la apartó de la suave curva del lado
izquierdo de su trasero.
Allí, en la carne suave y blanca, había una marca de quemadura. La letra "C", en el
estilo iluminado medieval.
"Dios bendito". Joe quedó estupefacto.
"Ahora no duele. Me gusta simular que es como un tatuaje. Como esos marineros
que llegan a casa desde tierras lejanas y maravillosas con marcas sobre su cuerpo. Vi a
algunos en la Crescent una vez".
Los ojos de Joe nunca se alejaron de la marca sobre su suave trasero.
Obedeciendo a un impulso interior, se inclinó hacia adelante y pasó su lengua
suavemente por la cicatriz. Luego le dio un beso allí, bajó su cabeza aún más y pellizcó
levemente la parte carnosa de su cachete.
Su estremecimiento fue suficiente recompensa.
"¿Por qué, ______? ¿Por qué te marcó ese animal?".
Ella se cubrió y se sentó entre sus brazos otra vez. Fue un acto natural de confianza
lo que le dijo a Joe más que todas las historias de vida que ella podría haberle
contado.
Otra pequeña parte dentro del cuerpo de él latió con vida.
"Creo que sentía que era importante hacerme entender que yo le pertenecía. Yo era
propiedad suya tanto como el ganado que marcaba para su tambo o las ovejas que
criaba por la lana. Él quería que supiera que él podía hacer lo que quisiera conmigo. O
haberme hecho lo que quisiera. En los primeros días de nuestro matrimonio, yo no era
muy complaciente con sus deseos".
______ bajó los ojos con modestia al hacer este anuncio, y Joe curvó los labios.
"¿Así que rebelde, eh?".
Una sonrisa encantadora se extendió en el rostro de ______, produciendo un
insospechado hoyuelo en una mejilla y una sonrisa que le correspondía en el rostro de
Joe. Él estaba embelesado.
"Bueno, no querría coincidir demasiado, pero ciertamente no entendí el concepto de
tener un ´lugar´ y quedarse en allí".
Joe rió y la abrazó fuerte. Ésta era una mujer extraordinaria. La sintió reírse con
él y notó el bostezo que siguió.
No habían cenado, sólo tomaron brandy, pero ya eran casi las nueve y no tenía
ninguna duda de que su ______ estaba exhausta.
"Hora de llevarte a la cama, ______".
Ella se tensionó en sus brazos.
"Sola, dulzura mía. No por elección propia, pero porque creo que todavía necesitas
descansar. Y si estuviera contigo, cerca de ese delicioso cuerpo tuyo, ninguno de los dos
descansaría. En absoluto. No solamente esta noche, pero durante muchas noches
futuras...". De hecho, por el resto de nuestras vidas...
Las palabras pasaron velozmente por la mente de Joe y lo hicieron detenerse
abruptamente. Él frunció el ceño mientras ______ se deslizaba silenciosamente de sus
brazos y le permitía ayudarla a llegar hasta la cama.
Habían ordenado la habitación y quitado las cobijas, y había una sola vela
encendida.
"Gracias, Joe". Sus palabras eran somnolientas y sus ojos, cálidos al mirarlo.
"Por todo".
"Fue un placer, ______. Y aún no hemos terminado. Ni mucho menos".
Él apenas tocó los labios de ella con los suyos y luego la vela con un soplido.
Antes de que se extinguiera la llamita, ella ya estaba dormida.
_________________
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
WOW!!! sube cap!!!
y lo siento mucho x no averme conectado pero esk estube y estoi super liada con examenes !!!!
por fa no borres el foro pliss!!! =(
si ago k gente se aga usuario de aki no borraras el foro?¿
y lo siento mucho x no averme conectado pero esk estube y estoi super liada con examenes !!!!
por fa no borres el foro pliss!!! =(
si ago k gente se aga usuario de aki no borraras el foro?¿
Re: madam charlie(joe y tu) mayores
que suba capitulos no significa que no lo valla ha cerrar
Capítulo 12
Durante los días siguientes, la vida se tornó una especie de rutina para ______,
mientras permanecía en la Casa Calver.
Hubo un par de incidentes extraños reportados contra visitantes de la Crescent, y
una muchacha estaba convencida de que la habían seguido mientras hacía unos
mandados. Había suficientes preguntas sin respuestas para hacer que Joe esté
intranquilo y totalmente convencido de que mantener a ______ escondida era una
buena idea. Matty estaba totalmente de acuerdo con su postura.
A ______ le habían dado rienda suelta dentro de su suite, y había instalado su
escritorio de manera que se asemejaba a una pequeña oficina. Se mantenía en silencio y
ocupada, y tenía pocas visitas, excepto por Matty y Jeffreys, su nuevo amigo.
En cuanto a Joe, desde la noche en que le mostró de qué podía tratarse la pasión
entre un hombre y una mujer, permaneció escrupulosamente correcto en su
comportamiento y no estuvieron solos ni por un momento.
______ no podía decidir si debía sentirse satisfecha o lamentarlo. Aunque sí
admitió en privado y a sí misma que estaba bastante aliviada. El período de
tranquilidad le permitió recuperar un poco del control de sí misma y superar su
arrepentimiento de haber compartido tantos pensamientos y sentimientos íntimos con
él.
Sin embargo, era consciente de que en su mente y, honestamente, también en su
corazón, había un cierto grado de calma. Como si al liberar algunos de sus recuerdos, se
hubiera librado de la carga del disgusto que había llevado durante tanto tiempo.
Segura de que no había revelado ninguna información personal, pudo responder
amable y apropiadamente a Joe cuando la visitaba ocasionalmente, y conversar
cómodamente con Matty durante las tardes en que la mujer mayor hacía sus informes
diarios y traía nueva papelería.
______ y Jeffreys encontraron inmediatamente un tema en común inesperado -los
negocios-. Cuando Jeffreys se acercó a la invitada de su patrón con un cierto grado de
precaución y gran cantidad de curiosidad, ______ hizo inmediatamente que se sintiera
cómodo y comenzó a aprovechar sus conocimientos elegantemente. Para cuando
terminó su primera hora juntos, ambos se declararon más sabios luego de la
conversación.
La admiración de Jeffreys por la extraña astucia financiera de ______ creció
mientras escuchaba sus preguntas y la observaba analizar las respuestas. El interés de
______ por el tema y su deseo de aprender aumentaron su creciente convicción de que
esta mujer habría sido una potencia a tener en cuenta si le hubieran permitido un lugar
en la Bolsa de Comercio. De esta manera, ambas partes se beneficiaron enormemente del tiempo compartido y ambos esperaban ansiosos la oportunidad de conversar sobre
cuestiones financieras que fueran de interés mutuo.
Para el sábado, sin embargo, ______ ya estaba inquieta. Ya era hora de que ella
volviera a la Crescent, a su trabajo real, y lejos de la zona de influencia de Joseph
Jonas.
"Sólo unos pocos días más, ______, eso es todo lo que pedimos". Matty se sentó
cerca de la ventana a disfrutar del sol.
______ iba y venía. "Esto se está tornando frustrante".
"¿De qué forma, cariño? Esta es una casa encantadora, está en una suite perfecta,
tiene todo lo que necesita, ¿no?".
"¿Sabías que éstas eran las habitaciones del Conde, Matty? ¿Que Joseph me ubicó
en su propia suite?".
"Bueno, me lo imaginaba, pero ¿qué importa? No es que estará aquí para siempre.
Sólo algunos días más".
______ sintió un extraño golpe cerca de su corazón al escuchar las palabras de
Matty. Volvió a caminar de aquí para allá.
Mientras sus pasos la llevaban y la traían, su sensación de disconformidad crecía.
Tenía mucho miedo de no querer irse.
De querer estar cerca de Joseph Jonas como fuera posible. Con la menor
cantidad de ropa posible entre ellos.
Las palabras que había usado para seducirla hasta el orgasmo la acechaban todas
las noches y estaba cansada de despertarse temblando, penando y sola.
Estaba lista para experimentar un poco más de placer.
Sus ojos se pasearon por la papelería desparramada sobre su escritorio. Matty
estaba conversando sobre alguna cosa, pero la mente de ______ se negaba a prestarle
atención a otra cosa que no fuera la creciente idea de que estaba sintiendo algo por el
Conde de Calverton. Sintiendo algo que no debía sentir, sintiendo algo que era tan
inapropiado como riesgoso.
Sintiendo algo que podría hacerla actuar como la pu*a que el mundo pensaba que
era.
Se reprendió a sí misma silenciosamente por ese último pensamiento. Joe nunca
dio a entender que la consideraba menos que una dama, incluso cuando la incitaba en
su primer encuentro. Sus modales fueron ejemplares y su comportamiento, bueno,
ciertamente no fue el de un hombre con una prostituta.
De hecho, se le podría perdonar a ______ si pensaba que él pudiera sentir una
cierta cantidad de ternura hacia ella. Después de todo, había pasado demasiado tiempo
cuidándola y luego vinieron los abrazos junto al fuego y la conversación, y todo el
tiempo, la mano de él pasaba por su cabello, reconfortándola, acariciándola...
Le comenzaron a doler las entrañas y ella pudo sentir que se comenzaba a
humedecer entre las piernas. Esto jamás funcionaría.
Joseph Jonas, el Séptimo Conde de Calverton, estaba fuera de su alcance. Por
al menos ciento cincuenta razones, pero más que nada por quién era ella ahora.
Madame ______ de la Crescent.
Cualquier relación entre dos personas así sería extraordinariamente escandalosa y
dañina para Joe. Por su parte, una notoriedad como esa bien podría ayudar a su
negocio, pero ¿a qué precio?
¿Estaba ella dispuesta a arriesgarse a un corazón roto y una reputación destrozada
para siempre por la oportunidad de tener más "placer"? ¿Podía ella ver con buenos ojos
convertirse en su amante y compartir su cama, pero nada más?
En ese momento, Joe entró a la habitación para decirle a Matty que su carruaje
estaba listo.
______ lo miró: tan fuerte, tan guapo, tan hombre.
¿Tenía ella el coraje de someterse a sus propios deseos? ¿Para acercarlo a ella y
rogarle que haga lo que quiera con ella? ¿Tenía el coraje de admitirse a sí misma que lo
deseaba desesperadamente a él, a sus brazos y a su cuerpo? ¿Íntimamente? ¿Era posible
que él fuera el único hombre que realmente podía hacerla "dejarse llevar"?
* * * * *
Joe marchó dentro de la habitación para lo que ahora estaba comenzando a
considerar su dosis diaria de tortura.
Seguramente la inquisición española no podría haber ideado un castigo peor que
estar en la misma habitación con Madame ______ y no tocarla, desvestirla y poseerla.
Su p*@e estaba en un estado de permanente excitación; cabalgar se había vuelto
exquisitamente incómodo, y temía que si no hacía algo pronto sería empujado a la
locura por su insatisfecha necesidad masculina. Se preguntó si habría un pabellón en
Bedlam específicamente para hombres que sufrían de deseo no correspondido. No lo
habría sorprendido.
Porque eso era todo lo que era: deseo, se recordaba a sí mismo constantemente.
No importaba que nunca hubiera sentido antes el impulso de abrazar fuerte a una
mujer durante horas.
No importaba que nunca antes hubiera estado tan consciente del perfume de una
mujer.
No importaba que hubiera entrado sigilosamente y se hubiera avergonzado a sí
mismo por intercambiar almohadas, sólo para poder dormir con la fragancia de su
cabello en la nariz toda la noche.
No importaba que cada vez que entraba en su suite y la volvía a ver, se le atoraba la
respiración en los pulmones y su corazón vacilaba de un modo extrañamente sutil.
Nada de todo eso importaba un bledo. Era todo deseo. La quería desnuda, debajo
de él y gritando. Prender esa v@$*%a estrecha y caliente alrededor de él hasta que le
mamara el cerebro junto con el semen.
Era simple deseo.
Y esta sería la noche en que iba a hacer algo al respecto. Para completar finalmente
su campaña.
Si todo seguía tranquilo en la Crescent, entonces él no podría, a decir verdad,
mantener a ______ en la Casa Calver. Esta podría ser su última oportunidad de tener
acción, y ni loco la iba a desperdiciar. Una vez seducida, cogida y suya, quizás podría
sacársela de la cabeza y volver a la tarea de ser un conde, donde pertenecía y donde
todavía tenía una gran cantidad de cosas que hacer.
Preferiría disfrutar tenerla de amante, pensó. Siempre que ella estuviera de acuerdo.
Por supuesto que tendrían que ser bastante discretos, pero él era un ex soldado. Su
segundo nombre era Astuto.
Bueno, muy bien. En realidad era Adam, por su padre, pero Joe sabía que si
tenía éxito en convencer a ______ de que se convirtiera en su amante, no tendría
problemas en continuar la relación de manera privada y confidencial. A diferencia de
muchos en el pueblo, no creía en hacer alarde de sus conquistas sexuales.
______ no tenía idea de que había revelado mucho más sobre sí misma de lo que
tenía intención cuando se descargó con él frente al fuego.
Él sabía ahora, por ejemplo, que la iban a presentar en sociedad. Esto indicaba que
ella era ciertamente miembro de la aristocracia, y probablemente del campo, ya que la
mayoría de las debutantes de su edad habrían sido notadas, examinadas y catalogadas
por la revista de moda Damas de Londres, desde que nacían hasta que se casaban.
Obviamente, no era centro de la atención pública, o su casamiento habría aparecido
en los titulares, otra vez haciéndola notoria. El hecho de que podía mezclarse con el
pueblo dentro de las paredes de la Crescent y nadie nunca la vio como otra cosa que
Madame ______ le dijo que ella no era de Londres y que nunca había estado en la
ciudad con ninguna otra función.
En consecuencia, él contó las "pistas" en su lista, se la entregó a Jeffreys y ya estaba
esperando la respuesta a sus preguntas. ¿Quién se había casado con una joven unos tres
o quizás tanto como cuatro años atrás? ¿Quién había muerto al poco tiempo? Tenía que
ser mayor, probablemente noble, y de afuera de Londres.
Debía haber registros en algún lugar, y Joe confiaba en que Jeffreys podría
desenterrarlos aunque todavía no tuvieran un apellido. No podía haber demasiadas
__________ que encajaran en los parámetros que había reunido tan cuidadosamente. El
hombre era increíblemente eficiente cuando se le presentaba un desafío, y a Joe le
hacía acordar a un terrier con un hueso.
En poco tiempo, resolverían algunos de los misterios que rodeaban a esta mujer
fuera de lo común. En pocos días, quizás, podría saber todas las otras cosas que ella no
le había contado mientras estaba acurrucada tan cómodamente en sus brazos. Había
compartido algunas experiencias difíciles con él y quizás explicado algo de su
comportamiento, pero Joe tenía el presentimiento de que había más en juego.
Quería saber. Más que eso, necesitaba saber. Lo que no podía comprender era por
qué estaba obsesionado con estas preguntas sin responder.
Con ese pensamiento en la mente, observó a ______ mientras se despedía de Matty,
abrazando a la mujer mayor y sonriéndole con su estilo inocente de costumbre.
Ella no tenía idea de que su sonrisa se metía en sus pantalones, y su hoyuelo -en las
raras ocasiones en que se dejaba ver- hacía que se le aprieten las bolas.
Quizás esa falta de conciencia era parte de su encanto.
Ella podía haber ignorado el efecto que tenía sobre él, pero él se daba cuenta de que
tenía un efecto en ella. Sonrió por dentro cuando notó cómo ella obviamente "no" lo
miraba.
Se inclinó amablemente ante Matty y la dejó en las hábiles manos de su valet.
Suprimió una sonrisa cuando el paso de ______ se apuró y ella puso rápidamente
el escritorio entre ellos.
"¿Puedo llevar todo a la Crescent también?", preguntó amablemente.
"Desde luego. Matty ha manejado todo de una forma increíblemente competente.
Veo que apenas si me necesitan". Su respuesta fue calma, sus ojos controlados y el
pequeño latido en la base de su cuello estaba locamente agitado.
"Siempre se te necesita, ______", murmuró él. "De hecho, yo mismo veo que te
necesito".
______ levantó una ceja, sin dejar ver una emoción en su expresión.
Joe vio que un pequeño músculo en su mejilla se movió.
Él le sonrió y se desplazó hasta la puerta. "Estoy aquí para preguntarte si te gustaría
unirte a mí para una partida de ajedrez más tarde esta noche. Debo asistir a una molesta
cena de trabajo, pero ya habrá terminado para las diez como mucho. Me encuentro con
que actualmente no tengo interés en asistir a las actividades más mundanas de los
sábados por la noche. Un tranquilo juego de ajedrez o dos serían un placer para mí.
¿Podría pedirte que me concedas el honor de tu compañía?".
______ se permitió cruzar miradas con él. Por un segundo, él podría haber jurado
que vio sus ojos acalorarse y volverse tempestuosos. Pero luego es como si hubiera
caído un telón y vuelto la calma tranquilidad de su expresión de costumbre.
"Será un placer, mi Señor. Un juego de ajedrez es una pequeña recompensa por las
atenciones que usted me ha hecho. Confío en que mi destreza no lo desilusione".
"Al contrario, ______. Tengo que confiar en que mi destreza no te desilusione a ti".
Sabiendo que le había dejado bastante para meditar, Joe se inclinó y se fue,
preguntándose si podría sobrevivir las próximas horas. Se recordó a sí mismo que debía
revisar si tenía un par de pantalones de fiesta que escondieran el hecho de que tenía una
furiosa erección, de la que tenía toda la intención de encargarse esta misma noche.
* * * * *
La leve llovizna que Joe encontró al salir de su casa esa noche se tornó un fuerte
aguacero que lo empapó al volver, haciéndolo necesitar un ansiado cambio de
vestimenta.
"Arthur, por favor, pídele a la señorita ______ que se reúna conmigo en la Sala de
Lectura en media hora. Ella ya sabe de la invitación", dijo Joe mientras se quitaba la
ropa mojada y la dejaba tirada en una pila en el suelo.
"Sí, Coronel". Arthur suspiró y recogió la ropa húmeda.
"Maldición, ¿dónde está mi camisa favorita?".
"Junto a sus pantalones favoritos, señor", respondió Arthur con sequedad. "¿Le
puedo sugerir usar una toalla antes de vestirse?".
Arthur extendió majestuosamente una toalla para que use su mojado patrón.
"No te pongas a pontificar conmigo, hombre. Recuerda que te he visto borracho
como una cuba con tus pantalones en el suelo y dos mujeres sobre tu falda". La
advertencia murmurada de Joe vino de las profundidades de la toalla que frotaba
violentamente por su cabello.
Arthur suspiró. "Recuerdo aquella noche con cariño. Y usted, si la memoria no me
falla, estaba atendiendo a las otras dos".
Joe tosió. "Sí, bueno. Quizás los dos deberíamos hacer un esfuerzo por purgar
nuestros recuerdos de ese pequeño incidente".
"¿Necesitará usted o la señorita ______ algo más de los criados esta noche?".
Joe levantó una ceja sospechosa a su valet. La pregunta había sido puesta en
palabras un muy suaves.
Arthur se mostró cortés. "Una pregunta natural, Coronel. El personal estará feliz de
retirarse temprano esta noche una vez que usted diga que sus necesidades han sido
satisfechas. Yo mismo me aseguraré de que la casa esté segura y me retiraré a mi
habitación también".
Habiendo sido informado así de que su personal estaba dejando la costa libre para
que el juegue con su "invitada", Joe meneó la cabeza. "Uno de estos días, los criados
se levantarán y conquistarán el mundo. La aristocracia se encontrará sin trabajo".
"Y será un mundo mejor, además, Señor".
Joe se acomodó la camisa y dejó el cuello abierto, y le hizo un gesto para
descartar la chaqueta y el chaleco.
"No estoy ´en casa´ esta noche. Para nadie. No es que esté esperando compañía,
pero no veo por qué tenga que sentarme incómodo al lado de mi propia chimenea en la
privacidad de mi propia casa. A ______ no le importará".
Quizás a ______ hasta le guste ver su pecho. Por Dios, ¿de dónde salió esa idea?
Quizás del mismo lugar que le decía que se saque toda la ropa y ahorre tiempo.
Se dio un sacudón mental y sonrió a Arthur. "¿Has dejado todo en la Sala de
Lectura como te pedí?".
"Por supuesto, Señor. Creo que encontrará todo a su gusto". Arthur hizo una pausa.
"Hay que esperar que la señorita ______ lo haga también".
Joe levantó una ceja a su valet. "Sabes, Arthur, creo que me gustabas más como
mi ayudante personal eternamente borracho. Una vez que te pusiste sobrio,
desarrollaste una muy desagradable veta de sarcasmo que proviene de no sé dónde".
"Quizás la aprendí de usted, Señor". Sin inmutarse, Arthur limpió los restos que
dejó Joe con su veloz cambio de ropa.
"Ahora, si me lo permite, ¿llamo a la señorita ______ y le pido que se reúna con
usted? ¿Presumo que usted prefiere no esperar demasiado?"
La frase formalmente amable fue acompañada por una mirada mordaz a la
entrepierna de Joe, donde los comienzos de una buena erección ya estaban
distorsionando la tela de sus pantalones.
"Arthur, tú eres un diablo que enviaron para asediarme. ¡Me ofendería si no
supiera que tú podrías disparar mejor que yo en cualquier campo de batalla y en
cualquier dormitorio en el que he estado!". Joe rió apesadumbrado.
"Me alegro de que su actual estado de deseo no lo haya enceguecido acerca de
algunas verdades fundamentales". Arthur tomó el cumplido como merecido. "Sujeto a
futuros acontecimientos, estoy considerando ahondar mi relación con la chaperona de
la señorita ______, la señora Matty".
Joe inclinó la cabeza. "¿Ah, en serio?".
Arthur lo miró con desaprobación. "Sí, en serio. La señora Matty es una dama
encantadora, de gran inteligencia y mucho atractivo personal. Tiene un buen sentido
del humor, una buena cabeza sobre los hombros, y a pesar de que otros puedan pensar
que sus cicatrices son desagradables, resulta que yo pienso que le agregan un toque de
sabor picante a su carácter".
Joe levantó las cejas. "¿Sabor picante? ¿Te escuché decir ´sabor picante´? ¿Qué te
dije sobre leer esas espantosas novelas de Fanny Burney?".
Arthur sopló por la nariz. "Debí haber sabido que un joven fantoche como usted -
discúlpeme, mi Señor- se burlaría de mi juicio sobre los encantos de una dama".
Joe rió. "Ve con cuidado, mi amigo, pero sigue a tu corazón".
"¿Tal como piensa hacer usted, Coronel?".
La pregunta hizo que Joe se detuviera abruptamente. ¿Era eso lo que estaba
haciendo? ¿Siguiendo a su corazón?
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